Bratislava homenajea a Von Kempelen, creador del autómata ‘El Turco’

La capital eslovaca, Bratislava, se ha reconciliado con la figura de uno de sus hijos natales, el escritor e inventor Wolfang Von Kempelen (1734-1804). Una importante exposición y la inauguración de un monumento han vuelto a recordar su histórica figura.

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Wolfgang von Kempelen con ‘El Turco’ bajo la silueta de la Bratislava del siglo XVIII por Xulio Formoso

Kempelen sin duda, ha pasado a la historia por la invención del autómata ‘El Turco’, que creó en 1769 y que podía jugar al ajedrez. Lo presentó un año después, en 1770, en el palacio de Schönbrunn a la emperatriz María Teresa de Austria (1717-1780) donde derrotó en treinta minutos al conde Ludwig Von Cobenzl (1753-1809).

Hay que aclarar que Kempelen fue consejero de la corte y acostumbraba a jugar al ajedrez en ella. Posteriormente, fue nombrado director de minas de sal en Hungría y consejero en Transilvania.

En su época ‘El Turco’ causó sensación calificando la máquina de “milagrosa e invencible” y desde entonces, y hasta hoy, ha generado numerosa literatura. La máquina era un torso vestido con ropas otomanas, turbante, con bigote y barba negra y ojos grises. Su brazo izquierdo sostenía una larga pipa y el derecho lo apoyaba en la parte superior del gabinete. En la parte superior, un tablero de marfil con cuadrículas rojas y blancas. Además contaba con tres puertas, una de ellas con maquinaria, una apertura y un cajón.

Además ‘El Turco’ tuvo giras por Europa desde 1783, en París, Londres, Leipzig, Dresde, Ámsterdam y Postdam. En 1783, en París, el conocido ajedrecista y músico francés, François-André Danican, apodado Philidor (1726-1795) le ganó aunque reconoció que había sido su partida «más agotadora».

Se enfrentó con importantes rivales como el político y científico Benjamín Franklin (1706-1790), el zar ruso Pablo I (1754-1801) y el propio Napoleón (1769-1821), en el castillo de Schönbrunn en 1809, durante la campaña de la batalla de Wagram, quien, como se sabe, lo puso a prueba, tras tres partidas que perdió, con una jugada ilegal por lo que el autómata derribó todas las piezas a lo que el emperador francés respondió: «¡Bagatela!» y se fue.

Jamás jugó contra el rey de Prusia Federico el Grande (1712-1786) ni contra la emperatriz Catalina II de Rusia (1729-1796) o el rey inglés Jorge III (1738-1820), a pesar de lo escrito al respecto.

Actualmente hay una exposición en Bratislava, en el Museo del Transporte, -ubicado cerca de la estación de trenes- dedicada a la figura de Von Kempelen y sus diferentes inventos, entre los que se encuentra, lógicamente, ‘El Turco’. Estará abierta hasta el 31 de octubre todos los días, excepto lunes, de 10.00 a 17.00 horas. La entrada es de 4 euros pero a grupos de más de cuatro personas, se le descuentan dos euros.

Andrei Goll, de la asociación cívica Aktiva, impulsor de la muestra y entusiasta de la figura del inventor, señaló: “El autómata arruinó su nombre y le hizo ganar la reputación de tramposo. Era un erudito, un hombre de la Ilustración que intentó hacer del mundo un lugar mejor”. La supuesta ‘trampa’ del autómata, de la que todavía se debate, tuvo lugar muchas décadas después, ya fallecido Von Kempelen.

Además del autómata, en la exposición se puede hacer un seguimiento de su vida e inventos, viendo sus modelos como la posible primera patente de la turbina de vapor. De hecho con el autómata ‘El Turco’ estuvo en Londres y quiso entrevistarse con James Watt (1736-1819), autor de varias patentes sobre turbinas de vapor, pero el inglés se negó a recibirle.

Toda su vida se dedicó a ayudar a los discapacitados, así como fue un pionero en la educación de ciegos, -fundó la primera escuela de ciegos del mundo, de la que saldría la de París donde estudió Luis Braille (1809-1852)- sordos y mudos. De hecho, construyó una cama ajustable para la emperatriz María Teresa de Austria e intentó imitar artificialmente el habla. Publicó en Viena en 1791 el libro ‘El mecanismo de la expresión humana con un discurso de la máquina del habla’.

También escribió una obra de teatro, un melodrama, ‘Andrómeda y Perseo’, -estrenada en Viena, Budapest, Praga y su ciudad natal- así como realizó dibujos y escribió poesía. En Viena, donde murió, en su honor se instituyó el premio Wolfgang von Kempelen de Ciencias.

