CRÓNICAS ALEMANAS
Produce escalofríos atravesar las gruesas puertas del campo de concentración de Dachau.
“Arbeit Macht Frei” (“El trabajo os hará libres”), reza un cartel esculpido en el centro. Una mentira más de las muchas del régimen nazi hitleriano, ya que Dachau era en realidad la antesala de la muerte, un camino sin retorno. Cuando la canciller Angela Merkel acaba de visitar este siniestro lugar, hecho que ha levantado polémica, tanto en otros partidos como en historiadores, no está de más recordar algunas cosas acerca del mismo para que la historia no se vuelva a repetir. Los primeros interesados son los ciudadanos alemanes, que siempre han admitido la culpabilidad sobre aquel terror.
Dachau fue el primer campo de concentración de los construidos en Alemania, y el último en cerrarse, operativo desde 1933 hasta 1945, cuando un feliz 29 de abril de ese año vieron aparecer a las tropas norteamericanas como se recoge en diferentes documentos gráficos. Los prisioneros no podían creerse que estaban salvando sus vidas.
Los que lograron sobrevivir, claro, pues en Dachau llegó a haber más de 200.000 prisioneros de unos 30 países, algunos de los cuales eran españoles republicanos capturados por los nazis en Francia, y a los que el régimen franquista no reconocía como españoles.
En un principio a este campo de concentración iban a parar delincuentes comunes alemanes, así como comunistas y los que se comenzaban a significar contra el incipiente nazismo. Hay que dejar constancia de que en la ciudad de Munich vivían muchos judíos alemanes en perfecta armonía con el resto de los ciudadanos, ya que al fin y al cabo todos eran alemanes, y en este sentido hay que admitir históricamente que fueron muchos los que intentaron salvar a los más posibles, si bien al final acabó imponiéndose la barbarie nazi, como en el resto del país y a los que iban invadiendo.
Pero junto a ello, y el dato también es histórico, también hubo muchos otros alemanes que miraron para otro lado, no dándose por enterados de lo que allí estaba sucediendo, como la canciller se ha encargado de recordar ahora en su visita: “El campo de concentración estaba entonces a cuatro pasos de Dachau; el que quería podía ver y oír. Por eso es importante que no vuelvan a suceder, que no volvamos a mirar a otro lado”.
Fue el primero de los centros de internamiento de judíos, gitanos, comunistas y otras personas que el régimen nazi consideraba peligrosas, y por lo tanto una plataforma de planificación para lo que vendría después con nuevos campos de exterminio en Alemania y otros países invadidos. Dachau fue, de alguna manera, el modelo de planificación, marcando las pautas a seguir. Tanto es así que en el resto de los campos también figuraría el eslogan de entrada que se le ocurrió al principio al general de la SS Theodor Eicke, con su ya tristemente célebre “Arbeit Macht Frei”.
Por eso recorrer ahora este campo de concentración produce escalofríos. Ver los hornos crematorios donde fueron quemadas vivas o gaseadas unas 40.000 personas no solamente judías, sino también represaliados del régimen o presos políticos que no estaban de acuerdo con lo que estaba pasando. Los dormitorios donde dormían hacinados, la ocultación de un muerto para poder comerse otro la ración, las letrinas inmundas y en largas filas, las torres de control situadas estratégicamente al lado de los fosos, las fotos de las filas de prisioneros en un lugar donde la vida no valía nada…
Auschwitz como lo que cuentas de Dachau, me dio escalofrios, visibles e invisibles, ademas de nauseas. Tuve oportunidad de visitarlo hace poco en mi visita a Wroclaw, Polonia. No estaba en mi plan de viaje, no podria ver semejante barbarie aunque ni siquiera habia visto fotos del lugar alguna vez. Sin embargo, a insistencia de mis companeros de viaje, ‘no debes de perderte esta experiencia historica’, acepte y no me arrepiento, pero no fui capaz de entrar en los modulos donde exhibian las circunstancias de los ninos. Si, ojala que no se repita aunque en las guerras ‘vigentes’ estamos siendo expuestos en vivo y en directo a crimenes de todo tipo. No quiero oir ni ver las noticias actuales. El mundo se ha vuelto loco, por lo que piensan, por lo que dicen, por lo que hacen, por lo que nos muestran y por lo que esconden.