Las redes sociales se colapsan el día que San Fermín corre de nuevo por la calle Estafeta. La luz y el esplendor de los que de blanco persiguen las manchas de vino que luego se tornan en sangre hace que en la otra España, en la que sigue trabajando sin trabajo, lloren la leyenda del fútbol español. Si hay un nombre y hay un hombre, éste se llamaba Di Stefano.
En este julio que parece mayo, cuando aún no nos morimos de calor como en otros años, las personas intentan sobrellevar el crudo nombre de la crisis que se oculta más que nunca. La frase, ¿dónde vas de vacaciones? se convierte en una excusa cuando todos se pertrechan en casa porque salir supone gastar, y gastar lo que no se tiene bien sigue siendo un imposible. Me gustaría creer que estamos en el país de luz y color que nos venden los que mandan pero señores, eso no es cierto. Ana Botella sí tiene para comprarse casas lujosas y también tiene para veranear como lo hacen los grandes, a lo grande.
Alfredo ya no estás pero sobre el césped está tu leyenda. No sabemos cuántos más jugarán como tú pero sobre tus goles está la vida que nos atraviesa de lado a lado y nos hace ver que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cinco Copas de Europa siguen en las estanterías del Real Madrid, tu hogar y tu lugar en donde la historia del fútbol comenzó haciendo historia; la tuya, la del hombre que supo jugar con una inteligencia impresionante eso que ahora llamamos balompié.
Su fútbol comenzó en el césped pero acabó en un despacho en donde hablaba con propios y extraños y se interesaba por su club, el mejor club de fútbol. Un mito que él solo ensalzo y que hizo del Real Madrid lo que es ahora; un hombre que fue capaz de cambiarlo todo, decía Florentino Pérez. Rodillas dobladas y los puños en el cielo. Ahí está el gol eterno. El mismo que tocaron ayer los Pink Floyd, “The Great gig in the sky”.
Aquí en el país de charanga y pandereta seguimos corriendo delante del toro, arrollados, pisoteados y borrachos pero el caso es contarlo. Me quedo tranquila porque Mariló anda por ahí, así las meteduras de pata las tenemos aseguradas. ¡Pobre Fermín! En cualquier caso, como dicen acá abajo, la vida sigue amigo, tú allá estás pelotudo.
Descansa en paz que tus chicos echarán el resto en tu nombre, de eso no me cabe la menor duda.
¡Hala Madrid!