Ante el acoso de Marruecos a Ignacio Cembrero

Luis Portillo Pasqual del Riquelme[1]

El 13 de enero de este nuevo año 2023 está prevista la celebración del juicio contra el periodista Ignacio Cembrero por una demanda interpuesta contra él por el Reino de Marruecos. Es ¡la cuarta vez! que el régimen alauita pretende taparle la boca a uno de nuestros mejores y más veteranos profesionales de la información, conocedor como pocos de los asuntos del Magreb y Oriente Próximo. No lo conseguirán.

Al igual que ya sucediera con otros periodistas -el diplomático, escritor y periodista Ali Lmrabet, por ejemplo, sabe mucho de esto-, Ignacio Cembrero viene siendo insistentemente hostigado por la Monarquía alauita y su Majzén, para quienes representa una terrible amenaza. Y no por no hacer bien su trabajo sino precisamente por ejercerlo con normalidad y profesionalidad, como han resaltado sus compañeros. El entorno del monarca alauita no cesa en su empeño de impedir la labor profesional de Cembrero. La información facilitada por diversos medios ha permitido señalar a los servicios secretos de Marruecos como los responsables de que el nombre de Ignacio Cembrero estuviera entre los afectados por el espionaje del software israelí Pegasus, el único nombre español que ha trascendido de una lista de cincuenta mil potenciales objetivos que incluía a 180 periodistas.

Ante la nueva demanda judicial marroquí, Cembrero ha lamentado la indiferencia de las autoridades españolas y el hecho de que éstas permitan que un periodista español sea acosado y hostigado judicialmente. De hecho, el Partido Socialista es la única fuerza política que no ha respaldado a este profesional con ocasión de esta cuarta demanda marroquí (las tres anteriores fueron archivadas).

Cembrero ha manifestado su gratitud por el apoyo recibido de [casi] todos los partidos políticos, «algunos de manera explícita y otros con más discreción». Pero el Partido Socialista es la «gran excepción»: Nadie con carné del PSOE, según Cembrero, ni siquiera en privado, le ha manifestado su simpatía o apoyo.

Y es que el Partido Socialista no se pronuncia para no molestar al monarca alauita y porque ya ha reculado muchas leguas en este terreno, continuando así su despreciable deriva reaccionaria, como antaño calificara Felipe González al régimen alauita, después de que el último Gobierno de la dictadura franquista entregara el Sáhara Occidental y al pueblo saharaui, atado de pies y manos, a su peor enemigo.

Hay quien quiere pasar a la Historia por desenterrar los inofensivos huesos del dictador, muerto tranquilamente en la cama, en lugar de por hacer Justicia con el pueblo traicionado y defender los valores democráticos y la legalidad internacional. ¡Valiente trayectoria socialista!

El actual Gobierno español tampoco ha querido aclarar el escándalo del espionaje con el programa malicioso Pegasus, como ha desvelado y denunciado el propio Ignacio Cembrero. A nuestros gobernantes habría que recordarles, en este contexto, el más famoso de todos los versos del Cantar de Mio Cid: «¡Qué buen vassallo, si oviesse buen señor!»

Como ha señalado Miguel Sánchez en el diario El País, «Marruecos quiere obtener de la Justicia española lo que hasta ahora no ha conseguido de la francesa: la exoneración de cualquier responsabilidad en el espionaje masivo con el programa israelí Pegasus». Unos mil números de teléfonos franceses figuran entre los espiados con dicho programa, según la cadena pública Radio France, que apunta a Marruecos como el probable origen del espionaje de periodistas franceses «o de otros países, como el español Ignacio Cembrero, especialista en el Magreb». En este proceso -prosigue Miguel Sánchez-, el Gobierno marroquí no se limita a reclamar que Cembrero demuestre que los servicios secretos del país vecino son responsables «del supuesto espionaje del que habría sido víctima» o, si no puede hacerlo, se retracte «enmendando y reconociendo su error». También pretende que el juez dicte una sentencia en la que afirme categóricamente que Cembrero no ha sido «víctima de ningún acto de espionaje (malware Pegasus) del que sea responsable o haya cometido el Reino de Marruecos en su contra». 

