La televisión pública china CCTV difundió el pasado martes, 13 de julio de 2021, las imágenes del encuentro entre una pareja y su hijo, que había sido secuestrado veinticuatro años antes.
Se trata de una historia real, que fue llevada al cine, y que ha tenido un final digno de Hollywood, según ha contado el informativo del canal francés LCI.
Los hechos se remontan a 1997 cuando el hijo de Guo Gangtang, quien entonces contaba dos años, fue secuestrado mientras jugaba ante el domicilio familiar en la provincia de Shandong, al este del país.
Tras la desaparición del niño, Guo Gangtang dejó su trabajo y en una moto, adornada con grandes banderas y una fotografía del niño, se dedicó a recorrer la inmensidad que es China, empeño en el que ha permanecido durante los veinticuatro años transcurridos desde entonces y que se ha traducido en más de quinientos mil kilómetros recorridos y una vida plagada de obstáculos y carencias, que le obligó a dormir bajo numerosos puentes y a ejercer la mendicidad para poder continuar la búsqueda del hijo quien, según manifestaciones del ministerio de la Seguridad Pública, tras ser secuestrado fue inmediatamente vendido a una pareja sin descendencia.
Finalmente padre e hijo han podido abrazarse gracias a un test de ADN efectuado por la policía: el joven, que tiene ahora vientiséis años, es profesor en una escuela de la provincia de Henan, en el centro del país. La CCTV emitió el martes imágenes de los padres llorando mientras abrazaban al chico: «Todo lo que suceda a partir de ahora solo puede ser felicidad», declaró Guo Gangtang a la agencia Cina News Service.
La historia de esta familia ha servido para recordar que, a partir de 1979, prosperó en China un auténtico negocio de tráfico de niños desencadenado por «la política del hijo único» –implantada para frenar el desbocado aumento de la demografía-, que incrementó los secuestros de niños varones, motivados por la tradicional preferencia de los niños frente a las niñas, vendidos después a parejas que deseaban un heredero. Fuentes oficiales han declarado que las pruebas de ADN han permitido, hasta la fecha, localizar a más de 2600 jóvenes que fueron secuestrados en su infancia.
El 1 de enero de 2016 entró en vigor la ley que ponía fin a la política del hijo único y permitía a las parejas chinas tener un segundo hijo; y este mismo año, en el pasado mes de mayo de 2021, y ante la caída de la natalidad, la agencia oficial Xinhua anunció la decisión del politburó, presidido por el presidente Xi Jinping, de autorizar que las parejas puedan tener un tercer hijo. Una medida indispensable ante el envejecimiento de la población.
La política china del hijo único llevó a situaciones tan aberrantes como la puesta en práctica por un banco municipal de la región de Jiaozuo, que en 2015 repartió entre sus empleados una circular en la que les imponía la obligación de pedir permiso a la dirección cuando desearan tener un hijo: el incumplimiento se castigaba con multas de mil yuans (unos 148 euros), la retirada de la paga extraordinaria de final de año y la imposibilidad de ascender en el escalafón. El documento de la empresa decía textualmente que «solo los empleados casados que llevaran más de un año trabajando en el banco podían inscribirse en la planificación familiar para tener un hijo».