Aquello de la solidaridad

Cuaderno de bitácora, cuarto día del octavo mes de 2024

Estar a tanta distancia de la Tierra, de tu país, hace que realmente tomes distancia, ya me perdonarán la redundancia y el fácil juego de palabras, con los asuntos que acontecen en nuestro planeta. Continuamente nos consolamos por los asuntos que ocurren en nuestros lugares de procedencia y que parece que van a acabar con nuestros países, nuestras culturas, tradiciones, fronteras, en fin, cada día tenemos que asistir a dos o tres grupos por las noticias que llegan desde tan lejos.

Pero desde las estrellas se ve de otra manera, ves que lo que ocurre en casa pasa en otras muchas, que los mismos problemas o parecidos y que agobian a las poblaciones no son realmente tan graves, otros lugares tienen otros mucho más graves y se viven sin tanto dramatismo. 

La distancia física y temporal te hace relativizar y tomar conciencia de que lo que hoy parece inmutable hace un par de siglos era completamente diferente, y qué sabemos lo que deparará el futuro a nuestros países, a nuestras fronteras. La política, las costumbres, la información, los nuevos descubrimientos, el cambio climático, hacen imprevisible saber qué será no ya de nuestros países o fronteras, sino lo más desalentador, qué será de la especie humana.

Así que algunos asuntos se ven con cierta resignación por la tensión que generan y por los cambios que pueden traer que no necesariamente pueden ser buenos, o pueden resultar buenos para unos pocos y malos o muy malos para una parte importante de la sociedad.

Cosas que pasan en lugares relativamente pequeños pueden tener una trascendencia importante a gran escala por efecto contagio, por generar precedentes, y porque cuando se empieza un camino nuevo quizás no sepas a dónde te pueda llevar.

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En un pueblo al norte de la capital de mi país, un pueblo grande y rico está a punto de sufrir un cambio radical que afectará a toda la población.

Este pueblo está compuesto de cuatro núcleos urbanos, dos de ellos, los que están más al norte tienen un tratamiento fiscal distinto. Desde los tiempos del primer rey Borbón cuando se creó esta villa, a estos dos núcleos se les otorgó un trato especial porque fueron asignados a dos nobles norteños que se habían mantenido fieles al rey en sus luchas por la sucesión al trono. Además, fueron favorecidos con la instalación de sucesivos desarrollos industriales. Ellos gestionarían sus impuestos y acordarían con los otros dos enclaves un canon por los servicios que les prestarían. En definitiva, no aportarían a la caja común según su capacidad.

Los otros dos núcleos de población, a pesar de tener un resultado negativo, ya que prestaban más servicios a los norteños de lo que recibían por ellos, no se quejaban demasiado. El núcleo central y sureño, el más poblado, aportaba según los impuestos que pagaban, que eran menos de lo necesario para cubrir todas las necesidades que tenían. 

Pero el núcleo del este era un monte arbolado, en una zona con una situación y visión de la sierra magnífica, y allí solo se permitió construir verdaderos palacios, o casi, parcelas de varios miles de metros, aisladas unas de otras, con unas calidades y servicios de primer nivel. Era un núcleo reservado a ricos, gente muy rica. Los impuestos que pagaban por sus bienes inmuebles, el impuesto más importante, eran muy altos, porque realmente tenían mucho valor .

Y este núcleo con capacidad económica muy alta cubría las necesidades de la población menos favorecida y más necesitada de ayuda para equilibrar el sistema, que por otra parte era el principio de solidadridad fundador de la Constitución que regía en nuestro país. Aunque chocaba que esa misma Constitución amparara y protegiera los derechos históricos de los dos núcleos urbanos norteños en una clara contradicción con el principio de igualdad.

Los del núcleo del este, los ricos, ya estaban hartos de esta situación, de tener que pagar impuestos más caros por sus bienes para financiar a los otros, llegando a pensar que la culpa era de los menos favorecidos por no haberse esforzado más, y eso que mucha población trabajaba en sus domicilios y empresas y sabían bien lo que se esforzaban, y a lo mejor el problema estaba en que la riqueza que generaban unos y otros estaba mal repartida favoreciendo descaradamente a los primero frente a los segundos.

Mal que bien esta población rica en general ha ido funcionando y toda la población se vio favorecida de unos buenos servicios, mejorables siempre, y un reparto más razonable de los recursos, cumpliendo más o menos con aquello, lo repetimos, de colaborar al sostenimiento del sistema aportando según su capacidad y recibiendo según su necesidad.

Pero los últimos resultados electorales han cambiado el escenario, y los concejales obtenidos por el partido de las izquierdas en el núcleo del este, el rico, están por la labor de aliarse con los ricos que siempre defendieron o bien la separación del municipio o bien un régimen fiscal como el de los norteños.

Para la elección de la Alcaldía y el Equipo de Gobierno, aunque la mayoría son del grupo de las izquierdas son necesarios los votos de los concejales del núcleo del este, y en la negociación han aceptado que el barrio rico pueda tener la gestión de sus impuestos, aportando lo que supongan los servicios que preste el núcleo central y algo más para compensar la pérdida de recaudación.

Esto supondrá que en el barrio rico podrán bajar sus impuestos ya que son muy altos por el valor de sus bienes, con lo cual serán más ricos. Y en los barrios del centro y del sur tendrán que subir los impuestos para cubrir las necesidades que serán las mismas pero sin los recursos que aportaba el este, la población tendrá que dedicar más dinero a sus impuestos, recibirán menos ayudas y serán, en definitiva, más pobres.

Esta situación tiene a los vecinos y vecinas perplejos, no acaban de entender que un gobierno de izquierdas sea capaz plantear este cambio que rompe todos los principios de solidaridad que tanto dicen defender. Porque hasta ahora todas las explicaciones han sido vagas y confusas. 

Luis González Carrillo
Cordobés de nacimiento y comunero al vivir en estas tierras de Madrid desde su infancia. Funcionario de la administración local, redactor de miles de informes y comunicaciones que le han permitido ganar la concreción y claridad necesaria, eliminando todo lo accesorio, para componer poemas con la métrica japonesa del haiku, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, habiendo editado dos libros con estas composiciones, Haikuario y En la frontera; esa misma experiencia, y sus lecturas, le han permitido comentar más de cien libros de novela y ensayo publicados en diversos medios locales. Desde hace dos años, además de seguir con el haiku, viene publicando de manera regular artículos bajo la denominación de Cuaderno de bitácora, en un claro homenaje a la serie Star Trek, consiguiendo un observatorio ideal para expresar sus opiniones sobre el presente, el pasado y el futuro de todo lo que acontece en el mundo natural, político, social o personal.

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