De mis antimemorias que aparecerán próximamente en la editorial de Planeta Península, y que abarcan desde 1960, cuando yo era corresponsal de la radio Pirenaica, a 2016, con el desarrollo de Podemos, capítulo con el que se cierra el libro, y que abarcan temas como los del Partido Comunista, ETA, Cuba, Liberación, invasión de Praga, la revolución de los claveles, el mayo francés y el 15-M, experiencias en los países que fueron, o siguen siendo, comunistas, etc entresaco, tras la firma del pacto PSOE-Ciudadanos, un breve fragmento que evita otros comentarios:
«La narrativa de Podemos es tan incipiente como firme. Por eso no me extrañó su éxito en las elecciones del 20 de diciembre de 2015, que dieron un vuelco al mapa político sustentado en los dos partidos que se repartieron el poder desde la muerte de Franco a nuestros días. Ni en los resultados en escaños ni en las alianzas sustentadas con otros movimientos de izquierda. Sus objetivos principales son la reconversión de la constitución española en una más democrática, que sean los propios ciudadanos quienes la impulsen y que ponga en la lucha contra la corrupción y la conquista de los derechos sociales sus puntos de mira (…) Quienes argumentan que sus objetivos van encaminados a desalojar del poder a aquellos que se lo vienen repartiendo para ocuparlo ellos, ajustándose a las reglas de una democracia huera y no igualitaria ni ética ni participativa, intentan desactivar su trasfondo ideológico y táctico, incluso con la aberración de equiparar a Podemos y Ciudadanos, cuando éste último partido poco se diferencia del llamado popular en aspectos fundamentales de la economía, la cultura y la instauración de los peores modelos de la sociedad capitalista eclesial en la que se han desarrollado»
De la inquisición al neocolonialismo
Pero no hablemos de pactos. Y no tiene sentido predecir qué va a ocurrir a partir del 2 de marzo. Solo nos interesa saber lo que es prioritario para la vida de cada uno de nosotros y para la sociedad en su conjunto cuando lo que se pretende es perpetuar el pasado en el presente. Europa. Estados Unidos. Los mercados. El poder de los terroristas que imponen la explotación económica, la degradación ambiental, la mercantilización de la cultura, el fraude y la corrupción, siguen dominando las organizaciones políticas, y son los verdaderos culpables de las injusticias cada vez más acusadas en el mundo entero. Y han de sentirse muy satisfechos de que sus influencias consigan que el pasado continúe siendo el presente de España.
¿Hasta cuando el binomio PP-PSOE, tengan el rostro o las siglas que tengan serán protagonistas?
He ahí el justificante de la agravación de las censuras políticas, que además no ocultan los rostros y las palabras -como ocurre con el actual, todavía en funciones ministro del Interior español-. Uno cree regresar a la más vieja y terrible historia de este país. La libertad de expresión -en palabras, obras de teatro, artículos, incluso libros (esto es lo que se conoce, ignoramos cuanto se rechaza por motivos ideológicos o religiosos) comienza a ser algo nauseabundo. Vivimos momentos en que al tiempo que se imponen condiciones de explotación leoninas a los trabajadores, se recortan derechos alcanzados tras grandes luchas en educación, sanidad, convivencia y leyes que regresan a la prisión perpetua o a la limitación de derechos como los de manifestación y expresión. Mientras el neocolonialismo, yanqui o de la banca europea y sus instituciones y gobiernos como el alemán, dominan a pueblos como los del Sur de Europa.
Por eso se necesitan actos más que palabras. Y denuncia de la usurpación que las derechas hacen con términos como democracia, justicia, libertad.
Es necesario el viento destructor de lo viejo y al tiempo purificador que pueda traer las ansias nuevas pregonadas en las calles de París o Madrid, por citar algunas. Nada hay sagrado, y con fuerza han de quemarse ideológicamente todos los catecismos que intentan mantener el viejo orden, la vieja ley, la herencia clerical como sagrados. No podemos permitir que sobre nuestras conciencias continúe imperando la violencia neofascista, el orden terrorista y embaucador al tiempo, que busca la destrucción del pensamiento y de la verdadera libertad.
Preferimos refugiarnos en la poesía, leer por ejemplo a Rimbaud -Sr Ministro, no es un ciudadano español, y sus libros pasaron la vieja censura, si puede usted leer los encontrará en alguna librería- a escuchar las palabras que día y noche agreden el lenguaje, sean de Merkel, Rajoy, Hollande o Sánchez.
Escuchaba uno de los últimos cuartetos de Beethoven. Era la belleza frente al feísmo que nos agrede por doquier. Y al fin, para recordar viejos tiempos de palabras y batallas, saqué el poema de Rimbaud que era otra especie de música agresiva contra los conformistas:
- ¿Qué son para vosotros, corazón mío, esos mantos de sangre
y de brasa, los mil asesinatos y los largos gritos
de rabia, sollozo de todo infierno derribando
cualquier orden, en tanto el Aquilón brama sobre sus ruinas?
¿Y toda venganza? ¡Nada! Mas a pesar de ello
lo deseamos! Industriales, príncipes, senados.
¡Pereced! Poder, justicia, historia: ¡abajo!
Esto nos es debido. ¡Sangre! ¡Sangre! ¡Llamas de oro!
Mi espíritu he entregado a la guerra, a la venganza,
al terror! Agitémonos mordiendo. ¡Ah!. ¡Pasad ya
Repúblicas de este mundo! Emperadores,
regimientos, colonos, pueblos: ¡Ya basta!
¡Qué joven era entonces Rimbaud!, ¿verdad?