La desinformación en torno al VIH/SIDA ha hecho que muchas personas opten por una forma de relación que no es la más adecuada. Esto es, practicar sexo sin preservativo porque corren bulos en torno a que se cura como una enfermedad más y no es así.
Además a ello se le ha sumado una fórmula bastante compleja en torno al hecho de «infectarse en una ruleta» si uno de los que juegan sí tiene el virus lo que hace que la percepción real en torno a esta enfermedad compleja se haya distorsionado bastante entre la sociedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el VIH como una infección que deteriora grave y progresivamente el sistema inmunitario anulando su función para combatir infecciones y enfermedades. Cuando los casos son avanzados porque aparecen varias infecciones o cánceres relacionados se llama SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
El día 1 de diciembre se conmemora a nivel mundial la lucha contra esta enfermedad que hace responsable a millones de personas anualmente aún, y lo que es peor, hay nuevos infectados porque no se tiene constancia del riesgo. Las personas han pasado a conceptuar erróneamente esta enfermedad porque ya se habla de cura, cuando no es del todo cierto.
Esto que no es un juego, ha matado a 32 millones de personas en todo el mundo y aunque años más tarde puede existir un control de la misma y se puede hacer una vida relativamente normal, los pacientes afectados tienen una calidad de vida mermada y posteriormente contraen otras enfermedades complejas porque precisamente su sistema inmune está alterado.
Según el programa ONUSIDA, (programa del conjunto de Naciones Unidas al respecto), 25 millones de personas tuvieron acceso a la vacuna antirretrovírica en junio del año en curso. Tener VIH no significa tener SIDA; estar infectado con el virus de la inmunodeficiencia humana supone haber estado expuesto pero puede que la enfermedad no se desarrolle.
Los países que han logrado gracias al ONUSIDA, saber su estado serológico son el 79 % de todos los del mundo, el 61 recibe el tratamiento adecuado y el 53% estaría no detectado aún.
En países de Latinoamérica las cifras son bastante complejas dado que alrededor de 139.000 y cada año aumentan los casos en 6.000 y existe un claro retraso respecto a los pacientes dado que muchos deberían estar con antrirretrovirales y no lo están y muchos deberían conocer si padecen el virus, y tampoco. Esto supone que cerca de 50.000 muertes tienen lugar en América Latina y el Caribe que serían prevenibles si se hiciera un diagnóstico temprano y no existiera discriminación alguna.
El objetivo de Naciones Unidas es acabar con el SIDA en 2030 pero la epidemia no se va a detener si las cifras continúan aumentando.
Las políticas de concienciación social, la prevención combinada para terminar con el estigma y la discriminación que aún existe y la labor de los médicos de primaria para que sigan aconsejando practicar sexo con protección son absolutamente necesarias para que los jóvenes no apuesten por correr riesgos innecesarios.