Largometraje documental que hace un recorrido por la vida y la obra de Luis Eduardo Aute –Eduardo para los amigos- en sus múltiples facetas de dibujante, pintor, cineasta, compositor e intérprete, “Aute Retrato”, de Gaizka Urresti (“Abstenerse agencias”, Premio Goya 2014 al mejor cortometraje de ficción, “El último guión: Buñuel en la memoria”, “Bendita calamidad”), celebra la obra de uno de los artistas más completos a base de declaraciones suyas, poemas, canciones, actuaciones y recuerdos propios, y de palabras de amor y reconocimiento de las tres generaciones de músicos, cantautores y amigos que se dieron cita en el concierto-homenaje “Animo, animal” de diciembre de 2018 en Madrid, un “grito a veinte voces” (Jessica Martin, Efe) que tenía que llegar hasta el sillón donde, desde hace más de dos años, Aute sigue convaleciendo de un gravísimo infarto seguido de dos meses en coma.
Compañeros, amigos y discípulos –siguiendo la definición de Joan Manuel Serrat-, desde Luis Mendo, Luis Pastor, Massiel, Rosa León, los cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, y el propio Serrat de la primera hora, cuando en espera de la muerte del dictador los textos de las canciones eran pura metáfora y siempre las cuatro y diez, hasta los “jóvenes” Rozalen, Marwan o Dani Martín, pasando por la generación que escuchó a Aute en las cassettes de sus padres (Ismael Serrano, Pedro Guerra, Jorge Drexler…), conforman la banda sonora de este documental que tiene a Miki Aute como narrador recurrente: el hijo –“los homenajes en vida”- nos habla de la génesis del concierto, nos cuenta algunos recuerdos, nos explica la evolución del estado del padre…
En esta película imprescindible están todos los Aute que nos han emocionado en medio siglo de estudios y escenarios, está el poeta –y el pintor- del amor, de la amistad, de la belleza, del erotismo y de la carne, el filósofo enamorado de la mujer como entelequia y de las mujeres, y también el humorista que ha sacado a relucir la vis cómica de muchas situaciones (“…entre los tres nos organizamos si puede ser”); el trovador de los pequeños detalles de una cotidianidad -“Cine, cine», “Pasaba por aquí”, “La belleza», “Al alba”, “De alguna manera”…- que no volverá a repetirse, porque si hay algo que ahora no falta nunca es un teléfono. Así que sí, visto desde este primer tercio del siglo XXI, Aute, como muchos de los que estamos en la rampa de salida, es un marciano que se ha caído de algún ovni.
Habitualmente, las películas más o menos biográficas sobre un personaje son panegíricos. Pero es que no puede ser de otra manera. Uno no pone todo su empeño, y sus conocimientos, al servicio de alguien que no te gusta o no te cae bien. En este caso también se cumple la norma, pero es natural porque es un artista –casi completo, siempre por delante, siempre en la vanguardia- como la copa de un pino y una buena persona. Yo he conocido a ese Aute sensible y solidario del que hablan en el documental, al casi adolescente chico con guitarra apabullado por el éxito de “Rosas en el mar”, al cantautor de los conciertos para apoyar una causa, al amigo en cuya casa la sobremesa se convertía en madrugada y desayuno, al artista que ha echado una mano a tantos que empezaban.
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Me sorprende, confieso, que en el afán por buscarle antecedentes, referencias y raíces, varias de las voces del documental hablen del cine de Truffaut y de Godard, de las canciones de los Beatles y de “Blowing in the Wind” de Bob Dylan, y nadie se haya acordado de Leonard Cohen, quien en su poesía mezcla de erótica y mística es para mí lo más parecido a Luis Eduardo Aute, en otras coordenadas.