Confieso que mi desconocimiento del mundo del damasquinado es total. De ahí la dificultad de abordar esta reseña. Hasta tal punto que cuando leo la contraportada del libro veo una palabra ‘moharra’, de la cual no sabía su significado. Acudo al valiosísimo Diccionario de María Moliner (una joya) y encuentro esta definición: “Pieza metálica que forma la punta de la lanza”.
Este segundo libro de Luis Peñalver sobre el tema (ya había publicado uno sobre el mismo asunto hace un par de años, en la misma editorial) nace del conocimiento y, sobre todo, del amor.
Del amor y de las raíces familiares porque tanto su abuelo paterno como su padre fueron ellos mismos maestros damasquinadores, y Luis evoca con nostalgia esas sesiones de trabajo en ambos talleres, y todo lo que aprendió en ellos, de la técnica, pero también de arte y de cultura.
El libro está dividido en dos partes; la primera de ellas viene dedicada a Mariano Álvarez, principal precursor del renacimiento del damasquinado toledano durante el último tercio del siglo XIX, así como a su entorno. Aquí aparecen también las figuras del maestro Sánchez Pescador, el desarrollo del damasquino en la Fábrica de Armas de Toledo, las diversas ubicaciones del taller de Álvarez, y diversas piezas especiales diseñadas y realizadas por este artista, que había llegado a Toledo en 1855 y murió en esta ciudad en 1889. Esta primera parte termina con referencias a diversos discípulos que dejó Mariano Álvarez.
En la segunda parte Luis Peñalver incluye una serie de historias que giran en torno a determinados objetos damasquinados que diversas circunstancias han convertido especiales. Son historias que tienen como protagonistas, por ejemplo, al estoque damasquinado de Frascuelo (que da título al libro). El remate de dicho estoque lo hizo el citado Mariano Álvarez en 1885, cuatro años antes de su muerte, y coincidió con una de las temporadas de más éxito de este matador de toros.
Otras historias aquí relatadas son las de las tapas repujadas y damasquinadas para un codicilo de la reina Isabel la católica, realizadas entre 1880-81 por Críspulo Avecilla, uno de los discípulos de Álvarez y que llegó a ser maestro de taller en la Fábrica de Armas.
O también la moharra o remate de la bandera de la Academia de Infantería, datada en 1915 y elaborada por Mariano Moragón; en este episodio relata el autor, aparte de los pormenores de la pieza, las rivalidades existentes entre los artesanos de la Fábrica de Armas y los que ejercían su oficio de forma autónoma en la ciudad.
El epílogo del libro es un homenaje a los diversos damasquinadores toledanos, incluyendo a los dos miembros de su familia ya citados, y una llamada a la conservación y valoración de este arte, mostrando su esperanza en el futuro del mismo en la obra de los artífices más jóvenes que a ello se dedican en los últimos tiempos.
Todas estas historias sirven a Luis Peñalver para indagar en la intrahistoria toledana de los años finales del siglo XIX y primeros del siglo XX; en las fiestas, costumbres y tradiciones toledanas, en personajes, artistas, escritores o periodistas de la ciudad en esos momentos, que se relacionaron con los artistas aquí detallados.
Todo ello con la buena prosa de un excelente escritor que escribe con conocimiento de los temas abordados y con un gran amor y respeto hacia ellos.
- Luis Peñalver Alhambra:
El estoque de Frascuelo y otras historias del damasquinado toledano - Ed. Covarrubias, Toledo, 2017