Cuba y el Club de París han acercado la posibilidad de resolver los impagos con ese grupo de acreedores oficiales, en momentos que este país tiene mermadas sus fuentes de ingresos y la falta de capitales ralentiza los planes de desarrollo económico, informa Luis Brizuela (IPS) desde La Habana.
El 30 y 31 de agosto se reunieron en La Habana los copresidente y secretario de esa entidad, William Roos y Fabien Bertho, con el viceprimer ministro y titular de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Ricardo Cabrisas.
Roos aseguró que «existe comprensión» sobre las dificultades de este país insular caribeño, «por lo que recabó al respecto la mayor información posible y propuso establecer un nuevo calendario de acuerdo con la capacidad de pago de Cuba», destacaron medios nacionales.
El ministro Cabrisas reiteró la disposición a cumplir las obligaciones financieras con el club de veintidós países industrializados, catorce de ellos acreedores de la isla, entre ellos Bélgica, Canadá, España, Francia y Japón.
Trascendió que «continuarán las negociaciones hasta establecer un nuevo cronograma» aceptable para ambas partes, sin ofrecer otros pormenores.
«Imagino que en las renegociaciones con el Club de París el gobierno cubano haya presentado un programa de estabilización macroeconómica y de reformas estructurales convincente, porque es la única forma en que se podrían poner en orden los desequilibrios fiscales, controlar la inflación y reanudar los pagos de la deuda externa», valoró en diálogo con IPS el economista Pavel Vidal.
Opinó asimismo que «no están creadas las condiciones para garantizar la solvencia del Estado cubano» por lo que «cualquier reprogramación de los pagos externos se volvería a incumplir, a no ser que vaya acompañado de acciones para buscar una mayor eficiencia del gasto fiscal y de reformas estructurales».
En 2015, el Club condonó a La Habana 8500 millones de 11.100 millones de dólares adeudados desde 1986.
La parte cubana debía desembolsar el importe restante a plazos hasta 2033, junto con proyectos de cooperación internacional con financiamiento de la Agencia Francesa de Desarrollo y el llamado Fondo Contravalor Franco-Cubano, en las ramas de la biotecnología y el transporte.
Cuba incumplió parcialmente sus obligaciones en 2019, debido a dificultades financieras derivadas del fortalecimiento del embargo estadounidense, y en 2020 y 2021 se vio imposibilitada de hacer abonos ante el impacto de la pandemia de covid.
El gobierno solicitó en 2020 una moratoria de dos años para los pagos atrasados, pero solo obtuvo un año de exención, con la posibilidad de renegociar.
Al finalizar diciembre de 2022, el Club informó un adeudo de Cuba con esa entidad ascendente a 4827 millones de dólares.
El Anuario Estadístico de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei) precisa que en 2020 la deuda externa total de la isla ascendía a 19.743 millones de dólares, el dato más actual ofrecido por las autoridades.
Obstáculos
A juicio de analistas un acuerdo sobre la deuda daría al gobierno cubano un respiro para acelerar reformas económicas y lograr que fructifiquen estrategias para modernizar la industria y la agricultura, aumentar exportaciones y atraer más capital foráneo, todavía insuficientes.
De acuerdo con la parte cubana, la inclusión de la isla en enero de 2021 en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, elaborada por Washington, obstaculiza el acceso a fuentes de financiamiento e inversiones extranjeras.
Y ello sucede, precisamente, cuando en medio del alza de los precios, Cuba necesita divisas para su desarrollo económico y social y cumplir sus obligaciones, según explicó Cabrisas a un medio local.
Bancos de terceros países que acepten pagos, depósitos o cuentas de empresas cubanas en dólares pueden estar sujetos a multas como consecuencia de leyes del embargo estadounidense.
Las dificultades para operar con la divisa norteamericana incrementan el riesgo-país para operaciones comerciales, elevan las tasas de interés y encarecen los financiamientos externos, deploran autoridades.
La isla tampoco es miembro del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, lo que complica el acceso a préstamos.
A las acrecentadas tensiones sobre las finanzas externas se suma la lenta recuperación de la actividad turística, la segunda fuente de divisas superada solo por la exportación de servicios profesionales, sobre todo los de la salud.
Con poco más de 1,6 millones de visitantes, el turismo registró en 2022 un despegue inferior al planificado. Aunque economistas consideran difícil concretar este año la meta de 3,5 millones de turistas, la cifra distaría aún de los más de 4,2 millones registrados en 2019, previo a la pandemia.
