Javier Fesser lo ha conseguido. Conseguir su compromiso de visibilizar a los campeones; a esos grandes; a esas personas que en muchas ocasiones son transparentes porque la vida no nos permite encontrarlos; porque encontrarlos quizá, nos lleve a averiguar quiénes son y en ese afán, no siempre estamos dispuestos a dar un poco de nuestro tiempo.
Y Fesser nos los ha enseñado en esta magnífica cinta. Son ellos, las personas que nacen con una discapacidad intelectual y logran lo que nosotros hacemos pero con esfuerzo; con tanto, que no siempre podríamos ponernos en su pellejo. Un equipo de baloncesto y un entrenador que no está convencido de su trabajo. Los personajes que son personas que podríamos conocer en un momento dado, nos emocionan porque en sus vidas también existe una historia; una que magistralmente el director nos hace participar secuencia a secuencia.
Podríamos hablar de realidad, pero en este caso concreto hablamos de una película; pero los protagonistas son el reflejo absoluto de esa, su sociedad, tantas veces ninguneada. Ternura; humor y sobre todo, la personalidad de los protagonistas que no nos dejan indiferentes; porque en la realidad, en su realidad, que no es ficción, también sienten, padecen, se quejan y son capaces de competir.
Campeones es el regalo que merecen estos chicos que han sido invisibles para muchos y hoy están siendo visibilizados por toda la sociedad. Toda acción es buena y es mejor si es para hacer que el resto del mundo los conozca; porque realmente en España, no se conocen los problemas reales que se asocian a estas discapacidades que no solamente conllevan esa dificultad. El resto, lo que maneja la salud mental; las dificultades para comunicarse; las patologías y otras enfermedades que tienen lugar y debutan en ese entorno son del todo desconocidas, como desconocida es la discapacidad intelectual globalmente.
Javier Fesser considera que detrás de su película aún queda mucho camino por hacer. Avanzaremos, añade, cuando nos desprendamos de las etiquetas y comprendamos que todos, absolutamente todos, estamos discapacitados para algunas cosas y supercapacitados para otras. Daremos un paso de gigante cuando entendamos de verdad que nada hay más atractivo y enriquecedor que lo que es diferente; y que lo normal, precisamente, es ser distinto».
Tener derechos, tener sentimientos, tener las mismas oportunidades son pequeños matices que nos deja entrever Javier al ponerse en su piel y contarlo en la cinta. Detrás de Campeones está la verdad de las personas que deben cada día sortear además de lo que tienen, las dificultades de la vida cotidiana.
Según Raúl Lucas, director de la Federación Madrileña de Deportistas con discapacidad intelectual, (FEMADI), la película “Cuenta el optimismo y la naturalidad con la que viven sus limitaciones los componentes del equipo; los prejuicios evidentes del entrenador, de su madre, y de una parte de la sociedad; el voluntarismo del responsable del equipo; la precariedad de medios con los que se trabaja… Todas estas situaciones, y otras muchas que pueden parecer exageradas, son frecuentes cuando te mueves en este entorno”.
Campeones es una historia de la vida; de la realidad; de todo lo que tienen que ver con la humanidad y con el deporte como hilo conductor. Trabajar en equipo, la constancia, el esfuerzo y todos los valores del deporte son los que debieran ser aplicados a la discapacidad porque ellos, lo consiguen así y los que les rodeamos tendríamos que tener más constancia al tratarlos, hacer un esfuerzo por ayudarlos y estar juntos como si fuésemos todos iguales; porque lo somos, da la casualidad.
La película es un lujo si hablamos de valores, educación, solidaridad, compañerismo y unión en toda la extensión de la palabra. Son unos campeones y Javier Fesser, otro, por hacerlos visibles en una vida como esta, en una magnífica cinta que no debe dejar de ver.