El documental «David Lynch: The Art Life» – firmado por John Nguyen, Rick Barnes (XVII) y Olivia Neegaard-Holm y rodado a lo largo de tres años – es un retrato de uno de los realizadores estadounidenses más enigmáticos, un autor de culto durante los últimos cuarenta años, en su faceta menos conocida por estos pagos: la de artista plástico.

El documental está fundamentalmente centrado en su carrera de pintor (y nos desvela que su ídolo es el británico Francis Bacon, 1561-1626), le vemos con las manos empapadas de pintura haciendo trazos en telas, lúgubres y torturadas, superponiendo capas de colores y pegando sobre ellas pedazos de plástico, mientras suenan temas de rock compuestos por el propio Lynch que se alternan con fragmentos de entrevistas sobre l infancia y juventud del artista. La película termina en el momento en que “el estudiante de Bellas Artes descubre el cine y consigue rodar su primera película, “Eraserhead” en 1977, inspirada en sus obsesiones pictóricas” (Jérémie Couston, Télérama), y considerada su “manifiesto fílmico” y “revolucionaria” por la crítica.
En su refugio-estudio-taller de Los Angeles, David Lynch pinta, actividad que ha retomado después de rodar «Mulholland Drive» -que un grupo de 177 críticos definió como “la mayor película del siglo XXI”- , enseña música a su hijita pequeña, evoca recuerdos de la infancia. Habla de sus fuentes de inspiración… dice que para llegar a ser un artista hay que estar rodeado de gente benévola que te anima a encontrar tu propio camino…
Hacía mucho tiempo que no se sabía nada de Lynch. Su última película “Inland Empire” es de 2006, en este tiempo ha rodado algunos cortos y se ha hecho maestro en meditación trascendental. Ahora, en este “The Art Life”, además del viaje a los orígenes le vemos totalmente absorbido por su obra plástica. Cuadros, objetos, de coloreada armonía, que nos hablan de la simbiosis que existe entre el arte y la vida del artista.
El documental es una forma de acercarse a un artista inclasificable “que ha hecho del cine una prolongación de su pasión por la pintura”. Una cita a la que no debería faltar ninguno de los muchos apasionados por el cine de David Lynch.



