COP 30 (3): los pueblos indígenas

Y mientras la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) desarrolla su alianza estratégica con el Gobierno de Brasil en cuanto a infraestructuras, logística, apoyo a eventos paralelos y contenidos programáticos, y cuando se ha celebrado la Cuarta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)-Unión Europea (UE) en Santa Marta (Colombia) que, como veremos, quedó francamente deslucida; otros actores han aparecido en el marco de la Treinta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30).

Esta COP 30 que se celebra en Belém es una Cumbre clave para mujeres y pueblos originarios y se ha trabajado en garantizar espacios de palabra y visibilidad de iniciativas lideradas por mujeres indígenas, quilombolas y periféricas, como guardianas de conocimientos fundamentales para el futuro del planeta

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Sonia Guajajara

Para las comunidades indígenas la selva contiene todo lo que necesitan para su vida material y espiritual, y si la selva desaparece su vida se vuelve indigna. Están amenazadas por la contaminación, la deforestación, la sequía y los grupos armados ilegales, de ahí la necesidad de que sus gobiernos defiendan sus derechos. En Brasil, el nombramiento de Sônia Guajajara como ministra de Pueblos Indígenas, abrió esperanzas en este sentido.

Parece que hay que replantear el desarrollo como algo que no explote los recursos naturales. A pesar de la dificultad, la COP 30 es vista como una oportunidad para aprender de los pueblos tradicionales y avanzar hacia una solución climática. La triple crisis planetaria: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación tóxica, pone en riesgo bosques y océanos y hasta ahora los que más han luchado contra esto son las comunidades indígenas. Por eso es fundamental reconocer sus derechos.

La Quinta Cumbre de presidentes de los Estados Parte del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), celebrada a finales de agosto en Bogotá, aprobó la «Declaración de Bogotá», en la que no se puso freno a los combustibles fósiles, pero se impulsaron las demandas indígenas. Tras reivindicar la unidad, recoge compromisos concretos como el respaldo al Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF) que se lanzará en la COP 30. Es un paso histórico para asegurar que la Amazônia tenga futuro.

El mensaje de las organizaciones indígenas de la Amazônia ha sido contundente: «Sin los pueblos indígenas no hay Amazônia ni tampoco cumbre de presidentes amazónicos». Con ello reclaman una mayor participación política en la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y que los Estados decreten a la Amazônia como una zona de exclusión de todas las actividades extractivas, incluyendo los proyectos mineros y de hidrocarburos. Protestan por la deforestación que continúa. No habrá futuro sin los pueblos indígenas en el centro de la toma de decisiones.

Tomás Mallo Gutiérrez
Americanista. Investigador en instituciones como Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos, Comisión Europea, UNESCO y Fundación Carolina. Autor de numerosos libros y artículos sobre América Latina y sus relaciones con España.

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