Ban Ki-moon sigue a Washington en Egipto

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, sigue negándose a calificar de golpe militar el derrocamiento del gobierno democrático de Egipto, pero arremetió contra sus fuerzas de seguridad por la masacre de civiles cometida este miércoles 14 en las calles de El Cairo, informa Thalif Deen (IPS) desde Naciones Unidas.

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Ban condenó en «los términos más firmes» la violencia que estalló cuando soldados egipcios hicieron uso de la fuerza para eliminar las sentadas y otras manifestaciones en la ciudad.

«Si bien la ONU (Organización de las Naciones Unidas) está aún reuniendo información precisa sobre los acontecimientos de hoy, parece que cientos de personas murieron o fueron heridas en choques entre fuerzas de seguridad y manifestantes», indicó Ban en un comunicado.

Interrogado por IPS acerca de la negativa del secretario general a calificar de golpe lo ocurrido a inicios del mes pasado, el portavoz asociado de la ONU, Farhan Haq, respondió: «Sin comentarios. Creo que el lenguaje del comunicado habla por sí mismo».

Según noticias despachadas desde El Cairo, los muertos llegan a 149, mientras los heridos sumarían más de 1.400.

El vicepresidente en funciones, Mohammad ElBaradei, exdirector de la Agencia Internacional de Energía Atómica y galardonado con el premio Nobel de la Paz, presentó su renuncia.

«La desgracia ha caído sobre Egipto», dijo a IPS el editor de Middle East Report, Chris Toensing.

La agonía de Egipto es para beneficio del ejército, la policía secreta y otros elementos del «Estado profundo», añadió. En los últimos dos años, con la voluntariosa cooperación de medios de comunicación estatales y privados, estos actores se presentaron ante la ciudadanía como los salvadores de la patria, describió Toensing.

«La masacre de hoy, lamentablemente, va a cimentar esa imagen en el futuro inmediato», opinó.

«Es el truco más repugnante del manual del autócrata. Gritar ‘cuando nos vayamos, vendrá el diluvio’, luego desaparecer del escenario público y esperar que ocurra el diluvio para regresar montado en un caballo blanco», deploró el analista.

«Y, para vergüenza de Estados Unidos, esto prueba que su único aliado en Egipto es el ejército, como lo ha sido desde los acuerdos de Camp David (1978) o incluso antes».

Los tímidos llamamientos a la moderación desde Estados Unidos, Europa y la ONU recuerdan el mismo tipo de actitud cada vez que Israel monta un asalto contra los territorios palestinos ocupados, añadió.

Estados Unidos fue el promotor del acuerdo de paz entre Israel y Egipto, firmado en 1979 tras los acuerdos de Camp David, y entregó miles de millones de dólares en ayuda militar y económica a los dos países.

Según dijo a IPS un diplomático árabe, Ban parece estar acatando la línea oficial de Washington, según la cual el derrocamiento del primer presidente democráticamente elegido de Egipto, Mohammad Morsi, fue un intento de «restaurar la democracia».

El secretario de estado (canciller) estadounidense, John Kerry, dijo la semana pasada a la prensa que «millones y millones de personas les pidieron a los militares que intervinieran. Según nuestro real saber y entender, el ejército no ha tomado el poder, al menos hasta ahora».

Si el gobierno de Barack Obama hubiera definido lo ocurrido como un golpe de estado, se habría visto obligado por ley a cortar toda asistencia a Egipto. Se trata de una suma que supera los 1.500 millones de dólares por año.

Washington teme que una medida tan drástica desestabilice aun más al país norafricano, ya sumido en una grave crisis política.

Para el académico Toby C. Jones, profesor asociado del departamento de historia de la Rutgers University, Washington sostiene una postura «hipócrita».

«Estados Unidos coloca su relación con Egipto en el marco de sus intereses estratégicos y de seguridad, así pues son los militares los que importan, y no los derechos humanos o la democracia», dijo Jones a IPS.

El gobierno de Obama tiene precisamente a quien quiere tener en el poder en Egipto, agregó.

«Desde luego, las autoridades estadounidenses preferirían que (los egipcios) se condujeran mejor y evitaran el tipo de violencia que estamos viendo, pero (no les preocupa) lo bastante como para emitir una dura condena o para considerar alternativas políticas», estimó Jones, doctorado en historia de Medio Oriente en la Stanford University.

Ante la pregunta de si el Consejo de Seguridad de la ONU estudiaría una propuesta de intervención en Egipto, el portavoz adjunto del foro mundial, Eduardo del Buey, dijo a los periodistas este miércoles que esa es una decisión de los miembros de ese órgano. «El secretario general no opinará al respecto», apuntó.

En su pronunciamiento, Ban recordó que unos días atrás había reiterado su pedido a todas las partes a reconsiderar sus acciones a la luz de las nuevas realidades políticas y del imperativo de evitar más pérdidas de vidas.

El secretario general dijo lamentar que las autoridades egipcias hayan elegido la fuerza para responder a las manifestaciones de seguidores del derrocado Morsi y envió sus condolencias a las familias de los fallecidos y sus deseos de pronta recuperación a todos los heridos.

Ban también indicó que la vasta mayoría del pueblo egipcio, cansada de las alteraciones que causan las manifestaciones de unos y otros, ansía que el país siga adelante en paz en un proceso conducido por los propios egipcios hacia la prosperidad y la democracia.

El funcionario llamó a todos los ciudadanos a dedicar sus esfuerzos a la promoción de una reconciliación realmente inclusiva.

Si bien admitió que el reloj de la política no vuelve atrás, Ban sostuvo asimismo que con la rica historia y la diversidad de puntos de vista que tiene Egipto, no es raro que sus ciudadanos discrepen sobre el camino a seguir.

Pero lo importante es que las opiniones se expresen con respeto y en paz, apuntó. No es esto, claro, lo que ocurrió este miércoles.

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