Cerca de cuarenta mil personas viven del ocio nocturno en Barcelona

A pesar de que los botellones de la Capital Condal siguen dando de qué hablar (las fiestas de Merced de este fin de semana han congregado hasta treinta mil personas -hay 30 detenidos y 39 heridos-), lo cierto es que los locales nocturnos ya pueden abrir hasta las tres de la madrugada.

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Barcelona ya puede abrir los locales de ocio nocturno

Esta medida pone de relieve la necesidad de un sector del ocio nocturno que proporcione un espacio seguro tanto para el usuario como para la ciudadanía en general.

La paralización del sector también ha representado un freno para el desarrollo de la ciudad y para la atracción de talento, ya que la escena nocturna siempre ha representado un gran atractivo y una demostración de la calidad de vida que ofrecía Barcelona. «Alrededor de un 20 por ciento de los turistas en época pre-pandemia declaraba visitar Barcelona por su ocio nocturno», asegura Fabien Pecot, profesor de la escuela de negocios TBS y coordinador del estudio BCNit: Ocio Nocturno en la Barcelona Post-Covid19. Este informe lo presentaron en abril conjuntamente la escuela de negocios y los representantes del sector del ocio nocturno.

No obstante, la reciente aprobación por parte del Tribunal Supremo del uso del pase sanitario para los locales de ocio nocturno de Galicia, fue lo que provocó que el ejecutivo catalán considerase esta medida. A Pecot, la medida de enseñar el Pasaporte Covid en la entrada de los locales nocturnos le parece «el punto medio entre minimizar el riesgo sanitario, garantizar derechos individuales, y mantener la libertad a tener un trabajo para las 38.000 personas que viven del ocio nocturno». Además, cada día hay más empresarios que no pueden aguantar el ritmo y tienen que cerrar sus negocios, porque «cada vez hay más cansancio al intentar adaptarse a un marco legal que muta más que el propio virus», afirma.

De la misma manera, Pecot también cree que la reapertura del ocio nocturno puede dar un impulso importante en la vacunación en un sector de población, entre 18 y 30 años, en donde hay cierta reticencia a vacunarse. «La necesidad de salir y las ganas de volver a poder bailar con amigos superan la molestia de hacerse un test o la vacuna para la inmensa mayoría de los clientes de discotecas. Es más, creo que poder entrar a discotecas es un incentivo único para que los de 18-30 se vacunen o se testeen en masa», concluye el profesor.

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