Una petición insólita -señala el mencionado periodista-, porque el juez no ha investigado la existencia del supuesto espionaje y mucho menos su autoría, ya que eso es competencia de los juzgados penales y no civiles. Pero es que, además, fue el propio Cembrero quien pidió a la Fiscalía que identificara a los responsables del espionaje del que ha sido víctima con el software «Pegasus» por parte de las autoridades marroquíes, informa Reporteros Sin Fronteras (RSF). Lo más grave es que el citado programa Pegasus ha sido utilizado fuera de todo marco legal y principalmente para espiar a activistas por los derechos humanos, periodistas y opositores, además de jefes de Estado y de Gobierno, diplomáticos y responsables de otros servicios de espionaje.

Pero, tal como ha quedado palmariamente demostrado con la pertinaz persecución judicial del presidente saharaui Brahim Ghali (cuyo objetivo, anticipado precisamente por Cembrero, era presionar al Gobierno español para que copiara al supremacista Donald Trump), o con el inaudito giro de Sánchez (que no de España) en la cuestión del Sáhara Occidental («ni siquiera el más promarroquí de los jefes de Gobierno españoles, José Luis Rodríguez Zapatero, se atrevió a tomar una iniciativa como la de Sánchez»), o con el reciente escándalo del Qatargate (y Marruecosgate) en el Parlamento Europeo, el régimen alauita cuenta con métodos adecuados para hacer realidad sus deseos y someter a sus caprichos a gobernantes, jueces, periodistas, académicos, diputados, eurodiputados e incluso algún alto cargo de la MINURSO, como Frank Ruddy.

 La máquina de intoxicación, propaganda y compra de voluntades del régimen alauita no solo extiende sus tentáculos entre los miembros del Parlamento Europeo, como se ha puesto en evidencia con el Qatargate. Pregunten también en la Comisión o en el Consejo, con la cuestión del Sáhara Occidental y los acuerdos UE-Marruecos. Lo que ha salido ahora a la luz es solo, probablemente, la punta del iceberg, como reconocen las autoridades belgas y comunitarias. Porque los tentáculos del soborno y la corrupción llegan a muchas otras partes del globo, incluido el Mundial de fútbol en el propio Qatar, donde los deportistas marroquíes -siguiendo las consignas recibidas- han exhibido la bandera palestina para hacerse con las poblaciones árabes y han llevado también la consigna de reivindicar públicamente como propio el Sáhara Occidental. Nada de esto es casual. «Marruecos está utilizando el Mundial para blanquear la ocupación del Sáhara y sus acuerdos con Israel», explicaba el activista saharaui Taleb Alisalem.

La información certera y oportuna proporcionada por Cembrero en todos esos ámbitos, su honesto trabajo de informador profesional, que tanto molesta a Marruecos, nos permite -como señalaba recientemente Juan Gabriel Vásquez– contradecir el relato que tratan de imponernos, la historia que se va imponiendo mientras no sea cuestionada. Y es que, aunque no lo expresen así, en Rabat consideran a Cembrero un subversivo peligroso y por eso lo persiguen con tanta contumacia, porque su trabajo deja al descubierto las grietas del falso relato que pretenden imponernos como verdad establecida. Y para que otros posibles subversivos aprendan la lección.

A los de flaca memoria histórica y democrática hay que volver a recordarles que Ignacio Cembrero fue fulminantemente apartado de su puesto en el diario El País sin explicaciones. Su cese fue motivado por las protestas del Gobierno de Marruecos ante el Gobierno español por los artículos de Cembrero en dicho diario. Los principales medios informativos internacionales, perplejos, se hicieron eco de la situación; pero en España, en cambio, el silencio fue prácticamente absoluto. Mientras echaba a Cembrero del periódico, Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo de El País, recibía el premio Eisenhower «por su defensa de la libertad de expresión» …, ¡qué ironía!, al tiempo que ocultaba en sus Memorias la más mínima referencia a la entrega del Sáhara  a Marruecos (la palabra tabú ‘Sáhara’ ni siquiera aparecía en su libro), a los Acuerdos Tripartitos, a la Marcha Verde y demás hechos sobre nuestra ‘Provincia 53’, irrelevantes al parecer para el antiguo director del diario más prestigioso (entonces) de nuestro país… Un poderoso personaje, el citado presidente ejecutivo entonces, al que nuestro actual converso promarroquí, el camaleónico exministro José Bono, colocaba junto a Juan Carlos I y Felipe González, como los tres españoles ejemplares, nada menos.

