Año de Jubileo en Roma: la experiencia de una audiencia papal

He tenido el privilegio de asistir a la Audiencia papal en Roma y saludar al papa Francisco; asistir a la ceremonia y ser recibida por monseñor Guillermo Karcher en la Secretaria de Estado del Vaticano. Fue un momento emocionante y lleno de significación por que es un año extraordinario: Jubileo de la Misericordia, un año de reflexión y reconciliación personal, eclesiástica y pastoral, poniendo en relevancia los aspectos espirituales y religiosos de la Cristiandad.

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Francisco preside en El Vaticano un acto del jubileo acompañado de personas refugiadas, en junio de 2016

La celebración del jubileo se origina en el judaísmo, se conmemoraba cada 50 años, se reconocía el arribo del pueblo hebreo a la Tierra prometida y se liberaban los pecados; jubileo deriva del nombre judio Shofar, que designa el cuerno, instrumento musical, que anunciaba el comienzo de ese año especial.

El papa Bonifacio VIII proclama el primer Jubileo en 1300. Mas tarde, la periocidad se redujo a 30 años y luego a 25. Cada 25 años se festeja el año del Jubileo donde se abre la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, recordando la palabra de Cristo:
“Yo soy la puerta. Si alguno pasa por mi, él se salvará: podrá entrar, podrá salir y encontrar bonanza.” (Jn.10, 9).

El papa Francisco ha querido impulsar un año extraordinario con el Jubileo de la Misericordia, asimilado a la compasión y al entendimiento. El Año Santo se presenta como un camino de conversión personal y eclesiástica, de allí, la importancia que adquiere, como una necesidad de comunicación más profunda con el corpus religioso y un periódo de reflexión sobre nuestra vida y nuestras acciones.

Cuando recibí la notificación del Vaticano que tendría asistencia preferencial en la última audiencia Papal de junio, comencé mis preparativos para ir a Roma.

Roma, la ciudad eterna, nos recibió con su luz dorada, su calor estival y su manera italiana de ser. A la hora indicada estoy en la puerta Santa Ana, un pórtico lateral donde se encuentra la bella capilla de Santa Ana, una de las primeras capillas de la Cristiandad.

Observo que la plaza de San Pedro tiene vallas distribuidas en sectores para facilitar el acceso de la gente a los eventos especiales como este de la Audiencia. A su vez, está preparada para el control de entrada con máquinas scanner de inspección y hay bastante policia alrededor.

A medida que nos acercabamos a la hora del evento, la afluencia de público es cada vez mayor, llegan delegaciones de Asia, África, Latinoamérica y Europa. La plaza se va llenando y pasamos a los palcos laterales, situados a los costados de la tarima oficial, donde el Papa preside la ceremonia.

A las 10 de la mañana la plaza estalla en algarabía, el Papa entra en su papamovil y va recorriendo todos los sectores de la plaza saludando a los visitantes, mientras los diferentes cardenales dan la bienvenida a las organizaciones de diversos países que asisten, en sus respectivos idiomas: italiano, inglés, español, alemán, francés, ruso, árabe, y portugués.
Afiliaciones y cofradías despliegan sus banderas y una banda musical acompaña en las escalinatas al Papa que asciende hasta su silla, rodeado de refugiados, a los que indica que se sienten en el estrado, junto a él.

La plaza se silencia para escuchar el mensaje del Evangelio de San Lucas: Jesús y el leproso, leído en los idiomas citados.

“12.Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”.
13.Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: “Quiero; se limpio”. Y al instante la lepra se fue de él.”

El Papa nos dijo entonces:

“Encomendarnos a la voluntad de Dios significa de hecho abandonarnos a su Misericordia. En la noche, antes de ir a la cama, yo rezo esta breve oración: “Señor, si quieres, puedes purificarme”.
Pero si esto lo hago yo, pueden hacerlo también ustedes, en su casa y decir:
“Señor, si quieres, puedes purificarme”…
Y Jesús nos escucha siempre.”

Partiendo de este mensaje, el Papa hablo de no excluir sino de abrirnos en la misericordia, refiriéndose a los refugiados y a su desventura.

La Iglesia tiene necesidad en nuestra época, de cambios y el Jubileo nos ofrece la posibilidad de perdonar y ser perdonados por Dios y de sentir su cercanía.

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Adriana Bianco con el papa Francisco

Con una oración final y la bendición papal, el Papa recorre nuevamente la plaza San Pedro, saluda a los enfermos, a los niños y a las parejas de recien casados con sus trajes de boda. Un grupo de colombianos le canta al Papa: “Colombia te espera!” Otros de Honduras, México y Argentina corean su nombre.

Con parsimonia el Papa saluda a todos y se acerca a nuestro palco. Se siente una gran emoción ante su presencia, por su bonhomía y su actitud para escucharnos.

Al saludarlo, le entrego mi película La niña del Gato, la primera película ecuménica del cine argentino y latinoamericano, donde una niña de la calle es salvada por un judio y un Padre católico.

“Que lindo!”: me dice sonriendo y evocando sus años en Argentina.

Estallan los coros, el ondear de banderas y el papamovil se aleja acompañado de los cánticos que le celebramos en ese momento de unión espiritual: “Papa Francisco, te queremos!

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