Crónica de Porto

Siempre es la primera vez cuando se llega a Oporto, Porto como dicen los del lugar, que da nombre al país, Portucale, Portugal; visitarla, recorrer sus calles, cuando cae una lluvia constante en enero, es un privilegio para el visitante.

Porto, Oporto, Portugal. La Ribeira, en una fotografía publicada en backpackwithbrock.com

 

La Ribeira está casi vacía y salen de los muchos restaurantes prestos buscando al viajero, invitándote a entrar. Es de noche. Un privilegio ver Gaia y las caves en la penumbra, el ponte de Luis I…. la ciudad está de obras, obras para ir a la Sé, esa catedral nacida del románico que parece una fortaleza, obras en el mítico café Majestic con un anuncio precioso: «Comunicamos a nuestra distinguida clientela que, debido a reformas y descanso del personal, estaremos cerrados hasta el 1 de febrero».

Obras en la rua de las Flores, donde el museo de la Santa Casa de la Misericordia que acoge esa belleza de la pintura barroca, el Fons Vitae, está cerrado. «En verano abrirá» nos dice la responsable, confiando en las autoridades locales ahora que un alcalde independiente se ha hecho cargo de las riendas de la ciudad. Enfrente de la Santa Casa una sorpresa, un nuevo Museo, de las Marionetas, pequeño pero a la vez grande con las figuras que alegrarán a miles de niños.

Porto como todo Portugal es tierra de buen café, un café que de momento -como no, en obras- no se puede tomar en A Brasileira, homónima de la famosa cafetería de Lisboa donde aún se puede ver a un Pessoa en bronce tomando una bica. Pero hay otros cafés abiertos y con nombres contundentes: O armazem do café o El vicio do café, que ya lo dicen todo.

Libreria Lello Irman de Porto, publicada en un reportaje sobre librerías del mundo en repubblica.it

 

Ir a Porto sin visitar la librería más bella del mundo debería ser considerado delito, la librería Lello Irmán, sigue como siempre, en el mismo sitio, la misma disposición y aunque no esté llena de turistas –es temporada baja- siempre hay viajeros que nos perdemos en su interior.

Comprar un buen vino do Porto es una obligación en la ciudad, aunque hay tres categorías en que se dividen, tawny, ruby y LBV (latte botteld vintage) siempre, que alguien me perdone, prefiero el mejor, el Reserva de Rozés, en botella alargada y abombada, una delicia para los sentidos.

Hay que disfrutar la ciudad poco a poco, con paciencia como la que hay que tener para subir los 600 metros de escalones de la Torre dos Crerigos, la torre que simboliza el logotipo turístico de la urbe y donde se contempla una panorámica preciosa. No hay que olvidar bajar, eso sí muy poco a poco y visitar la iglesia donde uno se encuentra con San Miguel, del que dicen hay que pedirle una buena muerte, así lo hago.

El moderno y limpio metro de Porto termina en el estadio do Dragao, a los que nos gusta el fútbol no se puede perder una visita al estadio y a su Museo con todos los trofeos ganados por los dragoes. Con entrada libre para todos los periodistas del mundo hay que visitar el Museo de la Impresa, de la Prensa, donde una vieja rotativa te recibe encantada de la visita; muy cerca el Palacio de Freixo, la Pousada, lo que en España sería un Parador, con una encantadora vista del Douro.

José Barandela: Farol da Foz do Douro el 3 de febrero de 2004

 

Pero para vista es mejor la Foz do Douro donde nos hallamos con un auténtico faro, que luce aún y que muestra el fin del río con un color azul verdoso, con el inicio del Océano ya mucho más azulado; ese océano Atlántico donde salió para conquistar Ceuta Enrique el Navegante –cuya casa Museo aún está en pie y cuya hazaña se ve en un precioso azulejo en la estación de San Bento- y donde dejó los despojos, las tripas de cerdo a los que quedaban en la ciudad, de ahí cómo son conocidos los portuenses, los tripeiros y uno de sus platos más típicos, los callos a moda do Porto, igual que otro de sus platos típicos aunque menos conocido el bacalao a la Gómez de Sá donde una placa en la Ribeira muestra la casa del fundador de esta receta, un poco más abajo suena música de fado en O Mal Cozinhado, hay que pedir otro plato típico aunque más reciente, las francesinhas, huella de la invasión francesa cuando se hundió por el peso de los habitantes que huían uno de los puentes de la ciudad, luego los franceses se desquitaron construyendo, décadas después, el imponente ponte Luis I, obra de un discípulo de Eiffel.

Guy PATRY: puente de San Luis, Porto, Portugal.

Porto es una ciudad romántica, sin duda y no lo digo por decir, ahí figura un museo llamado así, Museo Romántico donde parece que el tiempo no se ha detenido nunca. La iglesia de San Francisco tiene esa sensación dorada de techos que apabullan a los creyentes allí congregados; el Palacio de la Bolsa con su sala mozárabe, son otras paradas obligatorias. Llueve sobre Porto y pienso que si alguna vez me pierdo, si alguna vez nadie me encuentra, que busque en la Foz do Douro, cerca del faro, allí estaré siempre.

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Jesús Cabaleiro Larrán
Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, rama Periodismo con cursos de doctorado, estudios sobre Marruecos contemporáneo y el Sáhara Occidental. Más de 35 años de periodismo, la mayoría en prensa escrita, ha trabajado a ambas orillas del Estrecho de Gibraltar, casi 13 años en el extinto diario El Faro Información, en Algeciras, donde empezó de redactor y del que fue su último director y en Tánger dos años en un diario digital. Además ha participado en la mayoría de los Congresos de Periodistas del Estrecho desde el inicial en 1993 hasta 2019. Titulado en ajedrez por la UAH y UNED. Amante de Portugal. Ha publicado un libro, ‘Artículos periodísticos. Apuntes para la historia de la prensa de Algeciras’.

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