Morir como un héroe o como un traidor. En todo caso, morir políticamente. Se está perfilando -si los dioses no lo remedian- el destino del presidente Artur Mas.
Es lástima que quien podía haber sido un gran president de la Generalitat, haya optado por convertirse en un personaje de tragedia. En uno de esos personajes que, en medio de un gran espectáculo, tan tremendista como inútil, terminan mal. Él lo ha elegido, en uso de su libertad -y abuso de su representatividad- escogiendo un camino de errores y temeridades.
La herencia que recibió del forjador de la Catalunya reconstruida, Jordi Pujol –que amorosamente le eligió a dedo- , no le obligaba a ser un heredero con una fidelidad servil y sin personalidad, sino a continuar y mejorar la tarea con nuevas cotas de ambición e idealismo para un pueblo con identidad y larga historia capaz y ansioso de asumir un mayor protagonismo en el futuro. Es demasiado corriente que los herederos se pateen la herencia recibida. Y esto le está ocurriendo a Artur Mas dividiendo internamente a la sociedad catalana y granjeándose la animadversión de fuera del país al que, miopemente, encierra en el concepto, bastante cursi, de “casa nostra”.
Es el precio de montarse precipitadamente en el corcel de “la rauxa” olvidando la otra virtud catalana del “seny”.
De las últimas sutiles maniobras políticas de Mas, algunos deducen señales de cierta rectificación. Negociada o no con altas instancias del Estado, ante la imposibilidad de seguir en un callejón sin salida -como no sea la traumática, que la mayoría no desea-, lo difícil será salvar la cara cuando se ha jugado al todo o nada. El héroe fácilmente puede convertirse en traidor. La tragedia está en su punto culminante.
La oratoria fácil y comunicativa de Artur Mas puede intentarlo todo. Pero las palabras, que aguantan mucho, no lo pueden todo. Sobre todo cuando no es la primera vez que intentan vender gato por liebre. Todo el mundo recuerda la negociación a la baja, con nocturnidad y alevosía (a espaldas de los otros partidos), con el presidente Zapatero del Estatut que había sido aprobado en el Parlament. Es difícil entender como, de un DIA para otro, cambia su objetivo de “Pacto Fiscal” por el de la Independencia, por mucho que se simule que se habían agotado todas las vías de una negociación, que no se planteó en serio. ¿Y quien puede comprender -más allá de estrategias políticas- que a finales de junio el Govern aún no tenga presupuesto?
Las palabras agudas y los gestos incisivos pueden parecer convincentes, pero la realidad es tozuda y la gente no se chupa el dedo. Artur Mas lo tiene mal en esta tragedia que ha contribuido decisivamente a montar y que alucinado por el ruidoso embate de una bella gran ola decidió liderar. ¿Héroe o mártir? Las urnas no le eligieron para una cosa ni para la otra, sino para gobernar un país plural y complejo. Que es lo que no hace, o , metido en este berenjenal, no puede hacer. Él lo ha escogido.
Con todo esto, se habrá perdido el tiempo, se habrá agravado la crisis económica, provocado una profunda crisis política y logrado una sociedad dividida, engañada y desconcertada…que no ve el final de esta alucinante y errónea jugada.
Y, encima, se habrá dilapidado una herencia de catalanidad y catalanismo fecunda y convivencial. Y, además, puede que, al final, se haya quemado a lo bonzo, una personalidad que aparecía como potente y válida, al frente de una fuerza política arraigada, ahora a la baja y perseguida por la justicia, como prometedor President de Catalunya. ¡Lástima!
Que el error y la temeridad no le cieguen y los dioses -no las bellas sirenas ni los fantasmas- le ayuden y le bendigan en su tarea primordial de gobernar, Molt Honorable señor Mas.
Querido Wifredo,
Los psicólogos solemos ver las cosas de otra manera.
Artur Mas en plan visionario iluminado ha elegido no gobernar, su única fijación obsesiva es el monotema de la independencia de Cataluña (contra España), a toda costa. Aparenta creer que al día siguiente de esa independencia unilateral y traumática, los problemas creados por políticos catalanes de varios colores -o de todos los colores- dejarán de existir. No se da cuenta de que a los problemas actuales se sumarán los que esa independencia acarreará consigo.
Yo solo espero que el seny catalán le frene, porque de él no espero ningún seny.