Díaz-Canel: primer presidente civil de Cuba, y sin el apellido Castro desde 1959

Sin sorpresas, con calma en campos y ciudades y en medio de drásticos giros políticos en el continente americano, un nuevo gobierno se estrena en Cuba presidido por el ingeniero Miguel Díaz-Canel, de 57 años, en lo que cierra de una manera u otra la era de los Castro en este país insular caribeño, informa Ivet González[1] (IPS) desde La Habana.

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Miguel Díaz-Canel (I), nuevo presidente de Cuba, y su antecesor, Raúl Castro, quien se mantiene como primer secretario del Partido Comunista, saludan con sus brazos entrelazados durante la clausura de la sesión parlamentaria en que se produjo en relevo en la cúpula del país. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Calificado de cambio generacional dentro del gobierno socialista cubano, la prevista ascensión a la presidencia del político que descolló como dirigente en dos importantes provincias y ministro de Educación Superior, conlleva novedades, como la llegada al poder de un civil, y sin el apellido Castro, por vez primera desde 1959.

En su primer discurso ante el parlamento, y televisado, el nuevo mandatario se dirigió a la nación «con la conciencia de que no estamos inaugurando una legislatura más» y reiteró de diferentes maneras la importancia de que los diputados propicien la participación ciudadana y el gobierno colectivo.

Ataviado de gris, Díaz-Canel ratificó que «continuará el perfeccionamiento del socialismo» y mantendrá como «prioridades internas» los problemas socioeconómicos definidos por la administración saliente, mientras ratificó la urgencia de que Cuba avance en el acceso y uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Además, indicó que se aplazaba hasta la sesión de julio la conformación del Consejo de Ministros y hasta esa fecha seguirá actuando el gabinete heredado de Raúl Castro, quien presidió el país desde 2006 (los primeros dos años en funciones) por la enfermedad de su hermano Fidel Castro, fallecido en 2016.

Con palabras de halago al rol histórico y legado de su antecesor, Díaz-Canel anunció al parlamento que Raúl Castro «encabezará las decisiones de mayor trascendencia en el presente y el futuro de la nación», como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Durante el miércoles 18 y  el jueves 19, cuando se celebró la sesión constitutiva de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral), las cámaras de la televisión local mostraron al mandatario saliente, de 86 años, sonriente, activo y de buen semblante, sentado en el plenario de 605 diputados.

Castro permanecerá al frente del PCC hasta 2021, el único partido legal en el país de gobierno socialista desde 1961 y definido por la Constitución (1976) como «la fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado».

En sus palabras, que siguieron a las de Díaz-Canel y que fueron más extensas y espontáneas de lo habitual, el ya expresidente Castro abordó asuntos internos como la representatividad de mujeres, jóvenes y afrodescendientes en el gobierno. También anunció, sin precisar fecha, la presentación de una nueva Constitución a referendo y comentó el contexto internacional en que se produce el relevo.

Precisó, que el hecho inédito de que el nuevo presidente cubano no sea el primer secretario del PCC será temporal, pues se prevé que, en tres años más, Díaz-Canel también asuma ese cargo.

En la semana previa al cambio presidencial, la atención ciudadana se centró en quiénes ocuparían los principales cargos del Consejo de Estado, el máximo órgano ejecutivo del país.

Esa institución está compuesta por 31 integrantes, donde se entremezclan rostros jóvenes y del grupo que llevó la Revolución Cubana de 1959 al poder, que es conocida como la «generación histórica».

Como primer vicepresidente del Consejo de Estado, se desempeñará desde ahora el otrora líder sindical Salvador Valdés Mesa (72 años), quien sustituiría al presidente en situaciones excepcionales.

El resto de las vicepresidencias están dominadas por mujeres, entre ellas una funcionaria poco conocida de la segunda ciudad en importancia del país, Santiago de Cuba. Se trata de Beatriz Johnson, la gobernadora de esa urbe del oriente cubano, adonde se rumorea que Raúl Castro se irá a vivir ahora. Las otras mujeres en el ejecutivo son la contralora general de la República, Gladys Bejerano e Inés María Chapman, presidenta del estatal Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.

