Audrey Hepburn en Suiza: La princesa que quería vivir

Quien no recuerda a Audrey Hepburn, la dulce actriz consagrada por Hollywood en aquel film memorable Vacaciones en Roma o La Princesa que quería vivir. En su exitosa carrera artística gano todos los premios: Oscar, Globo de oro, Emmy, Tony, Grammy y el mayor premio del mundo: la adoración del publico mundial.

Audrey-Hepburn-1956 Audrey Hepburn en Suiza: La princesa que quería vivir
Audrey Hepburn en 1956

Su fama fue tan grande que Unicef la convirtió en su Embajadora, realizando diversas misiones en África, Asia y América del sur, apoyando esta causa hasta el final de su vida, acontecida el 20 de enero de 1993, en Tolochenez, Suiza.

Quise conocer el lugar donde esta actriz y bailarina, modelo y gran señora vivió sus últimos treinta años, y quede sorprendida de la belleza del paisaje y la sencillez que la rodeó. Salimos en auto desde Ginebra según las indicaciones de Julia Cuneod de la Oficina de Turismo, por la carretera del lago, encontramos fácilmente el pueblo de Tolochenez, de apenas una centena de habitantes.

En el pequeño centro se encuentra la Administración Comunal donde me indicaron el camino a su casa, la Iglesia donde fue velada y el cementerio del pueblo donde esta enterrada.

Subiendo la colina entre chalés suizos, en el limite, se encuentra la casa de Audrey, dos plantas y catorce habitaciones, con un bello jardín. Dos grandes portones indican el acceso, uno de ellos, lleva el nombre de la mansión tallado en piedra “La Paisible”. Según me comentaron fue una de las primeras casas, construida en la región, a fines del siglo 18, actualmente rodeada de viñedos.

Audrey nació en Bruselas, Bélgica, el 4 de mayo de 1929, su madre era la baronesa Ella Van Heemstra, descendiente del rey Eduardo II de Inglaterra, de quien Audrey también se consideraba descendiente. Su padre era corredor de seguros y por esto la familia viajó con frecuencia y Audrey tuvo una educación esmerada, aprendiendo varias lenguas, entre ellas el holandés. Al divorciarse sus padres, se fue con su madre y sus dos hermanastros a vivir a casa del abuelo materno en los Países Bajos. Allí, continuó sus estudios de danza y piano. Pero al estallar la Segunda Guerra Mundial, su vida, como la de muchos niños, cambió drásticamente, mal alimentada conservó la secuela de la anemia toda su vida y la llaga de la guerra que nunca cicatrizó en su corazón.

Al finalizar el conflicto bélico, en 1945, se mudaron a Amsterdam, luego viajo a Londres donde se inclinó a la actuación, un tanto apremiada por la situación económica familiar y por su complexión física, proclive a la delgadez. Actuó en papeles pequeños hasta que fue seleccionada para hacer Gigi en Broadway, y pronto llegó su papel estelar en Hollywood, Vacaciones en Roma o La princesa que quería vivir, junto a Gregory Peck, quien fue su amigo toda la vida. Los parroquianos de Tolochenez me contaron que el actor hizo la oración fúnebre, en la pequeña capilla del pueblo, al morir Audrey.

Llegamos a la Capilla, entre cerezos florecidos y evocamos los momentos de su entierro, en el pequeño cementerio comunal. Su tumba, siempre con flores, se encuentra en la última fila mirando hacia los viñedos.

“Era encantadora, y era feliz aquí, todos la apreciabamos, -comenta una vecina y agrega- cuando murió mi padre, ella vino a darme sus condolencias. Era fina persona. También recuerdo su casamiento con Dotti, su presencia en Morges, donde iba de compras. A veces la encontraba andando en bicicleta y nos saludabamos. ”

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Audrey Hepburn, busto en Tolochenez. Arriba, casa de La Paisible

Sin duda, el pueblito revive con la presencia de visitantes y admiradores de la estrella. Por eso y por el recuerdo que Audrey dejó, han colocado un busto en la pequeña plaza del pueblo. Años atrás, me comentan en el despacho administrativo, había un museo en la casa, pero fue cerrado por orden de los hijos y la casa fue vendida. Actualmente, en el pueblo vecino de Morges hay una sala dedicada a la actriz, con fotos y algunas pertenencias.

Un comerciante me comentó que cuando había paparazzi en la zona los vecinos le avisaban, o la hacían salir por puertas traseras, una simpática complicidad con la diva famosa. Tal vez, esa fuera una de las razones que la hicieron vivir treinta años, en Suiza, alejada de la farándula pero en armonía con la gente y la naturaleza, cumpliendo con sus misiones en Unicef.

Sus vecinos, que la consideran una persona discreta y sensible no se sorprenden de su vínculo con la institución que se ocupa de la niñez, Audrey guardó siempre en su corazón las imágenes terribles de la guerra, el dolor de la muerte, el hambre y la pobreza.

En Unicef, se ocupó de las misiones y apoyó los diversos programas para los niños de África y Asia, antes de morir, viajó a Somalia dando soporte a la causa contra el Sida. Su obra y dedicación fue reconocida por la organización que le levanto una estatua en su sede de Nueva York, inaugurada en 2000.

Estuvo casada dos veces, la primera con Mel Ferrer, a quien conoció filmando La Guerra y la Paz, y con quien tuvo a su hijo Sean, el cual se ocupa de la Fundación Audrey Hepburn Childhood. Luego, se casó con Andrea Dotti, médico italiano con quien tuvo a su segundo hijo Luca. Quedó un tanto decepcionada de sus relaciones maritales y no se volvió a casar.

Dada su delicada salud, es admirable la incansable labor profesional que llevara a cabo durante tantos años y los éxitos obtenidos a través de su carrera artística.

Después de su triunfo en Vacaciones en Roma, continuo filmando películas de gran éxito: Sabrina, Breakfast at Tiffany, que le valió ser considerada un icono de la moda y la elegancia, Charade, Historia de una monja, un film donde presenta su faceta dramática. Actuó con los grandes galanes de Hollywood, William Holden, Cary Grant, Gregory Peck, Sean Connery, Rex Harrison, y su prestigio y fama alcanzaron apogeo. No obstante, a partir de 1967, sus actuaciones fueron esporádicas y su última aparición fue en 1989, desde entonces prefirió dedicarse a sus obras humanitarias. En el 2007, se subastó uno de sus vestidos y lo recaudado se destinó a dos escuelas en la India.

Su imagen elegante, sofisticada, llena de encanto con un toque de ingenuidad, se oponía a las visiones de las estrellas sexy de Hollywood, creando un estilo personal y único y revelando un sentir femenino que marcó una etapa en el cine mundial.

Al abandonar el pequeño cementerio de la colina, caminando por las callecitas del pueblo, el dulce aroma de los azahares envuelve el ambiente, Audrey se aparece entonces en su bicicleta, con su frágil figura, recordándonos …la princesa que quería vivir.

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