La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ha promulgado la ley que pone fin al sistema electoral binominal, impuesto por la dictadura de Augusto Pinochet (1974-1990), que durante 25 años «distorsionó» la voluntad y la participación de las personas y que «limitó y lastró» la representación política, según destacó la mandataria, informa Andes.
En el Palacio de La Moneda, sede del gobierno, la presidenta Michelle Bachelet promulgó la nueva ley. Foto: Presidencia Chile«Hoy (27 de abril de 2015) es un gran día para la democracia y un día feliz para los ciudadanos de nuestra patria. Hoy hemos dejado atrás la condena del sistema binominal que por tanto tiempo limitó y lastró a nuestra representación política», destacó la mandataria en una ceremonia en el Palacio La Moneda, sede del gobierno.
Se esperó «un cuarto de siglo para este momento, y tras 25 años la patria acaba formalmente con el sistema binominal». «Tras 25 años quitamos el cerrojo que distorsionaba la voluntad y la participación de las personas», añadió.
Sin eufemismos, la gobernante afirmó que el binominal, sistema electoral único en el mundo que le da a la minoría el mismo valor que la mayoría, «era un sistema concebido a partir del miedo, el miedo a la libre determinación de las personas, a la representación plena, a la inclusión, a las mayorías, a la democracia. En definitiva, el miedo a la competencia y a la plena democracia».
A partir de ahora imperará un sistema proporcional que implicará, además, el aumento de 120 a 155 diputados a nivel nacional y de 38 a 50 senadores. La nueva ley comenzará a aplicarse a partir de 2017.
El sistema binominal heredado de la dictadura había perpetuado un «empate artificial» entre los dos principales bloques políticos y excluía a terceras fuerzas, porque en cada distrito o circunscripción se elegían solo dos candidatos, que se repartían entre la primera mayoría y la fuerza que salía segunda, pero que obtenía igual representación. Salvo en el caso que la primera doblara en votos a la otra, con lo que obtenía los dos cargos en disputa.
Además, el nuevo régimen electoral repartirá en forma proporcional, de acuerdo al sistema D’Hont, las representaciones y disminuirá de 60 a 28 las circunscripciones electorales.
A esto se suma que se establecen cupos impares en varias circunscripciones, lo que impide un escenario de «empate».
Según ha señalado el gobierno, el aumento de parlamentarios busca mejorar la representación en regiones y distritos que se encontraban subrepresentados respecto de su cantidad de habitantes.
Este fue uno de los puntos más criticados en la discusión del proyecto por la derechista Alianza, que denunció que el aumento de escaños se producía en zonas donde la Nueva Mayoría tenía más apoyo electoral. Por esta razón, la coalición recurrió al Tribunal Constitucional, instancia que finalmente desestimó el recurso.
Desde el retorno a la democracia en 1990 los cambios al sistema electoral fueron siempre resistidos por los opositores y conservadores partidos Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI) integrantes de la Alianza.
«Esta victoria no se debe a la imposición de un sector sobre otro, sino que obedece al diálogo entre los sectores», enfatizó la presidenta Bachelet. En este sentido, agradeció el trabajo de todos los parlamentarios en el Congreso y a los expresidentes.
«Hoy devolvemos a cada ciudadano el poder real de su voto; estamos apostando por el recambio generacional, por la inclusión, por bajar las barreras de entrada para los nuevos liderazgos y para los partidos pequeños», agregó.
Asimismo, destacó la ley de cuotas que asegura la participación de un 40% de mujeres en la política: «Estamos haciendo un gesto contundente de equidad de género: no más parlamentos en desequilibrio. Al menos un 40% de las candidaturas deberán ser femeninas y los partidos que promuevan esas candidaturas recibirán un incentivo extra», dijo la presidenta.