César Rengifo, poeta y dramaturgo, pintor y muralista, escultor y comunicador social, siempre cuestionó en sus obras escritas y plásticas las prácticas inhumanas.
Siendo Premio Nacional de Pintura (1954) y Premio Nacional de Teatro (1980), demostró en sus obras un gran compromiso social; ellas enaltecen la literatura de Venezuela, pero sobre todo son reflejo de las luchas de la gente por conquistar sus derechos.
Al respecto de esta marcada inclinación, el propio autor se caracterizó diciendo «Lo que ocurre es que yo provengo del pueblo y voy ligado a él por sentimientos, por procedencia y, lógicamente, tiene que haber una fidelidad a esos sentimientos; creo que una de las tareas fundamentales de los artistas que provenimos del pueblo es ser consecuente con esa procedencia».
Este 14 de mayo, celebramos el centenario del nacimiento de Rengifo con el anuncio de su declaratoria como Patrimonio Cultural de la Nación y el traslado de sus restos al Panteón Nacional en homenaje a este artista integral.
Dicho cultor nació en Caracas el 14 de mayo de 1915. Estudió en la Academia de Bellas Artes egresando como graduado en dibujo, pintura y escultura. En 1936, participó en la fundación de la Asociación de Artes Plásticas de Venezuela. En 1939 se incorpora activamente a la lucha política con el Partido Comunista y es expulsado del país. Viajó por Perú y Colombia y, al retornar, trabajó como reportero y colaborador de varias revistas nacionales e internacionales. En 1965, coordina la Conferencia Mundial por la Libertad de los Presos Políticos Venezolanos. Falleció el 2 de noviembre de 1980 en Caracas, la ciudad que tanto quiso y a la que dedicó muchas de sus obras tal como «Una flor para mi ciudad».
El 5 de octubre de 2014, en el marco del III Congreso Nacional de Cultura, el presidente Nicolás Maduro decretó el 2015 como Año de César Rengifo. También creó el Movimiento Infantil y Juvenil de Teatro César Rengifo para llevarlo a las escuelas, a los liceos y así “los niños crezcan conociendo a Rengifo».
En relación al teatro, el mismo Rengifo señala su carácter político:«(…) No hay actividad humana que no sea política, todo cuanto hacemos, todo cuanto acontece a nuestro alrededor son hechos esencialmente políticos y el teatro fundamentalmente desde sus inicios hasta nuestros días ha sido siempre un teatro político. El teatro de Esquilo, de Eurípides, de Shakespeare, Moliere, Lope de Vega, de Berlold Brecht, son teatros políticos; es decir, no se debe pensar que pueda haber alguna actividad humana, y sobre todo en el campo ideológico, que esté desligada del contexto político».
Hablar de Rengifo es hablar de la cultura popular, un término que a veces no se valora en toda su fortaleza
«El término cultura popular está muy manoseado, porque a veces conlleva una connotación peyorativa. Es decir, dividen la cultura en dos: la que hace el pueblo y aquella que hacen los sectores que no se consideran pueblo, los sectores dominantes. La cultura no puede dividirse tajantemente en dos mitades y, claro, dentro de esta división muy sutilmente va implícito que la cultura superior es la cultura de los grupos predominantes y la cultura inferior es la cultura que hace el pueblo y esa se llama popular. Ahora, es muy importante tener claro que la cultura oficial, la creación cultivada en escuelas, academias, instituciones, siempre se nutre de lo que ha creado y crea el pueblo, se ha abonado en las raíces populares, (…) Por ejemplo, vamos a pensar que el arte que hace el pueblo no tiene oficio, no posee magnitud estética; pero resulta que si la tiene, lo que pasa es que no la sistematiza, no la comprime dentro de una coherencia de técnica, no la hace escolástica ¡pero si tenemos creaciones del pueblo y vamos a hacerlo con nuestro pueblo! Por ejemplo, vamos a hablar del rigor de los decimistas venezolanos; no sé si has oído Bolívar cantado por su pueblo, donde hay una parte de los decimistas del Zulia que te narran toda la vida de Bolívar en décimas; ahora, hay un rigor en esas décimas, un rigor en cuanto a acento tónico, e cuanto a musicalidad, en cuanto a medidas, consonancia y las metáforas. Hay un conocimiento idiomático intuitivo en el pueblo». Lo que dejó la tempestad, La fiesta de los moribundos, Manuelote, Un tal Ezequiel Zamora, Joaquina Sánchez, Apacuana y Cuaricurián, ¿Quién se robó esa batalla?, El raudal de los muertos cansados son obras teatrales de clara denuncia así como sus cuadros La Recluta, La flor del hijo, El hombre que llora por el hombre, Apamates de mayo, Paisaje marginal, Ruana roja y Las resignadas.
¡Cuántas interrogantes se suspenden en la línea del horizonte! Muchas de ellas sencillamente no existen. La mayor parte del tiempo nos empeñamos en buscar soluciones en lugar de reconocer que lo más revelador no es la palabra que contesta sino la voz de quien la pronuncia y el modo como la construyó.
César Rengifo hizo suyos los conflictos sociales, se armó de colores y letras para enfrentarlos y legó a Venezuela un arte para vivir.