Otrora importante fuente de ingresos, la producción azucarera se ha venido a menos. La zafra 2021-2022 dejó 473.000 toneladas métricas de azúcar, el peor registro en más en un siglo, y menos de seis por ciento de los 8,1 millones de toneladas obtenidas en 1989.
Para 2023 se proyectaban 455.000 toneladas, aunque posteriores informes actualizaron el plan en 350.000 toneladas de azúcar, por debajo de la demanda del mercado interno lo cual obliga a importar cantidades adicionales.
El Estado cubano da cuenta de erogaciones entre 1500 y 1600 millones de dólares anuales para mantener, a precios subsidiados, la venta a la población de los productos de la cartilla de racionamiento como arroz, granos, azúcar, café, pan, huevos y cárnicos, entre otros productos.
Cuba importa de 70 a 80 por ciento de sus alimentos, mientras funcionarios gubernamentales insisten en la necesidad de reducir las compras externas ante los problemas de liquidez.
A la par de la inflación de dos dígitos que sigue sin frenos, persiste un abultado déficit fiscal.
El producto interno bruto (PIB) creció un 1,8 por ciento en 2022, por debajo del 4 por ciento estimado.
Para el cierre de este año se espera un crecimiento de 3 por ciento, sin recuperar todavía los niveles de 2019, y lejos del 6 por ciento recomendable para hacer sostenibles los planes de desarrollo.
«La economía cubana lleva varios años en default (impago de la deuda externa) y con una inflación galopante.
Ambos eventos tienen un mismo origen: los desequilibrios fiscales que se estuvieron acumulando desde 2015. Desde este año el déficit del presupuesto del Estado ha estado por encima del 5 por ciento del PIB, y en los últimos años por encima del 11 por ciento», recordó Vidal.
A juicio del experto, «ello refleja la incapacidad para generar ingresos desde una economía que enfrenta una crisis similar en muchos aspectos al Período Especial», como se denomina aquí a la crisis a inicios de la década de 1990, tras el colapso del sistema socialista en Europa del Este y la Unión Soviética, principales socios comerciales de la isla.
Por ello el gobierno «ha tenido que dejar de pagar sus deudas y recurrir a la emisión de dinero desde el Banco Central (monetización) para financiar el déficit fiscal, lo cual es altamente inflacionario», razonó Vidal.
Renegociación de deudas
Una de las prioridades del gobierno del expresidente Raúl Castro (2008-2018) se centró en recuperar la disciplina y credibilidad financiera internacional de la economía cubana.
Además del acuerdo con el Club de París en 2015, se logró reestructurar deudas con países como China (2010), México (2013) y Japón (2013).
En 2014, Rusia eximió a La Habana del pago de 90 por ciento de los 35.200 millones de dólares adeudados desde tiempos de la Unión Soviética. El pago del 10 por ciento restante, unos 3500 millones sería reinvertido en Cuba, según lo acordado.
Se encuentra pendiente la utilización de un crédito de 1200 millones de euros (unos 1300 millones de dólares) otorgados por Moscú para cuatro bloques de generación térmica con tecnología de esa nación, cuya construcción sigue sin concretarse.
De acuerdo con una información de la agencia rusa Interfax del 25 de agosto, el gobierno del presidente Vladimir Putin prorrogó hasta 2040 los pagos de intereses por ese préstamo que debió ejecutarse de 2016 a 2024, y se pagaría en diez años.
Se prevé asimismo que durante su estancia en La Habana para la Cumbre del G77+ China, el 15 y 16 de septiembre, el presidente argentino Alberto Fernández presente a su par cubano Miguel Díaz-Canel una propuesta para negociar la deuda de 2816 millones de dólares de la isla con la nación austral, reportó el diario de ese país La Política.
En contraste, está pendiente el juicio ante el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales, con sede en Londres, ante la demanda contra el Banco Nacional de Cuba por el fondo de inversión CRF I Limited, sociedad mercantil británica extraterritorial, constituida en 2009 en Islas Caimán.
El conflicto apunta a determinar si CRF es o no acreedora de dos títulos de deuda pública contraídos por Cuba en 1984, o si, como sostiene la parte cubana, el demandante –que la isla considera un «fondo buitre»- nunca fue el prestamista ni es acreedor de una deuda que reclama y asciende a unos 78 millones de dólares.