«Viens je t’emmene», que podemos libremente traducir por «Ven, te llevo conmigo», es el sexto largometraje del cineasta, guionista y escritor francés Alain Guiraudie. Una película que no deja indiferente, que interpela y perturba al espectador, una fantasía burlesca que nos habla de temas de candente actualidad social, pero con la ligereza de un absurdo vodevil.
«Viens je t’emmene» llega cinco años después de «Rester vertical», seleccionada en Cannes en 2016, y del gran éxito internacional de «L’inconnu du lac» («El desconocido del lago» 2013, presentado en Cannes en la sección «Una cierta mirada». Festival que le ha invitado a menudo desde la presentación en la Quincena de realizadores de su mediometraje «Ce vieux rêve qui bouge» premio Jean Vigo 2001 y más tarde con «El rey de la evasión» en 2009.
En continuidad con sus obsesiones temáticas, el siempre original Alain Guiraudie nos propone en esta ocasión una comedia burlesca que se desarrolla en Clermont Ferrand, una ciudad poco visitada por el cine francés y de la que obtiene logradas localizaciones, creando en pleno invierno una atmósfera muy urbana y fría en esa ciudad anclada en paisajes montañosos, telón de fondo de la comedia.
Sus calles son recorridas cada día por su protagonista Mederic, adicto a la solitaria práctica del jogging y vestido con un chándal bien ajustado, negro, con franjas rojas y amarillo fluo, que puede hacer pensar en un disfraz de patético supermán. En uno de sus deportivos desplazamientos Mederic se declara a Isadora una prostituta cincuentona, tan sorprendida como el propio espectador al escuchar que ese hombre se dice contra la prostitución, y espera seducirla sin tener que pagar ningún dinero.
Así empieza esta comedia un tanto surrealista que opta por la comicidad del absurdo para hablarnos de la paranoia y de los prejuicios anclados en la sociedad francesa a partir de esa ciudad en donde se produce un terrible atentado terrorista. El amor «fou» de Mederic, personaje de ambigua sexualidad es el eje de esta comedia en la que cada uno de sus personajes son arquetipos sociales y al mismo tiempo se muestran repletos de contradicciones.
Inquieto y temeroso Mederic tiene tendencia a denunciar a la policía todo lo que le parece sospechoso. El miedo del extranjero y del musulmán en el seno de una comunidad de vecinos, en esos días en que la televisión agita el temor y la paranoia colectiva, surge con la llegada de un joven árabe sin domicilio fijo, al que todos confunden con uno de los posibles terroristas en fuga.
Asistimos así a jugosos diálogos entre el solitario Mederic, su amiga Florence que le propone trabajar juntos, y el facha de la comunidad armado hasta los dientes, pero fumador de marijuana, los policías que vigilan el lugar, o un matrimonio árabe ejemplo de buena «integración». Una comunidad desgarrada entre la necesaria solidaridad humana y la paranoia antiterrorista.
Sin olvidar tampoco a los personajes que pueblan el pintoresco hotel de France, donde se dan cita los amantes, con un propietario que parece salido de una película de vampiros (el actor Yves Robert Viala) y una niña que trabaja en la recepción (Miveck Packa), con la excusa -muy de moda en nuestros días- de efectuar unas prácticas en el medio laboral.
La sorpresa es que la prostituta ninfómana Isadora tiene un marido o chulo muy celoso, lo que va a crear situaciones cómicas propias del vodevil. Guiraudie aborda así uno de sus temas recurrentes: los prejuicios humanos en torno a la homosexualidad y la heterosexualidad en las relaciones humanas. Su mirada transgresora filma con evidente realismo y en plano medio las escenas de sexo con cuerpos desnudos que escapan a los habituales cánones de belleza. Secuencias interrumpidas con humor vodevilesco, cuando aparece el marido violento y celoso.
La comedia está servida por un ajustado casting de protagonistas como Jean Charles Clichet (Mederic), Noemie Lvovski (Isadora) y de secundarios como Michel Masiero, Farida Rahouadj o Dora Tillier.
Alain Guiraudie reconoce que una de sus fuentes de inspiración para describir esa fauna humana han sido dos películas de Pedro Almodóvar: «Que he hecho yo para merecer esto», y «Mujeres al borde de un ataque de nervios», pero también un clásico que venera particularmente, «La regla del juego» de Jean Renoir. Cierto es que el cine de Guiraudie se sitúa en esa vena un tanto surrealista del cine francés, que va de Bertrand Blier a Bruno Dumont, realizadores que no esconden su admiración por la obra de Luis Buñuel.
La irónica escena final de «Viens je t’emmene» me ha hecho pensar por cierto en aquella partida de tute final en «Viridiana» del gran maestro aragonés.