Cristina D. Silveira mira a través de “El licenciado Vidriera”. La espantosa lucidez

Luis de Luis[1]

 

En esta espléndida función Cristina D. Silveira se enfrenta, con respeto, ingenio y dedicación a “El Licenciado Vidriera” , “Novela Ejemplar” de 1613; texto tardío de Miguel de Cervantes (moriría, como es sabido, tres años más tarde) en la que el ya anciano y vencido escritor, ofreció una suerte de fábula ambigua, escéptica y profundamente humana, contada con su proverbial dominio de la narración.

Para su puesta en escena, sin dejar de mantener una reverencia exquisita hacia la palabra cervantina, Silviera no ha renunciado a nada, y,  con gusto e inteligencia,  ha armado y utilizado, por así decirlo, la artillería pesada:  todo tipo de recursos gestuales, físicos, sonoros, visuales y lumínicos ofreciendo todo un espectáculo teatral con el rigor y excelencia que merecen texto, autor y personaje.

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Sí, personaje; pues Tomás Rodaja, el niño con talento y clarividencia que crece recorre los diversos ámbitos de la sociedad de su tiempo, ( en nada ajena a la nuestra) y cargando con la maldición de la lucidez extrema y el estigma de la sinceridad (que derivan, claro, en un profundo y nihilista descreimiento) es el eje de la función.

Consciente de ello, Jorge Barrantes ofrece y da TODO lo que tiene para ofrecer el alma, el corazón y la vida de este complejo personaje acribillado por la carga de la extrema sabiduría que le hace conocer (y asomarse una y otra vez) el vacío y la nada que hay detrás  de todo lo que oculta, eso que damos en llamar , la condición humana ser. Así, convulso y desamparado, Barrantes sufre el calvario de Tomás Rodaja, dejando que se apodere de él: grita y aúlla, susurra y llora, a veces poseído, a ratos iluminado, siempre cabal, siempre desesperado, siempre humano, siempre maldito.

Le va a la zaga (literalmente hablando) Alberto Moreno que ofrece un personaje que es una suerte de Bautista o Elegido o , quizás, un compañero de viaje, un Sancho Panza melancólico que narra, cantando y tocando un flamenco emocional y sereno, las estaciones de la Pasión de Tomás Rodaja, el Licenciado Vidriera, a quien Barrantes crea y vivifica para que se inmole en el escenario entre el pasmo, estupefacción y admiración de los afortunados espectadores.

  1. Luis de Luis es crítico teatral

 

Ficha artística 

Dirección y dramaturgia:  Cristina D. Silveira

Intérpretes: Jorge Barrantes, Alberto Moreno

Adaptación y ayudantía: Pedro Luis López Bellot

Escenografía y utillería: David Pérez, Diego Ramos

Vestuario: Myriam Cruz

Espacio sonoro: Álvaro Rodríguez

Creación de vídeo: El Desván Teatro, Mara Núñez

Diseño de iluminación: David Pérez

Espacio de creación: La Nave del Duende

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