El amor, el sexo y el dinero en tiempos de crisis
Como dice un spot que he visto en un canal de televisión: “Woody Allen está sublime. No se la pierdan”…
No se pierdan Aprendiz de gigoló porque, efectivamente, Woody Allen está sublime, a la altura de sus mejores interpretaciones de siempre. Pero es que John Turturro –quien también es autor del guión y realizador- está muy bien pese a esa mirada de perro pachón que enternece desde Muerte entre las flores, Sharon Stone está perfecta en esposa melancólica en busca de aventuras especiales, la espectacular Sofía Vergara de Mother Family da el salto definitivo a la pantalla grande e, incluso, está casi bien Vanessa Paradis, quien fuera niña prodigio del espectáculo en Francia, en su papel de viuda judía ortodoxa de rasgos casi cadavéricos y delgadez extrema.
Yo, lo confieso, soy fan de Woody Allen pero, para no ocultar nada, debo decir que la crítica francesa –a la que con frecuencia recurro- no ha apreciado en absoluto lo que a mi me ha parecido un filme brillante y, en su inveterado chauvinismo, prácticamente salva solo a una de sus estrellas favoritas (Vanessa Paradis, a la que anteriormente salvó en Uno de dos, La chica del Puente o Los Seductores, tres películas que yo considero auténticos errores) y ha llegado a calificar el filme de “mausoleo de muertos vivientes” cuando es precisamente el reparto quien hace de Aprendiz de Gigoló una película que hay que ver.
Con la crisis actual de fondo, el librero Murray (Woody Allen) está cerrando su librería de toda la vida acompañado por Fioravente (John Turturro), el amigo florista, al que tampoco le funciona el negocio. El librero, judío sin duda para recuperar el mejor Allen, depresivo y cáustico, convence al florista para que se convierta en gigoló de señoras maduras, bajo su patrocinio y administración: el proxeneta se lleva el 40% del negocio sin poner más que una libreta y un lápiz…
Con este argumento al límite de lo improbable, la pareja consigue dar forma a una clásica comedia neoyorquina agridulce y agradable, divertida, más amoral que inmoral, con pretensiones de sexy (lo que no resulta fácil siempre) y en ocasiones hasta sorprendente. El jazz, la vida de los barrios de Nueva York donde los niños juegan al baseball en los descampados, y la comunidad judía, son otros tantos telones de fondo.
Siempre es divertido ver a Woody Allen reinterpretarse por enésima vez – en esta ocasión rodeado de una mujer y una prole de niños afro muy simpáticos- dirigido por otro. Aprendiz de gigoló se estrena en España el 30 de abril de 2014.