Podría haber sido un fin de semana más, en pleno verano chileno. Sin embargo, a eso del mediodía del viernes dos de febrero, se iniciaron diferentes incendios casi al mismo tiempo en la región de Valparaíso, con distancias y tiempos que despertaron suspicacias.
Al parecer, esta tragedia no era sólo fuego producto de las altas temperaturas que han azotado al país estos últimos días, sino que la mayoría de los focos apuntan que estas llamas fueron provocadas intencionalmente.
Así es, no hay que ser un experto en el tema para deducir que la región de Valparaíso es extensa y los primeros siniestros fueron en la reserva del Lago Peñuelas, en Las Tablas de Viña del Mar, Lo Moscosos y Quebrada Escobar en Villa Alemana; así como en la zona poniente de Quilpué.
La propagación de los incendios, sin la presencia del factor humano más la intensidad de los vientos, hicieron que las llamas se desplegaran como una gran ola que devastó distintos puntos a su alrededor, el avance fue de sur a norte fue tan rápido que imposibilitó frenarlo para los brigadistas.
Digo ola, debido a que me es imposible no hacer una comparación con la madrugada del 27F, cuando el tsunami y terremoto del año 2010, también arrasaron sin piedad con lo que se les cruzó y destrozó la vida de un país completo.
Este febrero estival del 2024 es, sin duda, la mayor tragedia posterior a esa fatídica fecha.
La impunidad del cobarde
Fue así que en la noche del viernes 2 de febrero 2024, las llamas desde los cerros devoraron sin compasión a medida que marcaba las horas el reloj, hasta llegar a más de 43.000 hectáreas a nivel nacional, según datos de la ministra del Interior, Carolina Tohá, quién junto al ministro de Hacienda, Mario Marcel, facilitaron toda la información disponible a la prensa nacional e internacional.
Tohá señaló que existían hasta ese momento de tres mil a seis mil casas damnificadas, que existen quince albergues funcionando, que están trabajando diecisiete brigadas en la región de Valparaíso, que había más de trescientas personas desaparecidas, pero lo que no dejó de llamar la atención fue que la miseria humana no tiene límites, porque había criminales aprovechando esta tragedia como oportunidad para engañar a las víctimas llenando formularios falsos para poder optar a los beneficios que está entregando el gobierno chileno a los damnificados de la región de Valparaiso.
Es decir, no sólo existirían miserables que provocaron esta tragedia, para conocer la finalidad habrá que esperar las investigaciones que arrojará la fiscalía.
A primera vista, un trabajo orquestado para dañar, desestabilizar, generar miedo, en la ciudadanía. Con cero valores humanos, hacia quienes han perdido la vida, familias completas que vieron cómo se borraban sus sueños, su historia, quemando bosques sin piedad, brigadistas muertos, además de la flora y fauna.
Según la información entregada por el ministro Marcel, este incendio generó un impacto económico que comparado con siniestros anteriores, es gigantesco, ya que el 2023 costó a las arcas fiscales chilenas más de tres mil millones de dólares. Sin embargo, como aún todo es incierto, no pudo ni siquiera entregar cifras concretas de lo que significa este indolente fuego.
Militares a las calles
Durante el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, ya el año 2010 en Concepción, tuvo que sacar de los cuarteles a los militares. Este 2024, también se repite la historia, nuevamente salen a las calles con sus armas por el toque de queda impuesto por el actual presidente de la República, Gabriel Boric.
Desde las 18:00 horas hasta las diez de la mañana se prohibe la circulación de personas en toda la zona afectada debido a que las dificultades no terminan para las víctimas, no tienen electricidad y tampoco agua potable, y por si esto fuera poco, además deben cuidar lo suyo porque lamentablemente todavía hay miserables que siguen libres en las calles.