Todo es pura pasión desde el principio en Catalina mía. Cuenta la historia de una niña, Catalina (Carmen Muñoz), que no puede parar de bailar (flamenco) ni para comer.
Tanto que su instructor-cuidador-entrenador (Indalecio Séura) ha de darle el arroz en la boca a cucharadas -grandes cucharadas, como a los niños desganados, para que traguen de una vez- con engaños, aprovechando el hueco que para ello le dejan los brazos, los hombros o la cabeza de Catalina. Nada.
Ella no para ni repara, ni siquiera cuando el suelo se le llena de arroz, cosa que a otros frenaría, y coge carrera ya del todo cuando le quitan el peinador. Adiós arroz, entonces, ya sólo baile y pasión desatada.
Jamás había visto bailar así flamenco ni no flamenco, de esta manera tan libre y a la vez pausada, arrebatada pero pautada, muy medida. Es flamenco contemporáneo.
A Catalina mía, sus tacones de flamenca la llevan de un paso a otro como si ella fuera una autómata. La autómata Catalina, carente por completo de voluntad, danza como si no hubiera más en el mundo, tal es el poder de lo que le arrebata el alma y el ánimo, el hambre y toda sed, la curiosidad incluso, ni ve ni oye.
Su entrenador la entretiene con historias de Catalina: Catalina la Grande de Rusia, Catalina de Medicis, fábulas alusivas al carácter de las catalinas que pasaron por el mundo dejando muestras de un carácter férreo… Ella, ni caso. hasta que él, por fin, ha de acompañarla en su flamenco con un dúo fabuloso que la contorsiona y la exprime, que la atrapa y la lanza de nuevo hasta convertirla en una especie de novia antigua y trágica sembrada de arroz, pero éste ya crudo, no comestible, para que ella se lo guise como y cuando quiera. Descansa, Catalina.
“Estamos ante una fantasía que narra un recorrido en el tiempo real e imaginario alrededor del personaje de Catalina. Historia, intrahistoria, imaginación, tradición y contemporaneidad son elementos que juegan y se entremezclan en el viaje. Creación de un universo propio surgido sin pretensiones, en el que los intérpretes conviven y se relacionan entre ellos y con ellos mismos como una necesidad de vivir su arte.” Así reza el anuncio de la función.
Un extracto de esta pieza obtuvo el Primer Premio de Coreografía en el XXVI Certamen de Coreografía de Danza Española y Flamenco de Madrid.
- Dirección: Carmen Muñoz.
Intérpretes: Carmen Muñoz e Indalecio Séura.
Iluminación: Olga García
Vestuario: Carmen Sánchez “La Genara”
Fotografía: Rogelio Cano
Fecha: 10 de junio de 2018
Espacio: Sala Mirador (Dr Fourquet, Lavapiés, Madrid).