Banda de chicas y cine argentino en la Quincena
El premio Carroza de Oro de la Quincena de realizadores fue otorgado este año con carácter póstumo al director de cine francés Alain Resnais, fallecido el pasado mes de marzo poco antes del estreno de su última película «Aimer, boire et chanter». Aunque en español suena muy mal eso de carroza de oro para Alain Resnais, hay que subrayar que pocos son los cineastas que, como el genial Resnais, han sabido mantenerse tan jóvenes en su creación pasados ya los noventa años de edad.
Un cálido homenaje le ha rendido la Quincena en Cannes, con proyección de un film de montaje reflejo de su brillante carrera, al que asistieron su esposa y musa, la actriz francesa Sabine Azema, y su actor fetiche y alter ego cinematográfico, el actor André Dusollier. Dos películas de Resnais, «Le chant du styrene» y «Providence» han sido programadas por la Quincena en el marco de este póstumo homenaje.
En la apertura de la Quincena se ha proyectado la muy tónica «Banda de chicas» de la cineasta francesa Celine Sciamma, que cuenta las frustraciones y deseos de un grupo de adolescentes negras en un suburbio de París. Adolescentes que buscan afirmarse, en un medio social desfavorecido, en el que la autoridad paternal es remplazada a menudo por la del hermano mayor, y donde con récords de desempleo se han constituido verdaderos guetos según los orígenes y tradiciones religiosas de cada comunidad.
La protagonista es la joven estudiante Marieme, en ruptura con el medio escolar, que se afirma frente a su misógino y violento hermano integrándose en una banda de chicas negras del barrio. Sus anhelos y diversiones consisten en «bajar» a París a divertirse y enfrentarse a veces violentamente con otras bandas. Inspirada en hechos reales, de los que a menudo se hace eco la prensa,
El tema no es nuevo en el cine francés, y fue inaugurado con mucho talento por Mathieu Kasovitz en «El odio» 1995, con una película precursora de ese género de cine social o cine de «banlieues» (suburbios) que causó sensación. Desde entonces muchas son las películas que han buscado reflejar esa complicada realidad social en Francia. Celine Sciamma aborda el tema de la educación sentimental y la iniciación a la vida adulta de esas adolescentes con un telón de fondo social.
El tema de la violencia, la crisis económica, el desempleo, la crisis de la educación pública en esos barrios dejados de la mano de Dios y del gobierno, son evocados desde un ángulo bastante original, más musical, tónico y feminista, transformando su banda de chicas en heroínas románticas, y dejando un final abierto a su incierto devenir.
Celine Sciamma se dio a conocer en 2007 en Cannes con «Naissance des Pieuvres» premio Louis Delluc a la mejor ópera prima, que evocaba el tema del despertar al deseo y la homosexualidad en el seno de un equipo de natación sincronizada. Su segundo largometraje fue «Tomboy», sobre una niña que se viste de niño para integrarse en un grupo de chicos durante el verano. Película que marcó la apertura al festival de cine de Berlín en 2011 y ha provocado gran polémica en Francia, en donde los católicos más tradicionales e integristas se alzan contra toda referencia a la sexualidad o a la igualdad entre los sexos en la escuela.
Cine argentino en la Quincena con Diego Lerman
«Refugiado» del cineasta argentino Diego Lerman es una coproducción con Colombia, Francia y Alemania que nos habla del muy argentino y universal tema de la violencia de género. Esa a menudo ocultada y disculpada brutal violencia conyugal que sufren miles de mujeres en el mundo.
El autor de «Tan de repente» presentado en Locarno 2002, «Mientras tanto» seleccionado en la cine fundación de Cannes 2006, y «La mirada invisible», presentado en la Quincena en 2011, vuelve esta vez al festival de Cannes, con «Refugiado» un road movie urbano que cuenta la huida de una mujer brutalizada por su marido que se escapa de casa llevándose a su hijo con ella.
El guión está inspirado en un hecho real, aunque diferente que el de la ficción, que según cuenta Lerman sucedió en un edificio cercano a su lugar de trabajo en Buenos Aires. Pensando en sus propios hijos, decidió dar un papel preponderante a la mirada del niño que intenta comprender la brutal realidad que le cae encima.
Matti es ese niño desestabilizado por la violencia que sufre su madre, pero que vuelve a encontrar sus sueños infantiles jugando a ser superMatias en la casa en el campo de su abuela en donde se refugian huyendo del padre. Un acierto de casting ese dúo formado por la actriz Julieta Díaz y el niño Sebastián Molinaro, ambos excelentes.
Las opciones de puesta en escena, con mucha cámara móvil por momentos y con pausas y encuadres muy cuidados en otras secuencias, son deliberadas y están al servicio del relato, construido con emoción, sensibilidad y buen sentido del suspense, evitando escenas de gratuita violencia, que son siempre sugeridas. Un buen recurso de su guión consiste de hecho en dejar siempre fuera de campo al personaje del violento padre de familia, cuya amenazadora y posible aparición está siempre presente.