Después de mayo, película dirigida por Olivier Assayas que obtuvo el Premio al Mejor Guión en el Festival de Venezia 2012, que puede verse en las salas españolas desde el 21 de junio de 2013, que recrea el ambiente estudiantil parisino de los primeros años 70 –“después del mayo’ 68” al que hace alusión el título- casi como si fuera un mueso de iconos e ideas: encuentros amorosos, descubrimientos artísticos, la disyuntiva entre el compromiso radical y las aspiraciones personales…
Película de iniciación, de aprendizaje, de educación –sentimental, política y estética- y dicen que bastante autobiográfica (el camino de un adolescente hacia el cine que es su vocación, el realizador Assayas nació en 1955), el joven Gilles (Clément Métayer), estudiante de los últimos cursos de bachillerato, se mueve en un mundo de “elegancia y sensualidad que agradeceríamos mucho encontrar siempre en la vida, lo que confiere a la película una belleza elegíaca, muy emocionante” (Aurelien Ferneczi, Télérama). En este autorretrato generacional Gilles dibuja y pinta exactamente igual que hizo Assayas antes de llegar al cine, en sus años de adolescencia.
Gilles es demasiado joven para haber tomado parte en el movimiento del 68, vive en las afueras de París y usa una mobilette (¡cuantos recuerdos!) para ir al instituto, para encontrarse con su chica (Lola Creton, una lánguida actriz de la última hornada francesa) y para acercarse a ver como va el asunto de la “revolución permanente” en las manifestaciones callejeras, donde une su voz a la de muchos otros jóvenes que protestan contra el orden establecido y reclaman la llegada de la utopía, o para vocear la prensa izquierdista y contracultural de la época (los periódicos Tout y Parapluie, que junto con los discos de vinilo de rock, la poesía del beatnik estadounidense Gregory Corso, y algunos dosis de psicodelia forman parte del bagage cultural del joven -y de muchos de nosotros- y nos remiten al imaginario contestatario de aquellos años).
Olivier Assayas forma parte de la generación para la que cambiar la vida y transformar el mundo eran sinónimos. En 2005, publicó un libro titulado “Una adolescencia después de Mayo”, del que posteriormente nació el guión de esta película, en el fondo una reflexión íntima y personal sobre lo que quedó una vez que comprobamos que debajo de los adoquines no estaba la playa y se perdieron tantas ilusiones. Y, más en el fondo todavía, una oda a todos los que algún momento han tenido (tienen) 20 años rebeldes y toda la utopía por conquistar.