Se abre la nueva temporada del ciclo Andalucía Flamenca en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Madrid, con conciertos mensuales por los que irán pasando lo más granado de los cantaores y cantaoras actuales.
Luis el Zambo, Pedro el Granaíno, José y Gabriel de la Tomasa, Tomasa Guerrero La Macanita, Ezequiel Benítez, Alba Molina, Carmen de la Jara, María Terremoto, Anabel Valencia, Manuel Lombo, La Tremendita, Gema Caballero, Rocío Segura, Duquende y el concierto extraordinario que cerrará el ciclo el 4 de mayo de 2018, a cargo de Rocío Márquez y sus invitados.
El concierto del 27 de octubre, Sonidos Negros, presentó a dos veteranos cantaores, que empezaron a cantar profesionalmente a edades en que otros ya llevan años de carrera. Pedro Heredia Reyes, Pedro el Granaíno, empezó a cantar en público pasados los treinta años. Joven, comparado con la edad en que empezó como profesional el jerezano del barrio de Santiago, Luis Fernández Soto, Luis el Zambo, más o menos cuando rondaba el medio siglo. Nunca es tarde…si el cante es bueno.
A Pedro el Granaíno le llegó la oportunidad de su vida en 2007 cuando ingresó en la compañía de baile de Farruquito. En 2012 el Festival de Jerez le daba la oportunidad de debutar en solitario. Ahí su voz gitana y antigua, su metal de bronce se ganó a la crítica. De ahí a la Bienal de Sevilla, a cantar para Vicente Amigo y Tomatito, con Enrique y Estrella Morente, a cantar en Flamenco de Carlos Saura, hasta la Suma Flamenca 2017. Es decir, la fama.
Luis El Zambo es el último eslabón del cante primitivo que ha bebido en las fuentes de su tierra natal, en aquellas míticas fiestas del Barrio de Santiago, junto a su tío El Borrico, Tía Anica la Piriñaca, El Sordera, Terremoto, todos los que marcaron época. Junto a su primo José Mercé y Manuel Agujetas, es uno de los cantaores más raciales del cante jerezano, de la bulería corta, la seguiriya y la soleá al golpe, genuinamente jerezana. Junto a Miguel Poveda ha paseado el espectáculo Sin Fronteras por toda Europa, ha grabado discos, ha colaborado con los más grandes.
Sonidos negros
El término fue acuñado por Federico García Lorca, ¡siempre Federico! y se refiere a un sonido vocal en cuartos y octavos de tono, que transmite un desgarro profundo y un dolor que expresa un sentimiento ancestral que recupera un dolor secular mediante la tradición oral. Forma parte del metalenguaje flamenco, hay que conocer sus claves para llegar a su comprensión.
El concierto
El Granaíno empezó y terminó cantando de pie, frente al público, dominando el espacio escénico, al estilo aprendido con los Farrucos. Con cante de su tierra para empezar, granaína y con fandangos para despedir su concierto. Entre estos dos cantes se mantuvo sentado a la derecha de su guitarrista, Antonio Patrocinio hijo, quien por cierto brilló por derecho propio. Casi todo el concierto, estuvieron solos, cantaor y guitarrista, muy en estilo camaronero. Solo casi al final salieron los palmeros El Ripoll de Jerez y El Pola, para marcar el compás de la bulería.
Pedro derrochó técnica vocal, gestualidad y sentimiento en sus cantes por soleá, seguiriya, unos tientos en los que deslizó estrofas de La Leyenda del Tiempo, en homenaje a Camarón, su cantaor de culto, del que aprendió esa gestualidad corporal tan flamenca, patrimonio de unos pocos. Luego por bulerías, sacó su vena más española, que en ese día precisamente no fue casual y se inventó una letra A España que es mi tierra…y otras alusiones, que provocó el aplauso más importante de la noche en el público. Terminó por fandangos, primero sentado y luego de pie para despedir su concierto.
Si hay algo que no me gustó del Granaíno es que no se dio cuenta de que estaba en un auditorio de música. No habló con el público, no presentó sus cantes, no presentó a su guitarrista, ni a sus palmeros. Y otra cosita que no es habitual en él. No transmitió como acostumbra, quizá no era su día, porque él lo hace y bien.
Luis El Zambo acompañado de su gran guitarrista Miguel Salado y por sus palmeros El Ripoll de Jerez y El Pola estuvo sobrao. Él volvió a poner de manifiesto que el cante gitano jerezano es distinto al de otros lugares, tanto en la composición melódica como en la rítmica. Son fórmulas sonoras que a lo largo de los años han conservado su acento y sus peculiaridades. El Zambo que había cantao toda su vida para los amigos hasta que éstos le animaron a profesionalizarse, a sus sesenta y ocho años deleitó al público con cantes jerezanos, a excepción de una Taranta que bordó. Cantó por bulerías de Jerez, por soleá al golpe, por seguiriyas y por fandangos. Puro Jerez todo su concierto.
Y es que nunca es tarde si el cante es bueno.