Desde luego, no tan… ejemplares para el pueblo saharaui, que desde hace casi medio siglo viene soportando el terror del colonialismo marroquí, con su permanente represión estructural, producto necesario de la ilegal ocupación manu militari del territorio saharaui, causante de tanta miseria y tanto sufrimiento humano.

Y con la complicidad de nuestros ejemplares gobernantes, el colonialismo también tiene perniciosos efectos menos visibles, como la lenta imposición a una sociedad de una historia que no es la suya. Es el equivalente sociopolítico de un lavado de cerebro -señala el Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah-, la conquista de un territorio que es, en última instancia, mucho más valioso que el territorio geográfico de la colonia ocupada: el territorio mental.

Es lo que pretende Marruecos, imponer su relato, someter y sobornar si preciso fuere. Y nos lo advierte el citado Juan Gabriel Vásquez: si la sociedad compra el relato (algunos no solo lo compran sino que además tratan de vendérnoslo), si lo hace suyo y empieza a vivir en él …, el poderoso puede decir que ha triunfado. Y para el logro de ese triunfo, para la imposición de ese relato falso, el tenaz trabajo informativo de Ignacio Cembrero molesta. Es preciso callarle y, si posible, hundirle. Pero no lo conseguirán. Como tampoco lograrán anular la voluntad y determinación del pueblo saharaui, resumidas brevemente en la sobrecogedora experiencia descrita por Tesh Sidi.

El propio Cembrero ha documentado las tácticas utilizadas por el Gobierno de Marruecos para acallar a los periodistas críticos, documentadas también por organizaciones internacionalmente reconocidas como Human Rights Watch (HRW). El objetivo es preservar la codiciada imagen de Marruecos como país «moderado» y respetuoso con los derechos, cuando en realidad se está volviendo cada vez más represivo. Se trata -señala HRW- de una serie de tácticas que conforman un ecosistema de represión, cuyo objetivo es no solo silenciar las voces disidentes, sino también ahuyentar a todos los posibles críticos.

Ese ecosistema incluye «juicios injustos y largas penas de prisión por cargos penales no relacionados con la expresión, campañas de acoso y desprestigio en medios de comunicación afines al Estado y la persecución de los familiares de los disidentes. Voces críticas del Estado también han sido sometidas a vigilancia mediante video y medios digitales, y en algunos casos a intimidaciones y agresiones físicas que la policía no ha investigado adecuadamente». Cembrero no solo ha denunciado todas esas prácticas represivas en el propio Marruecos y en el Sáhara Occidental ocupado, sino también el espionaje de los servicios secretos marroquíes y las intensas campañas de cabildeo en las instituciones comunitarias. Un valioso trabajo impagable.  

Sobre el asunto que nos ocupa, el presidente de Reporteros sin Fronteras España (RSF), Alfonso Armada, señalaba: «El acoso que lleva sufriendo Ignacio Cembrero por parte de las autoridades marroquíes desde hace años da un paso más con el espionaje de su teléfono móvil. RSF le apoya y apoyará, tanto a nivel español como internacional, en todos los flancos en los que nos necesite, como lo haremos con los doscientos periodistas víctimas del infame software Pegasus. No pararemos hasta que se haga justicia, en todas las instancias y todos los países donde podamos actuar».

El juicio contra Ignacio Cembrero tendrá lugar el viernes 13 de enero a las 9:30 de la mañana (no a las 10, como se informó anteriormente) en el Juzgado de Primera Instancia 72 de Madrid, sito en la calle Poeta Joan Maragall 66 (antigua calle Capitán Haya, cercana a la Plaza de Castilla). Allí estaremos, acompañando y arropando con nuestra presencia y determinación a Ignacio Cembrero. Marruecos no logrará silenciarlo. Tampoco al pueblo saharaui.

  1. Doctor en Ciencias Económicas, miembro del Centro de Estudios sobre el Sáhara Occidental (CESO) de la Universidad de Santiago de Compostela

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