Difret, atavismo y modernidad en la Etiopía profunda

Con sendos premios del Público conseguidos en los festivales de Sundance y Berlín, el docudrama Difret, primer largometraje del realizador etíope Zeresenay Berhane Mehari, en cuya producción ha participado la actriz Angelina Jolie, cuenta la trayectoria jurídica de un caso de “telefa”, ancestral costumbre de Etiopía que consiste en raptar a las mujeres, casi siempre niñas, para casarse con ellas.

difret-cartel Difret, atavismo y modernidad en la Etiopía profundaNo es el único lugar del mundo donde se practica esta costumbre, hasta no hace mucho también en vigor en algunos rincones del occidente “civilizado”, y en concreto en algunos pueblos de España, aunque en estos casos lo suyo es que la pareja esté de acuerdo en saltarse así la negativa de los padres a consentir el matrimonio.

Evidentemente no son casos comparables, porque la «telefa» de las tribus remotas etíopes no tiene en cuenta para nada la voluntad de la niña que –como muy bien explica la protagonista de la historia, refiriéndose a su hermana mayor- años más tarde se encuentra “casada con un borracho y rodeada de hijos”, normalmente más de los que puede alimentar.

Difret –palabra que en amarico, idioma oficial del país, lo mismo puede significar violación que valiente- está basada en una historia real ocurrida en los años ’90, y narra al mismo tiempo el rapto y violación de Aberash Bekele, una niña de 14 años (interpretada por la actriz Tizita Hagere) que en la película se llama Hirut, y su defensa por la abogada Meaza Ashenafi, Premio Africa 2003, feminista y fundadora de una ONG para facilitar asistencia legal a mujeres, interpretada por Meron Getnet, actriz de cine y popular figura de la televisión etíope.

En Adis Abeba, donde tiene un bufete y ha creado una red de ayuda a mujeres pobres, Meaza Ashenafi, quien habitualmente se enfrenta a la intransigencia de policías, jueces y el propio gobierno, se hace cargo de la defensa de una niña a la que secuestraron y violaron cuando regresaba de la escuela, que consiguió matar a su raptor antes de escapar, y que tiene que enfrentarse a dos juicios distintos: el de la justicia oficial, que tendrá en cuenta que actuó en defensa propia y acabará absolviéndola pese a la petición fiscal de cadena perpetua, y el de la popular, un tribunal rural que aplica leyes consuetudinarias y acaba desterrando a la niña del pueblo y condenando al padre a pagar una multa la familia del muerto.

El fondo de la película es una sociedad en transformación, en la que cada vez son más las mujeres con carreras universitarias y puestos en empresas e instituciones, y la persistencia de un patriarcado hecho de prejuicios y tradiciones atávicas muy arraigadas, que siguen considerando a la mujer como un objeto de transacción y negocio, y cuya opinión no cuenta para nada.

Es en cierta forma una oda al feminismo de unos pueblos que al mismo tiempo luchan por la supervivencia y una meritoria reflexión, desde el punto de vista antropológico, sobre la condición humana, las diferencias culturales y la suerte que todavía corren muchas jóvenes en distintos lugares del planeta, con personajes que viven circunstancias particularmente trágicas de las que solo consiguen salir gracias a la tenacidad y el empeño de algunos de ellos interpretados por actores locales con enorme poder de convicción.

Lamentablemente, Difret se estrena en plena polémica, justo en el momento en que la auténtica protagonista de esta historia, una mujer que se llama Aberash Bekele y hoy tiene 32 años, ha acusado públicamente a Angelina Jolie de haberle “robado” su historia para hacer una película con ella, y ha conseguido en los tribunales etíopes que no se pueda proyectar nunca en el país.

Según una periodista de la BBC que ha hablado con ella “tiene la impresión de que la han secuestrado dos veces, porque no se la reconoce en la historia. Podría estar disfrutando de la admiración internacional por su valor extraordinario, y en lugar de eso es invisible”. Entre una operación y otra, la actriz estadounidense ha intentado arreglar el asunto ofreciendo a Aberash Bekele una suma de dinero, que a la mujer le parece insuficiente según ha declarado a un periódico local: “Mi vida está al borde de la ruina mientras ellos organizan un estreno de lujo con mi historia. No es justo”.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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