Se puede ser mal periodista, se puede ser mal periodista deportivo
Los aficionados del Real Madriz (RM) dieron, el sábado 14 de febrero, una contundente lección al periodismo deportivo, especialmente al madrileño: administraron una rotunda ovación al número 7, Cristiano Ronaldo, y silbaron contundentemente al portero, Iker Casillas.
Todo había empezado el sábado anterior, el 7 de febrero: el Atleti de Mdz. le propinó un avasallador 4-0 a un RM que parecía jugar a las chapas contra un equipo que jugaba al fúrgol (que es como dice Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, que se llama este deporte).
Las críticas al pasotismo del líder de la Liga fueron, lógica y merecidamente, destructivas. Pero por la noche, Ronaldo celebraba su reciente 30º cumpleaños, el 5 de febrero, y actuaba en ella un cantante latinoamericano de ésos que cantan cosas –que diría otro presidente, Rajoy–, quien colgó en Twitter unos vídeos de la fiesta, con lo que las cañas críticas deportivas se tornaron lanzas ‘ad hominem’ y el actual premio Balón de Oro se convirtió en blanco de todas las puyas y descalificaciones de periodistas y medios. Más o menos, Cristiano era un delincuente, ya no juvenil, que celebraba una fiesta con familia y amigos y algunos jugadores del RM en vez de estar llorando y fustigándose con haces de líctores por la derrota, de la que se había convertido en el principal artífice…
Hay que puntualizar que si en esa aciaga tarde –¡con sólo dos tiros a puerta, ninguno entre los tres palos, del RM a la portería del Atleti!–, el entrenador Ancelotti hubiera colocado un mojón de carretera en su portería, hubiera hecho casi el mismo servicio que Casillas; salvo en el segundo gol, el portero del RM pareció un modelo del Círculo de Bellas Artes de Madriz que aguantan estoicos e inmóviles que los dibujantes les tomen apuntes… No oí ni leí la más mínima crítica a la desastrosa tarde de Casillas, que bien es verdad que ha recuperado forma y reflejos –contra el Depor, hizo gala de ello en dos ocasiones, esta vez sí jaleado por el periodismo deportivo radiado–, máxime cuando había sido pitado desde que se anunció su nombre por megafonía y cada vez que tocaba el balón, hasta la primera gran parada.
Durante toda la vaya semanita, oímos toda clase de denuestos contra Cristiano Ronaldo, desde ser responsable por lo que había fallado, que falló, a más o menos estar prácticamente acabado con 30 años –¡y fiesta!–. Hablaban del actual Balón de Oro y co-Bota de Oro por la pasada temporada y de un futbolista que hasta diciembre batió todos los récords de goles por partido… Las vacaciones navideñas y el impresentable ‘bolo’ contra el Milan en Dubai han herido, confiemos (los madridistas) que no mortalmente, al RM y a Cristiano en particular.
Junto con los ultrajes a Ronaldo, el periodismo deportivo, imagino que también algunos del civil, pedía cada día a los aficionados que recibieran con pitos al equipo por la derrota y, sobre todo, al jugador por la fiesta. Naturalmente, con hipocresías tipo ‘la afición dictará sentencia el sábado’ y cosas por el estilo. Pero como las respuestas de invitados y oyentes a los que se preguntaba en los programas radiofónicos para que participaran en la deseada pira no concordaba con el deseo de los pirómanos –en Radio Marca, ni siquiera lo convalidaban los ‘culés’ que habitualmente se refieren a Ronaldo como ‘Balón de Hojalata’–, el tono fue dando circunloquios y cuando se supo lo que se sabía y no se contaba, la incendiaria prensa deportiva ya se conformaba con reprocharle a Cristiano que no hubiese sido hipócrita y hubiera colgado las imágenes de la fiesta (aun sabiendo que no había sido él sino un invitado imprudente que, por lo demás, deseaba promocionarse).
Lo que se supo que se sabía y no se contaba (hasta que Alfonso Queipo de Llano lo contó en ‘El Chiringuito de Jugones’, Josep Prederol, A3 Media, 130215) fue que, al mismo tiempo que se celebraba la fiesta de Cristiano, Iker Casillas celebraba su propia fiesta por el cumpleaños de su pareja. Y, ¿cuál era la diferencia entre ambas fiestas? Que en la de Casillas hubo un ‘pacto de caballeros’ para que no se filtrara a la prensa ni el hecho ni, mucho menos, imágenes.
