Con todos sus defectos, que cada vez la acercan más a los demás países “del sur” de esta Europa que camina a pasos agigantados hacia su suicidio mientras asiste casi impasible al vertiginoso ascenso de las ultraderechas, la muy monárquica República Francesa conserva todavía algunas tradiciones encomiables, entre ellas la férrea defensa de los derechos fundamentales y universales, que la hacen seguir siendo envidiable. Por poner un ejemplo del día, la tregua invernal.
La tregua invernal, que comienza hoy, 1 de noviembre –día de visitar cementerios, a ambos lados de los Pirineos, y de recordar con nostalgia a los amigos muertos- y llega hasta el 15 de marzo, significa que no se puede expulsar a nadie de su vivienda en ese tiempo. Aunque no pueda pagar el alquiler, aunque se lleve a matar con su casero, aunque el propietario tenga una hija que ha decidido casarse y “necesita el piso”. Nunca, en ningún caso, se puede arrojar a una familia al frío invernal.
Decir nunca es faltar a la verdad. Hay algunas excepciones, como el caso de los okupas. Pero esa es otra historia.
¡Tenemos tanto que aprender de los vecinos!
La medida se instauró por primera vez mediante la lay del 4 de diciembre de 1956, que suspendía “cualquier medida de expulsión no ejecutada el 1 de diciembre de cada año, hasta el 15 de marzo del siguiente”. La tregua se prolongó hasta el 31 de marzo con la Ley de acceso a la vivienda y un urbanismo renovado (ALUR) en 2014. Desde 2008, en caso de impagado “no se puede cortar a nadie el suministro de gas, electricidad o calor” durante el período invernal.
Martine AubryLa tregua invernal fue impulsada de nuevo por la hoy alcaldesa de Lille, Martine Aubry (quien, curiosamente, conserva el apellido de su primer marido a pesar de llevar desde 2004 casada con el segundo), a finales de los años ’90 del siglo pasado. En 2003 creó la Fundación Actuar contra la exclusión (FACE), con el apoyo de quince empresas, para ayudar a las personas en situación más precaria. Hoy la apoyan más de 3500 empresas. Cuando, convertida en ministra del Empleo y la Solidaridad en 1997, abandonó la presidencia de la Fundación, presentó al Consejo de Ministros el Programa de lucha contra la expulsión que, convertido en ley, fue aprobada el 29 de julio de 1998.
Hasta aquí la media botella llena. La parte vacía es que los desahucios tampoco en Francia dejan de crecer, aunque estén agrupados en los siete meses restantes del año, y lo han hecho a un ritmo del 4 % en los primeros catorce años del siglo XXI. Además, se han producido ya desalojos por deudas inferiores a mil euros, porque lo que cuenta no es la cantidad sino el tiempo, y tres meses de impago son suficientes. En 2015 se llevaron a cabo 14 363 expulsiones con intervención policial, lo que representa un salto del 24 % en la estadística.
Según la Fundación del Abbé Pierre, que estima en tres millones y medio las personas que viven en alojamientos precarios en Francia, las más afectadas son las familias monoparentales y las personas mayores solas. Según Christophe Robert, portavoz de la Fundación, esta situación es “una rotonda sin salidas”: a las personas que carecen de vivienda no se les ofrece ninguna solución duradera. “Lo que ocurre es que en invierno la opinión pública es más sensible, pero si vemos las estadísticas comprobamos que, en invierno como en verano, muere en la calle el mismo número de personas”. En realidad, la tregua invernal es, nada más y nada menos, un respiro de cinco meses para las personas en situación más precaria. “Estas cifras alarmantes son la consecuencia del aumento de los precios de la vivienda privada, aunque también en la vivienda social”
Los casos particulares a los que no se aplica la ley de la tregua invernal son los del “cónyuge violento”, el okupa por decisión judicial o quienes tienen alquiladas “viviendas para estudiantes”. También se puede llevar a cabo el desalojo siempre que a la familia se le garantice “un realojo en condiciones que respeten su unidad y sus necesidades”.