Si no vieron todavía la exposición “Íconos del arte moderno, la colección Shchukin” (“Icones de l’art moderne. La Collection Chtchoukine”) que abrió sus puertas el pasado 22 de octubre en la Fundación Vuitton de París, tienen todavía tiempo de verla hasta el próximo 5 de marzo. El éxito de la exposición, con más de seiscientos mil visitantes en tres meses, ha llevado a los organizadores a prolongar el evento dos semanas mas. Un consejo, reservar los billetes por internet para limitar las colas de espera.
Colección Shchukin en la Fundación Vuitton en París, cartelLa colección de obras de arte reunida por Shchukin entre 1898 y 1914 en su palacio de Trubetskoi es todo un mito del arte contemporáneo. Desde 1908 su galería moscovita abierta al público contribuyó a la formación de los artistas vanguardistas rusos de la época, como Malevitch, Rodchenko o Larionov, algunas de cuyas obras se pueden ver también en la exposición de París.
Con la revolución rusa, la colección fue confiscada y estatizada mediante un decreto de Lenin en 1918, mientras que el millonario coleccionista huyó del país y se refugió en París. Su exhibición fue prohibida durante largos años por Stalin, siendo trasladada en 1948 al Museo Pushkin de Moscú y al Museo del Hermitage de San Petersburgo.
La Fundación Vuitton ha reunido por vez primera en esta exposición una parte importante (150 sobre un total de 278 obras) de la espectacular colección de arte de este rico industrial ruso, Serguei Shchukin ( en francés Chtchoukine), fallecido en 1936, a los ochenta y dos años de edad. Una ocasión única para poder ver ese patrimonio artístico en París.
La intuición y el exquisito gusto de un coleccionista ruso
Coleccionista visionario e intuitivo, Shchukin, gran magnate de la industria textil, era un hombre solitario que tuvo que vencer su tartamudeo, y probó su inmenso olfato artístico al transformar su vida en la de un mecenas del arte moderno.
En contacto en la capital francesa con marchantes de arte desde 1897 Shchukin entabló una estrecha y duradera relación en particular con Matisse al que le encargó varias de sus obras maestras como “La danza, “La música”, o “La habitación roja”. Matisse será así la verdadera columna vertebral de su colección.
Señalemos que tanto “La danza” como “La música” no figuran sin embargo en la exposición de París, pues los conservadores han estimado que no podían ser desplazados por razones de seguridad y restauración. Verdadero mecenas de Matisse, Shchukin, mantuvo también con el artista una nutrida relación epistolar.
Entre las veintidós obras de Matisse expuestas en París, figura la muy célebre “Armonía en rojo”, también llamada “La habitación roja”, de la que se cuenta que Matisse ya la había vendido y enmarcado cuando decidió, en el último momento, cambiar el fondo azul por el rojo, con gran sorpresa de Shchukin, quien no dijo nada y respetó la decisión del artista. El cuadro se ha convertido en obra emblemática y representativa del estilo pictórico de Matisse, con su utilización de colores vivos y puros de acentuado contraste.
Relación privilegiada estableció también el coleccionista ruso con el español Pablo Picasso, al que le compró nada menos que 50 obras. “¡Si una obra de arte te emociona, cómprala!, solía decir Shchukin, verdadero sabueso y descubridor del arte contemporáneo, que supo ver antes que otros en sus comienzos el talento de lo que era tan solo entonces un grupo de prometedores artistas en el París de principios del siglo XX.
Catorce salas para los íconos del arte moderno
De los grandes maestros del arte francés, impresionistas, postimpresionistas, modernos, fovistas o cubistas, son 127 las obras presentadas aquí: 29 de Picasso, 22 de Matisse, 12 de Gauguin, así como obras escogidas de Renoir, Degas, Monet, Derain, Cezanne, Pissarro, Rousseau, Van Gogh, o Toulouse Lautrec, entre otros. A lo que hay que añadir una treintena de obras de los pintores vanguardistas rusos que forman parte también de su colección.
La exposición “Íconos del arte moderno” organizada por la comisaria Anne Baldassari (exdirectora del Museo Picasso de París), se estructura en catorce salas, empezando por la presentación del coleccionista y de sus pintores favoritos, a través de toda una serie de autorretratos, representación de los principales movimientos pictóricos del siglo XX.
A renglón seguido bajo el titulo “La danza y la música”, el espectador es invitado a un espectáculo audiovisual proyectado en varias pantallas murales. Dos realizadores: el británico Peter Grenenaway y su esposa, la holandesa Saskia Boddeke, han filmado para esta ocasión un diálogo imaginario entre Henri Matisse y Serguei Shchukine, en torno a dos famosas pinturas del artista “La danza” y “La música”, creando una especie de poema multimedia.
El recorrido prosigue con “La primera colección” que reúne, entre otras, obras de Gustave Courbet, Frank William Brangwyn, Jean Baptiste Armand Guillaumin, o la magnifica acuarela “Los saltimbanquis” 1905, de Pablo Picasso. Cinco espacios o salas monográficas están consagradas sucesivamente a Claude Monet maestro del impresionismo, a Paul Cezanne, el fovismo y el cubismo, a Paul Gauguin con sus pinturas en Tahití, a Henri Matisse con algunas de sus mas célebres obras, y a Pablo Picasso del que podemos descubrir obras poco vistas fuera de los citados museos rusos.
Señalemos también las salas temáticas dedicadas a los retratos, y a los bodegones con obras de Degas, Cezanne, Matisse o Picasso, Derain, Gauguin etc… y las salas denominadas Confrontacion uno, dos, tres, y cuatro, en donde se confrontan las obras de los ya citados artistas con la obra de los vanguardistas rusos, en torno a temas diferentes: la pintura y el desnudo, la influencia del cubismo en esa vanguardia pictórica, o la sala denominada “las cuatro dimensiones”, en donde se pueden ver las ultimas adquisiciones del coleccionista ruso, entre ellas cuatro cuadros de Pablo Picasso: “El violón” 1912, “Violón y vasos en una mesa” 1913, “Botella de Pernod” 1912, o “Vaso y pera cortada sobre una mesa” 1914.
Por último, en la confrontación 4, denominada “Prototipos de la nueva pintura” obras tan conocidas como “Pierrot y Arlequin” de Cezanne, o “Tazón y botella negra” de Picasso ven reflejada su influencia en los cuadros de los vanguardistas rusos como Kazemir Malevitch, Olga Rozanova o Ivan Kliune, poniendo punto final a la exposición.