¿Y quiénes eran los ‘caballeros’ que pactaron? De un lado, el anfitrión; del otro, periodistas deportivos –no sé si alguno civil– invitados a la fiesta. Repito: periodistas… Me gustaría saber si alguno de ellos fue de los que pusieron a parir a Cristiano por su fiesta. No lo sé, pero imagino que sí, pues no oí ni leí a ninguno que lo defendiera –y pido perdón humildemente a quienes lo hicieran, si los hubo–.
La previa del partido del sábado 14 contra el Depor era el último cartucho que podían disparar los programas deportivos de radio, que preguntaron ansiosamente a los aficionados que se encontraban en los aledaños del estadio Santiago Bernabéu: no oí ni a uno solo que viera motivos para reprochar nada a Ronaldo ni para pitar a su equipo por haber perdido un partido. Hubo quien acusó directamente a la prensa y los periodistas de querer montar un escámdalo. Ya había sido tajante y cortante Ancelotti en la rueda de prensa: “Igual que no dejo que nadie se entrometa en mi vida privada, yo no me entrometo en la de mis jugadores”. Quizás condicionados porque los políticos tomen a periodistas y ciudadanos por idiotas, éstos se han creído que el monte del fúrgol también es de orégano. A pesar de que ya le habían demostrado que no cuando la campaña de prensa generalizada contra el entrenador Mourinho y a pesar de los méritos que éste hizo…
Cuando Casillas saltó al campo para el precalentamiento, hubo pitos entre los 20.000 espectadores presentes, que, por el contrario, aplaudieron a Ronaldo, quien había de saludar a las gradas cuando evolucionaba por el campo; si había dudas, el ‘respetable’ las disipó cuando la megafonía anunció la alineación: pitidos al portero y aplausos al delantero.
Pero no crean que aprenden: les entra por una oreja y les sale por la opuesta… Al día siguiente, en ‘Carrusel Deportivo’ (Ser), Antonio Romero, el relator de los partidos del RN, no dejaba que la realidad le estropease el prejuicio: los «pitos recibidos por jugadores del Real Madrid: Cristiano, Casillas…». Al fin y al cabo sólo lo vieron/oyeron varios cientos de miles, en el campo y en la tele: la Ser miente a más…
En marzo de 1996, cuando en la Cope, Losantos, Herrero y los suyos insultaban con saña y con desprecio a los españoles que habían votado PSO en las elecciones de 1996, cuando todas las encuestas amañadas le daban la victoria a Aznar hasta por 19 puntos (la de Amando de Miguel), escribí en ‘Cambio 16’: “Ese periodismo que practican es propaganda; ese estilo que tienen no es estilo y ese país que predican no es el mío».
Pues lo mismo, cambiando país por fúrgol.
Como cierre del bucle melancólico que nos ocupa, la ridiculez de periodistas y periodismo deportivos tuvo broche de oro el día 16, cuando el diario ‘Marca’ reveló que, al mismísimo tiempo que Cristiano celebraba su periodísticamente publicitada fiesta y Casillas celebraba su periodísticamente escamoteada fiesta, el mismísimo presidente del Real Madriz, Florentino Pérez, asistía a otra que se celebró con motivo del cumpleaños del presidente del Castilla, filial del RM… A los pobres tuercebotas sólo les quedaba insultar al cantante latinoamericano que amenizó la primera de las tres fiestas. Y eso hicieron.
Nosotros, los periodistas, me parece que con demasiada frecuencia caemos en redacciones más de pasión que de objetividad, y, en algunos casos, de franco descuido por darle un calificativo; olvidándonos del público receptor.
En el Campeonato Mundial de Fútbol que ganó España, en Chile, ví una transmisión de un partido de la selección española. El relator (chileno, en directo, famoso, viajó a la sede como parte de un equipo especial, top, para cobertura, con los gastos et alt). Pasaron 35 minutos o más, en que a un delantero español lo mencionaba únicamente como «El Huache» o «El Huache Villa», lo último muy ocasionalmente; jugador que yo desconocía porque me intereso por el fútbol para las grandes competencias. En medio me contacté con la producción de la Estación en Chile y les manifesté tal observación, así que al final del primer tiempo escuché pronunciar «David Villa» y del porqué de su apodo.
Más tarde, en realidad me enteré que es «El Güaje» y no «El Huache» como escuchaba pronunciar.
Muy buen artículo. Pero este país, como señalas, es todo fúrgol y nada más que fúrgol para una inmensa mayoría de periodistas que adormecen al ciudadano con la complacencia de los poderes fácticos. Y así nos va