Bratislava, entonces Presburg, floreció en esta etapa durante el siglo XVIII en el reinado de María Teresa de Austria, convirtiéndose en la mayor y más importante ciudad del territorio de las actuales Eslovaquia y Hungría. La población se triplicó, se construyeron nuevos palacios, monasterios y se convirtió en centro de la vida social y cultural de la región.

La estatua de Wolfang Von Kempelen se encuentra desde hace poco, en concreto desde marzo de este año, en el parque del Museo del Agua de su ciudad natal, donde es conocido como el ‘Leonardo da Vinci de Bratislava’. En la placa adjunta al monumento se le cita como barón aunque hay dudas de que, en vida, tuviera tal reconocimiento. El texto refleja: “Inventor, artista, aventurero pero sobre todo de Bratislava. Creó un inteligente sistema de bombeo que abasteció el castillo de Bratislava de agua.(…) Sobre todo conocido por el autómata del ajedrez, conocido como El Turco, (…) queda como recuerdo imborrable”.

Se conserva todavía su casa natal, de estilo barroco y donde tenía su taller en Dunajska, 20. Por desgracia, está en ruinas y no se conserva ninguna placa conmemorativa.

Por cierto, como curiosidad, en la misma ciudad hay un llamativo monumento al paparazzi, primero formaba parte de un local pero al cerrar ha pasado a la esquina de una calle.

En cuanto al autómata ‘El Turco’, tras la muerte de Von Kempelen fue comprado por el artista Johann Nepomuk Mazel (1772-1838) pasó brevemente, tras comprarlo por 30.000 francos, a la colección del príncipe Eugene de Beauharnais (1781-1824) de 1811  a 1817.

Tras volver a Mazel, hizo una gira por Estados Unidos y tras fallecer por fiebre amarilla, su administrador, John F. Ohl, lo vendió por 400 dólares a John Kearsley Mitchell (1798-1858), fue a parar al almacén del Museo Peale, conocido como el Museo chino de Filadelfia, donde tras 85 años de vida, el 5 de julio de 1854, fue destruido por un voraz incendio. Dicen que se oían voces que salían de la máquina diciendo ‘jaque, jaque’. Hoy hay réplicas de la figura en algunos lugares, uno de ellos, México.

Lo cierto es que todavía se discute si tenía o no intervención humana y cuál era. El hijo del último propietario, Silas Mitchell (1829-1914) declaró en 1857 en una revista de ajedrez, The Chess Monthly, que funcionaba en su interior con, al menos, quince jugadores durante toda su existencia, lo que inició todo tipo de teorías posteriores.

Entre los que participaron como ‘El Turco’ estarían Johann Allgaier (1763-1823), Henri Boncourt (1765-1840), Aaron Alexandre (1766-1850), William Lewis (1787-1870), Jacques François Mouret (1787-1837) y William Schlumberger (1800-1838).

Este autómata rememora a otro que tiene sello español, se llamaba ‘El ajedrecista’ y fue construido en 1912 por Leonardo Torres Quevedo (1852-1936) si bien no tuvo el éxito de ‘El Turco’ ya que era un mecanismo simple utilizando electroimanes, aunque algunos lo consideran el primer juego por ordenador de la historia. En 1924 creó un segundo autómata ajedrecista.

En lo literario, el escritor Edgar Allan Poe (1809-1849), que llegó a verlo en Richmond, escribió ‘El jugador de ajedrez de Maelzel’ publicado en 1836, basado en el paso de ‘El Turco’ a uno de sus propietarios y donde apunta que todo era un truco al existir alguien dentro del mecanismo.

También recordar ‘La partida de ajedrez’ de Ambrose Bierce (1842-1914) pequeño cuento fantástico de 1909, que también recrea, en cierto modo y de forma trágica, el enfrentamiento ajedrecístico entre un humano y un autómata.

Por último, citar el libro ‘La máquina de ajedrez’ del escritor y guionista alemán, Robert Lohr editado en 2005 por Grijalbo –tuvo una edición de bolsillo- donde recrea, de forma documentada, pero con bastantes licencias literarias, la historia de ‘El Turco’. El autor también tiene editado en la misma editorial, ‘La conjura de los sabios’ en 2010.

Jesús Cabaleiro Larrán
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, rama Periodismo con cursos de doctorado, estudios sobre Marruecos contemporáneo y el Sáhara Occidental. Más de 35 años de periodismo, la mayoría en prensa escrita, ha trabajado a ambas orillas del Estrecho de Gibraltar, casi 13 años en el extinto diario El Faro Información, en Algeciras, donde empezó de redactor y del que fue su último director y en Tánger dos años en un diario digital. Además ha participado en la mayoría de los Congresos de Periodistas del Estrecho desde el inicial en 1993 hasta 2019. Titulado en ajedrez por la UAH y UNED. Amante de Portugal. Ha publicado un libro, ‘Artículos periodísticos. Apuntes para la historia de la prensa de Algeciras’.

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