Budapest, la bella ciudad al borde del río Danubio, unificó en 1873 sus dos ciudades: Buda y Pest, configurándose en capital de Hungría. Mientras paseo por la colina Gellert puedo apreciar el Castillo Buda, el Museo de Bellas Artes y los vestigios de la antigua capital romana, Panonia. Con la llegada de las tribus magiares en el siglo IX DC. la ciudad creció, y se expandió la lengua magiar. En el siglo XV, Budapest fue en un gran centro cultural del Renacimiento. Esos esplendores humanísticos volvieron a revivirse cuando se convierte en la segunda capital del Imperio Austro-Húngaro.
“Fueron épocas gloriosas- me dice un anticuario mientras envuelve los finos vasos de colores, típicos de la cristalería húngara y añade- pasamos del Imperio al comunismo. Yo lo vivi de niño, en este mismo local, lo sacaron a mi padre a empujones, y le confiscaron todo. Nos quedamos sin nada, de la noche a la mañana. Yo no guardo rencor. El comunismo también es historia, ahora hay que aprovechar la libertad, aunque es difícil encontrar el rumbo”.
Fue el anticuario quien me sugirió escuchar un concierto de cámara en la Iglesia de San Matías cuyos cimientos datan del siglo XI, y donde fue coronado rey de Hungría Francisco José I de Austria, casado con la bella emperatriz Sissi.
Suelen haber conciertos en las iglesias y es un placer escuchar música en tan especial ambiente. Al salir de la iglesia me acerco a los balcones que dan sobre el Danubio y veo un maravilloso atardecer con el fondo del Parlamento, el más grande de Europa. Se distingue la isla donde se lleva a cabo el festival de Sziget, que según mi amigo Robbi Benzon, músico electrónico, es el festival de música popular mas grande de Europa.
De regreso a mi barrio, atravieso los barcitos donde se juntan muchos estudiantes. “Budapest se ha convertido en la capital de la despedida de solteros, -me dice el mozo del bar que me atiende- por un lado traen euros, por otro afean la ciudad las borracheras y los olores”. Compruebo que tiene algo de razón en su protesta.
Mientras camino observo la arquitectura de Budapest, ecléctica, aunque es relevante la presencia del Art Nouveau, hay bastantes casas deterioradas y algunas mansiones cerradas, la recuperación edilicia parece lenta, da un dejo bohemio a la ciudad, recuerdo que la palabra “Bohemia” deriva justamente de estos lares.
La ruta musical
Al día siguiente, espero en un café a Istvan Praczky, el editor de una de las más bellas revistas culturales de Europa “Budapest Finest Magazine”, le comento que Budapest se parece a Buenos Aires porque hay muchos cafés, también le digo que en Argentina vivió un gran artista húngaro Guyla Kosice, creador del movimiento MADI, deberían tenerlo en cuenta cuando terminen los arreglos del Museo Vasarely, el otro artista húngaro famoso, padre del Op Art, que ha donado sus obras a su país natal.
“Deberían hacerse muchas cosas en Budapest, que no se hacen!” exclama Istvan y me ofrece sus guías para ayudarme en mi descubrimiento de la ciudad.
Con sus consejos, preparo “mi ruta musical”, dejando el Memorial del músico Bela Bartok, creador de la Etnomusicología. A Liszt y Bartok los une el amor por Hungría; los dos fueron niños precoces, los dos se inspiraron en el mundo de los gitanos y las tradiciones folklóricas.
Me concentro en mi ruta del siglo XIX: el Conservatorio de Música, la Opera Nacional y la casa de Franz Liszt, cuando vivió en Budapest en sus últimos años.
Camino hasta la plaza que lleva su nombre y veo la Academia de Música Ferenc Liszt, fundada por el pianista y compositor el 14 de noviembre de 1875, es un imponente edificio neorrenacentista, con el interior de estilo Art Nouveau. Los frescos, las cerámicas y las estatuas forman un conjunto de sugestión y belleza y sus salas de concierto mantienen la decoración.
