Si la presencia en “Personal Shopper” como protagonista de la joven actriz norteamericana Kristen Stewart –intérprete también de ‘Café Society’ de Woody Allen- había suscitado expectativas, la película del francés Olivier Assayas, rodada en francés e inglés, ha provocado sin embargo decepción en su proyección ante la prensa internacional.
La película cuenta la obsesión por el espiritismo, tras la muerte de su hermano, de una joven americana que vive en Paris y trabaja como asistente de moda, haciendo las compras de una excéntrica celebridad. Mucha ida y venida en las tiendas de lujo y en las calles de París, pero ni su historia sobre las ciencias ocultas ni sus personaje, me han llegado a interesar.
Las alusiones a Víctor Hugo y su afición por las sesiones de espiritismo, o la culta cita de los pintores Hilma y Klint, no es suficiente para otorgar solidez al poco interesante guión de Assayas, en esta película un tanto sombría y aburrida, en la que la joven Kristen Stewart, aunque muy fotogénica, no logra una gran actuación.
Algunos en la prensa van a menudo un poco deprisa a la hora de anunciarnos “grandes revelaciones”, pues Kristen Stewart, presentada como la nueva gran actriz del cine americano no resulta aquí tan extraordinaria, la prefiero ligera y sonriente en la comedia de Woody Allen.
“Mal de Pierres” de la francesa Nicole García ha sido otra decepción de la selección oficial, mal acogida en sesión de prensa, reactivando el eterno debate que surge cada año sobre la pertinencia de las películas francesas seleccionadas por Thierry Fremaux, director artístico del festival.
El guión de Jacques Fieschi y Nicole García es una adaptación de la novela homónima de Milena Agus que cuenta la historia de Gabrielle, -la actriz francesa Marion Cotillard-, una joven nacida en una familia de ricos agricultores en la Francia de los años cincuenta, que provoca un escándalo en la localidad en una época en que la mujer estaba predestinada al matrimonio.
Para resolver la crisis de esa hija que consideran alienada, la familia organiza una boda arreglada con un obrero agrícola de origen español, refugiado de la guerra de España –el actor hispano alemán Alex Brandemull-, lo que ella acepta para escapar al asilo.
El título alude a la enfermedad que padece Gabrielle, cálculos renales, y a su pasión por un joven militar, herido de la guerra de Indochina, que conoce en un centro de curas termales.
A mi juicio se trata de un buen ejemplo de fallida adaptación al cine de una novela que sin duda debe ser interesante, pues descubrimos al final de la película un elemento que tiene una importancia capital para entender el relato.
Como de costumbre, Marion Cotillard, actriz francesa, a mi juicio, sobrevalorada, se pasa de rosca en su dramatismo, y desde el comienzo la ficción resulta artificiosa y poco autentica. Un amigo crítico me contaba ayer una anécdota sobre nuestra actriz nacional Aurora Bautista, que le va de perlas a Marion Cotillard: durante un rodaje de un acartonado melodrama, nada más empezar, en el primer plano, la Bautista se puso a gesticular con excesivo dramatismo, y el director le dijo: “Aurora, chica, espera… que todavía no ha pasado nada!”.