En contra de los peores augurios, expresados reiteradamente por los políticos de la derecha española, siempre en campaña, y los periodistas catastrofistas (había escrito terroristas, que también lo son, porque su objetivo es sembrar el pánico) que solo ven un cúmulo de desgracias donde los ciudadanos ponen toda su buena fe para atisbar la más mínima mejora en sus condiciones de vida, donde toda esa gentuza que revuelve en la basura y denomina “efecto llamada” a lo que es solidaridad y ayuda humanitaria, el último baremo de Eurostat (Oficina Europea de Estadísticas) –que la jauría vociferante de editócratas y comentaristas matinales, vespertinos y noctámbulos, se cuidará muy mucho de comentar-anunciar que en 2018 han entrado en la Unión Europea muchos menos migrantes que en años precedentes; tantos menos que hemos vuelto a los niveles de 2014.
El diario francés Libération comenta las cifras: “Para medir la afluencia a las puertas de Europa se pueden tomar varios datos. Si optamos por el número de solicitantes de asilo, el cenit en la Unión Europea se alcanzó en octubre de 2015. Desde el verano de 2016, la tendencia es una bajada constante. El número de solicitudes mensuales ha regresado a los niveles de 2010, antes de comienzo de la guerra en Siria”.
En 2018, la mayor parte de los solicitantes de asilo llegan de Siria (13 %), Afganistán (7 %) e Irak (6 %). El 62 % de la totalidad de estas personas son rechazadas, siendo los sirios quienes consigue más respuestas positivas (87 %).
Si lo que tenemos en cuenta son las cifras de la Frontex (Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas), que controla las fronteras exteriores del espacio Schengen, el número de entradas ilegales experimentó un pico en 2015, al que ha seguido una bajada drástica. El reforzamiento de los controles y los riesgos de la travesía han cambiado las rutas migratorias.
La reducción del número de migrantes que llegan anualmente a Europa ha ido casi parejo con el aumento de quienes han perdido la vida en el viaje que, al día de hoy y desde 2014, según las cifras facilitadas por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), suman 17 000 personas ahogadas en el mar Mediterráneo. Por lo que se refiere a 2018, en estos nueve meses transcurridos se han contabilizado 1565 personas, entre muertos y desaparecidos en el mar.