El filme «Colossal», cuarto largometraje del santanderino Nacho Vigalondo (“7,35 de la mañana”, “Domingo”, “Marisa”), protagonizada por Anne Hathaway (Oscar a la Mejor Actriz por “Los miserables”, “Amor y otras drogas”, “Los mejors enemigos”) y Jason Sudeikis (“Somos los Miller”) es, evidentemente, una historia concebida para hacer las delicias de un público fiel que adora el género ciencia ficción, monstruos, comics, terror con una dosis de humor y algunos otros alicientes.
Gloria (Anne Hathaway), una chica que salta de fiesta en fiesta y a veces no sabe donde se despierta, decide dejar Nueva York y volver a su ciudad natal tras haber perdido su trabajo y después de que su novio la eche de la casa que comparten. Allí se encuentra con su amigo de la infancia Oscar (Jason Sudeikis), propietario de un bar que la contrata como camarera. Pero, cuando en las noticias informan de que un monstruo gigantesco está creando el pánico y destruyendo la ciudad de Seúl, se da cuenta de que los gestos del monstruos le resultan muy familiares
Para evitar que la destrucción vaya a más tendrá que averiguar el papel de su insignificante existencia en un evento colosal que podría cambiar el destino del mundo.
Psicodrama de horror, medio thriller psicológico medio comedia de ciencia ficción, y también medio romance, es un cuento para adultos previsible, repetitivo por momentos y a veces incoherente, salido de la mente del realizador que es también el autor del guión, algo de estilo Gozilla, que se detiene también en las consecuencias del abuso del alcohol y el sentimiento de posesión mal gestionado, todo ello en un ambiente sombrío y con –en mi opinión- el único encanto de Anne Hathaway, que tiene secuencias encantadoras en su representación de esa mujer imperfecta y vulnerable.
Lo que empieza como la comedia romántica de una mujer que lucha con sus demonios para intentar recomponer los pedazos de su vida se va trasladando hacia la película de monstruos que acaba siendo: en primer lugar del monstruo real que tiene la destrucción de una ciudad en sus manos, y en segundo plano todos esos “monstruos interiores” que interfieren en nuestras vidas, incluido el de la violencia doméstica (que también es violencia de género cuando el maltrato procede de un amigo especial que a la vez es la persona que te ofrece un trabajo) y las relaciones existentes entre hombres y mujeres que se hacen daño.