Ir más allá de la descarbonización de la economía para afrontar los problemas del extractivismo minero a cualquier precio. Esa fue la idea de fondo de un acto celebrado el martes 10 de diciembre en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid con el título de “La cara oculta de la transición energética: minería de litio, cobre o wolframio”.
El encuentro se integraba en los de la Cumbre Social paralela a la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático 2019 (COP-25) que se celebra en Madrid. Algunas ideas que se lanzaron en el debate:
-Con frecuencia, subyace la idea de que no puede haber transición energética sin multiplicación de la minería, sobre todo a cielo abierto. “Tiene que haber algo que se sacrifique”, viene a decir ese discurso de los especuladores. Y tras hacer una cruz en el entorno natural afectado, se sugiere la inmolación de determinadas poblaciones.
-Ciertos proyectos actuales se basan en las mismas ideas del colonialismo del siglo XIX, según el británico Asad Reham (de War on Want). Determinados territorios sufren las necesidades de suministro de energía de otros más poblados y ricos. Se desprecia el impulso aquí subyacente hacia la desigualdad entre unas poblaciones y otras. “Necesitamos una transición energética justa”, repitió Asad Reham.
-La transición energética verde no puede consistir únicamente en que dispongamos de otro tipo de baterías. Elena Solís (Ecologistas en Acción) puso ejemplos de proyectos agresivos en marcha en La Mancha y en Cáceres (la Montaña). Criticó la insuficiente investigación sobre reciclaje de materiales.
-Se consideró falso el dilema “o avances técnicos o naturaleza”. Resulta inaceptable.
-No solo se extraen metales y minerales en lugares en los que debería predominar la conservación del ecosistema, también se extraen fondos financieros públicos que sirven para la especulación extractivista.
-Hay una violencia lenta que persiste contra quienes se oponen a los proyectos de la minería buitre. Es preocupante el alineamiento de instituciones y gobiernos de la Unión Europea, que creemos más preocupada por el cambio climático. Los objetivos limpios de la EBA (European Battery Alliance) son contradictorios con el impulso furioso del extractivismo a cualquier precio.
-Numerosas empresas globales, nacionales o locales, buscan consolidar intereses puramente comerciales o empresariales bajo el amparo de un discurso pretendidamente “verde”.
-Se describieron bien los desastres de Aznalcóllar (Andalucía, España) y de Brumandinho (Brasil), sus efectos prolongados. Isidoro Albarreal (Ecologistas en Acción, Andalucía) presentó documentos que advirtían de lo que iba a suceder en Aznalcóllar tres años antes de la catástrofe.
-Se refirió también al embaucamiento de parte de la opinión con las promesas fantasiosas de empleo por parte de las empresas mineras.
-Se informó de la Red Ibérica de Plataformas Ciudadanas en contra de la Minería, con ejemplos de Galicia, norte de Portugal y Cáceres (la Montaña de Cáceres, Sierra de Gata, Las Villuercas).
-El desarrollo de una multiplicidad de proyectos mineros en la Península Ibérica resulta salvaje. Pero también Nicolás Quirós (Chile) se refirió a la relación de la revuelta social contra la pobreza creciente de los chilenos y su relación con la privatización de bienes universales (tierra, aire, agua, etcétera). “Chile es el país con mayores reservas de litio del mundo”, dijo. Afirmó que la Cumbre de los Pueblos debatió los problemas derivados del extractivismo minero y de la desaparición progresiva de prácticas agrícolas ancestrales. “Al extraer el litio, algunas comunidades constatan cómo van desapareciendo sus recursos hídricos”, afirmó. Quirós defendió establecer una Declaración Universal de Derechos de la Naturaleza.
-Hay un olvido frecuente de los efectos de la minería en los fondos marinos.
-No hay apenas previsión de los nuevos dilemas que genera la intensificación de la nueva minería a cielo abierto. La extracción de nuevos minerales y tierras raras genera nuevos problemas ecológicos. La opinión pública debe estar alerta ante la multiplicación de iniciativas dañinas para su entorno.
Abundó la crítica a la expansión de empresas mineras de todo tipo –planetarias y nacionales- que están generando (o ampliando) problemas ecológicos y la devastación de diversos ecosistemas naturales. Esa furia extractivista de la minería buitre, que cuenta con apoyos en diversas instituciones y en los gobiernos, impacta en poblaciones que viven en zonas bien preservadas y donde se utilizan recursos sostenibles.
Entre los participantes del acto del día 10, estuvieron algunos ya citados, como Asad Rehman, de War on Want (Reino Unido); Wale Obayanju, de Nigeria, coordinador para África occidental de Yes to life/No to mining (YLNM); Isidoro Albarreal y Elena Solís, de Ecologistas en Acción; Nicolás Quirós, de Chile, que representaba al Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales; y Guadalupe Rodríguez, coordinadora para el sur de Europa de la Red YLNM.
Este debate de la COP-25 (Cumbre Social) tuvo lugar en la madrileña UCM (Facultad de Filología), lejos de la sede oficial de la COP-25, en cuyo entorno se percibe una sorprendente exposición publicitaria de “economías verdes”. Porque cuando uno sale del metro Feria de Madrid para acercarse a la COP-25, los pasillos de salida ilustran bien la singular alianza que promueven y santifican instituciones como el Banco Mundial. Los detentadores de los oligopolios energéticos se presentan como los mayores promotores de la limpieza medioambiental. No faltan ahí, por supuesto, los conglomerados del automóvil, de la minería a cualquier precio y de las grandes empresas eléctricas ¿Es esa la transición limpia que frenará la crisis del clima?