Consenso para fortalecer la democracia y luchar contra la pobreza, el hambre y la desigualdad en América del Sur

Los gobernantes de los doce países de América del Sur, reunidos en Brasilia, han establecido un «grupo de contacto» encabezado por sus cancilleres para elaborar una «hoja de ruta» destinada a impulsar, por tercera vez, la integración de la región en un bloque, con área de libre comercio incluida, informa la IPS desde Brasilia.

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Brasília (DF) 30/05/2023 El presidente Lula, en la fotografia oficial con los presidentes de los países de América del Sur. Palácio do Itamaraty. Foto Rafa Neddermeyer/ Agência Brasil

El «Consenso de Brasilia» propone la integración regional «para afrontar los desafíos compartidos en la construcción de un mundo pacífico; el fortalecimiento de la democracia; la promoción del desarrollo económico y social; la lucha contra la pobreza, el hambre y todas las formas de desigualdad y discriminación».

Asimismo recoge el «compromiso con la democracia y los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la justicia social, el Estado de derecho y la estabilidad institucional, la defensa de la soberanía y la no injerencia en asuntos internos».

La cita fue convocada por el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva para abordar abiertamente lo que cada gobierno sudamericano quiere en materia de integración, y acudieron otros diez jefes de Estado y el presidente del Consejo de Ministros de Perú, Alberto Otárola.

Lula y su par argentino Alberto Fernández coincidieron en reivindicar la experiencia de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que nació en 2008 con los doce Estados de la región como miembros y quedó sepultada en 2019, tras desertar varios de los gobiernos de derecha y centroderecha entonces existentes en la región.

«Dejamos que las ideologías nos dividieran y todos perdimos», deploró el mandatario brasileño, y agregó que «lo que nos reúne hoy (30 de mayo 2023) en Brasilia es el sentimiento de urgencia de volver a mirar colectivamente a nuestra región».

Expuso que con una población de casi 450 millones de habitantes, América del Sur constituye un importante mercado de consumo y la quinta economía mundial, con un producto interno bruto combinado que llegará a cuatro billones (millones de millones) de dólares en 2023.

Propuso desburocratizar los procedimientos de comercio exterior, actualizar proyectos comunes de infraestructura, reactivar la cooperación en salud, ante el cambio climático, en el ámbito de defensa, crear un mercado energético sudamericano, y activar un programa de movilidad regional académica.

«Mientras estemos desunidos, no haremos de América del Sur un continente desarrollado en todo su potencial. La integración debe ser un objetivo permanente para todos nosotros. Tenemos que negarnos a pasar otros quinientos años en la periferia. Necesitamos dejar raíces fuertes para las próximas generaciones», recalcó.

De cara a esas urgencias, Lula propuso que el grupo de contacto integrado por los cancilleres elaborase en seis meses la hoja de ruta a seguir para concretar la integración regional, pero sus pares prefirieron no fijar un plazo tan perentorio.

Sin embargo, se comprometieron a fomentar el comercio y las inversiones entre los países de la región, a superar las asimetrías, eliminar las medidas unilaterales y aumentar la cooperación económica, «teniendo como meta una efectiva área de libre comercio sudamericana».

Otras áreas de cooperación comprendidas en el Consenso son salud, ambiente, defensa, infraestructura y logística, interconexión energética y energías limpias, transformación digital, seguridad y combate al crimen transnacional organizado.

La reunión no pudo evadir el contraste ideológico, después de que el 29 de mayo, durante una reunión con el presidente venezolano Nicolás Maduro, Lula le dijo «compañero Maduro, usted sabe la narrativa que se construyó contra Venezuela: la de la antidemocracia, del autoritarismo».

«Cabe a Venezuela mostrar su narrativa, y que vuelva a ser un país soberano, donde solo su pueblo, a través de una votación libre, diga quién debe gobernar. Y entonces nuestros adversarios tendrán que pedir disculpas por el estrago que han hecho», afirmó.

Los presidentes de Chile, Gabriel Boric, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, marcaron públicamente sus discrepancias sobre ese tema durante la cita en Brasilia.

«Declaré respetuosamente que no estoy de acuerdo con el presidente Lula cuando dice que la situación de los derechos humanos en Venezuela es una construcción narrativa. No es una construcción narrativa. Es una realidad grave», dijo Boric.

Lacalle dijo que «ya saben lo que nosotros pensamos respecto a Venezuela y al Gobierno de Venezuela. Ahora, si hay tantos grupos en el mundo intentando mediar para que la democracia sea plena en Venezuela, lo peor que podamos hacer es tapar el sol con un dedo», aseveró.

Mientras Boric dijo que como hombre de izquierda mantenía sus críticas a Venezuela por las situación de los derechos humanos y la democracia, Lacalle, de centroderecha, indicó que hechos como enviar un embajador a Caracas no responden a respaldar al gobierno sino al pueblo venezolano.

La cita de Brasilia constituye el tercer intento para la integración sudamericana como un bloque diferenciado y potente dentro del arco latinoamericano y caribeño.

En agosto de 2000, el entonces presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) congregó a sus pares sudamericanos para iniciar un proceso de integración basado en desarrollar obras de infraestructura y la convergencia del Mercado Común del Sur y la Comunidad Andina de Naciones.

En mayo de 2008, también en Brasilia, iniciada la segunda presidencia de Lula (2003-2007 y 2007-2011) y tras acuerdos del año anterior en la venezolana isla de Margarita, se firmó el tratado constitutivo de la Unasur, a la que se dotó de una secretaría general con sede en Quito.

Entre 2018 y 2019 seis gobiernos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú) se apartaron de la Unión y Ecuador cerró la sede de la secretaría general.

Con la nueva ola de gobiernos de izquierda y centro-izquierda en la región, la idea de revivir el bloque ha regresado, bajo el peso de las «multicrisis» (económica, de salud, alimentaria, climática y de confrontación bélica) potenciadas en el planeta durante los últimos tres años.

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