Completan las vicepresidencias Roberto Morales, ministro de Salud Pública, y el comandante Ramiro Valdés, la figura más representativa de la generación histórica que aún permanece en altos cargos del gobierno.

Más de 35 por ciento del Consejo de Estado fue renovado, son mujeres 48 por ciento y las personas negras y mestizas representan más de 40 por ciento. El promedio de edad de esa instancia es de 54 años, debido a que más de 70 por ciento nació después del primero de enero de 1959, cuando triunfó la última revolución cubana.

Y, en la presidencia parlamentaria para los próximos cinco años, se mantuvieron Esteban Lazo, Ana Mari Machado y Miriam Brito, como presidente, vicepresidenta y secretaria, respectivamente.

«Todos están de acuerdo que tendremos nuevo país… Y yo diría más… tendremos nuevo estado, nuevo gobierno, nueva política, y algo será distinto pero no sabemos qué ni cuánto», valoró a IPS el jurista Julio Antonio Fernández, sobre cómo es recibido el cambio político por la población local de 11,2 millones de habitantes.

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El empleado de una cafetería estatal en La Habana observa la transmisión en vivo de la sesión de La Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) en que se eligió al nuevo presidente, vicepresidentes y otros miembros del Consejo de Estado, máximo órgano ejecutivo de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Crisis económica y desigualdad social

El gobierno investido este jueves 19 hereda un país que vive una nueva recaída económica en la crisis que comenzó en 1991, una composición socioeconómica diferente por el creciente sector no estatal que cubre 25 por ciento de la economía aún muy centralizada y estatalizada, y la ampliación de las brechas de desigualdad, entre otros.

Y el escenario en el continente americano donde deberá probar su capacidad diplomática anuncia más conflictos a enfrentar por la cúpula política cubana.

Justo antes de su investidura, el 17 de abril, el gobierno de Canadá declaró su misión diplomática en La Habana «sin acompañamiento de familiares», debido a las afectaciones a la salud sufridas entre 2016 y 2017 por diplomáticos estadounidenses y canadienses y sus familiares por causas aún desconocidas.

Ottawa, que hasta entonces había manejado en silencio el conflicto diplomático, entra en una nueva etapa en su larga relación de respecto y cercanía con el país caribeño, donde tiene fuertes nexos económicos en sectores claves como el níquel más cobalto y resulta su primer emisor de turistas internacionales.

Una declaración de la cancillería cubana, del 18 de abril, indicó que Cuba «respeta la decisión adoptada por el Gobierno de Canadá pero la considera carente de justificación», al tiempo que aseguró que «continuará trabajando constructivamente» con el país norteño «en estrecha comunicación por la vía diplomática».

Los problemas de salud aún bajo investigación y sin causas ni culpables probados provocaron un retroceso, el 29 de septiembre de 2017, en el deshielo entre Cuba y Estados Unidos. Sendas misiones diplomáticas se mantienen profundamente reducidas y con un trabajo bilateral menguado, tras dos años de acercamiento sostenido.

«El éxito (de Díaz-Canel) dependerá de cuán pronto la racionalidad regrese a la política de Estados Unidos» y «la cantidad de poder real que su generación tenga en el Partido, el ejército y la economía», comentó vía correo electrónico desde Estados Unidos a varios periodistas John McAuliff, director ejecutivo del Fondo para la Reconciliación y el Desarrollo, organización estadounidense que trabaja por la normalización de relaciones con Cuba.

El politólogo cubanoamericano Arturo López-Levy dijo a IPS que, «en teoría, el cambio generacional en el gobierno cubano puede favorecer las acciones anti-embargo porque la política de embargo/bloqueo contra Cuba fue codificada (…) como una estrategia centrada en Fidel (1926-2016) y Raúl Castro».

En la parte sur del continente, donde la izquierda tuvo una etapa dorada, hoy campean gobiernos de derecha y la inestabilidad política afecta en diferentes dimensiones a varios países que fueron claves para Cuba, como Argentina, Ecuador,  Brasil y muy especialmente Venezuela.

  1. Edición: Estrella Gutiérrez
  2. Publicado inicialmente en IPS Noticias

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