El lunes 16 de agosto de 2021, en la Cámara extraordinaria de los tribunales camboyanos (CETC), un tribunal especial creado en 2006 por las autoridades camboyanas y la ONU, ha comenzado el juicio de apelación por genocidio de Khieu Samphan, de noventa años, ex jefe de estado y último dirigente de los Jemeres Rojos que todavía sigue con vida. El tribunal dispone de tres días para pronunciarse.
Seguramente estamos asistiendo al último capítulo del largo proceso judicial que en Camboya ha juzgado los crímenes cometidos hace más de cuarenta años durante la dictadura de los Jemeres Rojos (1975-1979), en la que más de dos millones de camboyanos perdieron la vida en ejecuciones masivas y también a causa del hambre.
El juicio actual es la vista en apelación de la condena a cadena perpetua dictada el 16 de noviembre de 2018, cuando un tribunal mixto camboyano-internacional consideró a Khieu Samphan –y a Nuon Chea, «el hermano número 2», alto responsable Khmer fallecido en 2019-, culpables de exacciones cometidas «con vietnamitas, miembros de la comunidad musulmana Cham y otras minorías religiosas», además de obligar a trabajos forzados y llevar a cabo violaciones y matrimonios forzosos. Se les considera cómplices del genocidio cometido con dos millones de camboyanos en 1975 cuando los intelectuales y gran parte de la población de la capital, Phnom Penn, fueron deportados y obligados a trabajar en los campos.
Los Jemeres Rojos pretendían hacer de la Camboya budista una utopía socialista agraria, pero lo que crearon fue una dictadura de una brutalidad inédita hasta entonces.