“Es un privilegio entrar en esta Academia, por su nivel y la excelencia de sus maestros” – dice Denen Anton, estudiante de clarinete, que nos da un breve concierto en uno de los estudios, al finalizar la visita guiada.
El Conservatorio alberga un centro de investigaciones y el Memorial Liszt con donaciones de sus manuscritos y libros. Liszt enseñó en este recinto, y dejo una herencia musical con su tarea docente, varios alumnos fueron famosos.
Aunque Liszt nació en Hungria, vivió en París y viajó con sus conciertos llegando a ser famoso en toda Europa. Como compositor pertenecía a la Nueva Escuela Alemana, más avanzada dentro de la tendencia romántica. Fue vanguardista para su época, creador del poema sinfónico, precursor de la técnica de la transformación temática y líder del Romanticismo.
Cuando se separó de la condesa Marie d’Agoult, con quien tuvo tres hijos, se dedicó especialmente a sus giras internacionales. Su virtuosismo tocando el piano y su peculiar estilo, lo convertieron en una celebridad musical.
En sus años avanzados, en Weimar, se dedicó a la composición. Ante la muerte de dos de sus hijos, se refugió en Roma. Su etapa en Budapest durante la década de 1860-70 fue docente y compartía su estancia con Weimar y Roma, siendo uno de los artistas que más ha viajado durante el siglo XIX. Al caerse de unas escaleras, su salud se complicó severamente muriendo en Bayreuth el 31 de julio de 1886. Se cumplen 130 años de su muerte.
La Opera Nacional de Budapest
En la bella calle Andrezzey con elegantes boutiques, se levanta la Opera Nacional, con una de las mejores acústicas del mundo, se inauguró en 1884, asistieron el emperador Francisco José y Sissi. Por esta Opera pasaron grandes directores: Gustav Maler, Richard Strauss y hoy, es sede de la Orquesta Filarmónica. Su cúpula esta decorada con la Apoteósis de la Música, su sala aloja 1289 espectadores y conserva su antiguo esplendor.
Liszt compuso poemas sinfónicos, corales, sonatas y conciertos para pianos, canciones y fantasías sobre melodías de opera, pero nunca operas.
Mientras camino hacia la casa de Liszt pienso en ese mundo musical del siglo XIX, con grandes músicos como Richard Wagner, Hector Berlioz, Edvard Grieg, Borodin. El talento de Liszt vive en obras que recuerda el inconsciente popular; Rapsodia Húngara, Preludios, Nuages gris, La góndola lugubre No. 1 y 2, R.W. Venezia, a la tumba de Richard Wagner, dedicado a quien fuera su yerno.
En un modesto edificio, en el primer piso, se encuentra el departamento que le cedieron cuando fue profesor de la Academia. Al entrar a la sala comedor nos recibe un gran piano de cola, a la izquierda está el salón principal con sillones y otro piano de cola. En el extremo del departamento, su recámara: se ve el escritorio de composición con piano, la biblioteca, su cama, cuadros, fotos, premios, un pequeño reclinatorio para sus oraciones, ya que era católico y realizó muchas obras de filantropía, queriendo hacerse religioso en sus últimos años.
Una vida dedicada a la música, con momentos de amor intenso y obras piadosas, una vida con éxitos mundiales y dolores afectivos, una vida con emociones profundas que se expresaron en su vasta obra musical.
Regresando, pienso en la vinculación de Liszt con el folklore húngaro, la importancia de la música gitana, las danzas y tradiciones. Será tema de otro viaje.
Al pasar por una calle, me detengo frente a un muro que parece pintado.
“Es pintado”- me dice un señor que lleva un violín.
Conversamos y se presenta: “Ferenc Karpule, músico de Violines Gitanos”.
Le comento que no pude escuchar música gitana, siendo tan oriunda. Me habla de la Orquesta Sinfónica Gitana de Budapest, de los conciertos que ofrecen y el valor de mantener esa tradición. Coincido en la importancia de la música gitana, debería ser más alentada.
Entonces, saca su violín y me interpreta una melodía.
Budapest se impregna de la música del violín de Ferenc, el alma gitana flota en el cielo magiar y navega por el Danubio….aún la escucho…