El desolado: los reductos que no ocupa el capitalismo

Segunda entrega de la trilogía Las Mil y Una Noches de Miguel Gomes,  sobre ”el país más triste” del mundo, en la que Scheherazade continúa con sus historias, que tienen como escenario el Portugal en crisis de estos años, donde la desolación ha invadido a sus habitantes, “casi todos empobrecidos por la austeridad”.

“Oh rey bienaventurado, se cuenta que, en la noche de las tres lunas una jueza afligida llorará en lugar de dictar sentencia. Que un asesino fugado vagará durante cuarenta días por los campos y, soñando con putas y perdices, se teletransportará para escapar a los gendarmes. Y cuentan de un olivo milenario, de una vaca herida que dirá su triste historia y de los habitantes de un inmueble suburbial que se endeudan para salvar a un loro y mean en los ascensores la noche de fin de año; y también de Dixie, un perro que aprende a amar a sus sucesivos dueños y a olvidar a los anteriores…”.

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Cartel de Las Mil y Una Noches, volumen 2, El desolado

Siguiendo las pautas marcadas en la primera entrega,“Las Mil y Una Noches, volumen 2, El desolado» – especie de menestra de cuentos sobre la soledad en un país en crisis, melancólica y mágica- incluye tres cuentos situados en tres universos diferentes:

El de un criminal (ha matado a su mujer y a su hija) que huye por el interior del país, un viejo ácrata y vividor salido, como su padre, su abuelo, su bisabuelo y quien sabe cuantos ancestros más, de un linaje “de hombres silenciosos, solitarios y malvados”, conocido como Simao el “sin tripas” (“Simao se lo puso su madre, sin tripas fue cosa de los vecinos del pueblo), hasta convertirse en una figura legendaria.

El de la reconstrucción de un juicio en un antiguo teatro romano, un diálogo interminable, en el que un delito da paso al siguiente hasta involucrar prácticamente a todo el pueblo sentado en las gradas -una sociedad en miniatura con una dimensión carnavalesca, todos culpables en potencia- y en el que la jueza termina por esconder la cabeza y las lágrimas entre los brazos, incapaz de dictar una sentencia de culpa generalizada.

Y, finalmente, y en la vena más lírica de la película, la historia de los amos del perro Dixie, con las grandes tragedias y las pequeñas miserias de los habitantes de un edificio suburbial, en Santa Antonio dos Cavaleiros, desheredados que van del paro a la droga, y al suicidio.

Barroco, desigual aunque compacto y muy estimulante, “sombríamente pesimista y radiosamente humano, menos fantasioso que el primero pero no menos interesante en la dimensión de pesadilla del tema. En esa ciudad austera, insólita, se insinúan la poesía y lo novelesco: sus ocupantes son dignos de ser los personajes de una película, los héroes de diez o cien ficciones” (Serge Kaganski, Les Inrockuptibles).

A pesar de la desolación que impregna las más de dos horas de proyección, esta segunda parte de Las Mil y Una Noches portuguesas, propone una utopía : “todavía es posible contar historias, releer el pasado y el presente y hacer derrapar la realidad. Todavía existen intervalos que la hegemonía capitalista no ha conseguido ocupar “ (Jean-Christophe Ferari, Positif).

Tríptico en el tríptico, “El desolado” incluye un western (La fuga de Simao “sin tripas”), un tratado filosófico acerca de la justicia y su responsabilidad (Las lágrimas de la jueza), y una exploración de la vida cotidiana (Los amos de Dixie)…(…) que en conjunto “dibujan el hundimiento de los paradigmas morales, institucionales, filosóficos y políticos; una especie de muerte del pacto social. Responsabilidad, culpabilidad, orden y caos se diluyen en una cadena absurda que partiendo del Portugal rural llega hasta las maniobras de un empresario chino corrupto y las tarjetas Visa Gold (…) el tabaquismo y una dinámica suicida” (Arnaud Hée)

Entre junio de 2013 y septiembre de 2014, el realizador portugués Miguel Gomes, involucró a periodistas y otros cineastas para recoger historias que contaran el presente de un país europeo hundido en la crisis y sometido a una brutal política de austeridad. El resultado de esa intención documental no es una película realista sino una enorme fabulación dosificada, como los folletines del siglo XIX, en tres entregas.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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