Antonio López Alonso, médico y escritor necesario

Antonio López Alonso ha presentado en la Casa de Zamora en Madrid, la novela En las fronteras del amor (Ediciones Irreverentes), de la que es autor. A pesar del título tan romántico, el tema es la adopción ilegal de niños, en palabras del autor: «una de las tres grandes mafias que mueven el planeta, junto al tráfico de armas y el de drogas”.

Lopez-Alonso-fronteras-amor Antonio López Alonso, médico y escritor necesarioPero es evidente que, unido a esta actividad nada recomendable, se da un despliegue de sentimientos digno de ser novelado, y es en esa conjunción entre la mayor abyección humana inimaginable y los sentimientos de entrega amorosa más acendrada, donde nace la novela.

La acción se sitúa en España y se traslada al Sudeste asiático, concretamente a Camboya, donde la vida humana vale muy poco y se puede vender muy cara. En esta novela encontramos un drama que comparten muchas mujeres y muchas parejas. Una mujer busca con ansiedad desmedida ser madre. No lo consigue y, después de muchos intentos, tendrá como única solución posible la adopción. Pero adoptar un niño no resulta tan sencillo como se puede creer. Y ahí empieza el drama que, para este médico escritor, tuvo su inspiración en los robos de niños, hijos de las presas republicanas, de la cárcel de Ventas. El final de la novela, absolutamente sorpresivo para un lector que ha sido llevado hasta allí por el hilo rojo de la complicidad, revela un escritor que sabe manejar a la perfección los recursos del género negro sin dejarse asfixiar por ellos. Muy al contrario, buscará la solución más inesperada y mágica, he ahí lo que le diferencia del realismo y del naturalismo en sentido estricto.

Antonio López Alonso se declara escritor realista pero con un punto de magia que trasciende: «Amo una narrativa de personajes que se cuentan y se novelan entre sí»· Entre sus devociones literarias están La colmena de Camilo José Cela, El Quijote de Cervantes, La lluvia amarilla de Julio Llamazares y todos los «mochuelos, ratas y tiñosos» de Delibes. Como en este último, sus personajes maduran a medida que él envejece porque se deja la vida en ellos, son trozos de sí mismo, sus dolores le van llenando los huesos de reúmas y traumas. «Mis santos inocentes son todos cuantos me rodean y amo: mi familia, mis alumnos, mis enfermos. Por eso, mis novelas, todas, sin excepción, son de denuncia, de compromiso con la realidad y los que la sufren. Hay que comprometerse hasta donde sea necesario, sin limites».

antonio-lopez_alonso_fotografo Antonio López Alonso, médico y escritor necesarioAntonio López Alonso (Trefacio, Zamora, 1954), es médico de profesión y como tantos otros médicos (Laín Entralgo, Gregorio Marañón, Martín Santos), compatibiliza su vocación con la escritura necesaria. Una escritura que refleja sus preocupaciones humanísticas al contacto con la pérdida y el dolor extremos. Así, La niña de los tirabuzones rubios bucea en los abismos de la fecundación in vitro y de la clonación con fines terapeúticos. Su novela La rebelión de los vagabundos fue ganadora del V Premio Nacional de Novela Ciudad Ducal de Loeches. Es autor de ensayos como La angustia de Federico García Lorca (Edaf), A Miguel Hernández lo mataron lentamente, Carlos II El Hechizado (Ediciones Irreverentes) y Juan Negrín, del aula a las trincheras (Universidad de Alcalá de Henares). Otras de sus novelas destacadas son: Tierra de sombras y de luna, La noche en que el pueblo me quiso matar, Ecos de un dios lejano y El cuadro, el ciego y la corredora. Sus poemarios titulados Interiores y Reflejos de un árbol caído fueron prologados por Claudio Rodríguez.

 

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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