La joven pianista Paula Ríos ha presentado en Madrid su disco ‘Cantar con los dedos», editado por ColumnaMusic y dedicado al joven Chopin y a otros pianistas de su círculo, como Thalberg, Bellini y Kalkbrenner, con los que compartió amistad, rivalidades, fiestas y su amor por el belcanto en el París de la primera mitad del siglo XIX.
El acto tuvo lugar en Madrid en La Quinta de Mahler el martes 14 de noviembre de 2017 y acompañaron a Paula Ríos María del Ser (Radio Clásica) y María Nagore, musicóloga.
Paula Ríos siente una especial devoción por la música de Chopin. Su debut discográfico Chopin en Mallorca fue grabado para el Museo Chopin de Valldemossa y presentado en la Chopin Society (Londres) con el piano del compositor. Tras el paréntesis que supuso la grabación de su siguiente disco Viento de Plata (Columna música), dedicado a la música de Rosa García Ascot, vuelve al universo chopiniano con Cantar con los dedos.
Y precisamente, según explicó María del Ser en la presentación, el título de este disco Cantar con los dedos es un homenaje a la Generación del 27 y muy especialmente a Rosa García Ascot, a quien Lorca dedicó un poema que contiene este verso, pues «cantar con los dedos es lo que logró hacer antes que nadie su adorado Chopin, quien, al igual que Bellini, intentaba que su «canto» llegara al corazón y al alma del hombre. Y Chopin, para ello, hace cantar al piano, algo que, con una originalidad asombrosa, sin seguir criterios de escuela ni emular a otros genios, consiguió.
Ello no fue sin resistencias, pues estando basada su música en las voces operísticas, los genios de la época consideraban una servidumbre someterse a ellas, por eso Paula Ríos pone especial énfasis en relacionar la música de Chopin con las óperas de Bellini cuya influencia quedó patente en sus composiciones para piano y ella, como investigadora, ha estado en Valldemossa y en Cremona siguiendo los pasos de ambos.
María Nagore, por su parte, centró su intervención en contextualizar aquel París en ebullición al que llegó Chopin en el otoño de 1831. Todas las piezas del disco, tanto las del propio Chopin como las de los otros que ayudan a ponerlo en su ambiente, están compuestas entre 1829 y 1835. Chopin y Bellini se conocieron en aquel París -y hay constancia de ello-, un París en el que había tal efervescencia de pianistas llegados de cualquier parte del mundo, que en los salones de la aristocracia y de la alta burguesía -llegadas también de cualquier parte del mundo- se celebraban a diario justas pianísticas, auténticos duelos entre genios que a veces, como ocurrió en el celebrado entre Liszt y Chopin, quedaron en tablas.
A lo largo de la presentación, Paula Ríos interpretó en directo alguna de las obras que integran el disco (nocturnos, romanzas, mazurcas) en un piano de cola Erard de 1910 perteneciente a la colección de pianos Muñoz, cuyo propietario, Eduardo Muñoz, lo había cedido expresamente para la ocasión.
El próximo proyecto de Paula Ríos serán las canciones infantiles compuestas por la Generación del 27, tanto en Madrid como en Barcelona.