“Hacienda somos todos”, pero como ya intuíamos, unos más que otros
Nuestra Hacienda Pública no está pasando por sus mejores momentos. Los “errores”, que como dice nuestro ministro Montoro “son cosas de la vida” y yo diría que no es muy buena justificación, hacen que los ciudadanos que en estos momentos estamos haciendo cuentas con ella, no nos sintamos de lo más tranquilos. Estamos descubriendo que “Hacienda somos todos”, pero como ya intuíamos, unos más que otros.
Pero bueno, a lo que íbamos. Está bien que se persiga el fraude; no sólo está bien, sino que es obligatorio, y según dicen los expertos, nos habríamos ahorrado muchos recortes si los contribuyentes más ricos hubieran cumplido, pero pienso que a la hora de ejemplarizar a los delincuentes habría que ser ecuánimes.
Montoro no se corta un pelo cuando tiene que señalar colectivos, de los que curiosamente parece que tiene datos. Si los actores no nos gustan, pues les ponemos en evidencia igual que a otros colectivos que pueden hacer pupa, por ejemplo, la prensa. No así a nuestra familia real, que parece que tenía o tiene ciertos privilegios. A ellos se insiste en pedir disculpas públicamente, aunque creo que tendría que ser al revés, pero como dice el ministro, “son cosas de la vida”…
En esta semana hemos visto como un restaurador de lujo ha sufrido en sus propias carnes el castigo por ser defraudador y famoso. Los inspectores de Hacienda aparecieron en su restaurante en plena hora de trabajo, con clientes en las mesas y le clausuraron la cocina. Bien como ejemplo y como escarmiento.
El restaurador se quejó de que habían hecho leña innecesaria con él. Yo creo que es correcto, si se actúa igual con todos. Por eso espero ver en un partido de fútbol, cuando estén nuestras héroes en el campo, que aparezcan los inspectores y clausuren el campo. Con el resultado de todos a casa y los clubes a pagar, que según dicen, deben a las arcas públicas un puñado de dinero.
Esta medida que, por cierto, a los que no nos gusta el futbol y compartimos aparato con un aficionado nos dejaría felizmente disfrutar de nuestra serie favorita, serviría de medida ejemplarizante y de demostración de que todos somos iguales. No sólo defrauda el profesional de la chapuza casera que no hace factura y que algunas veces parece el culpable de todos nuestros males, sino también todos los Mesis, Bárcenas y demás que gracias a sus ingenierías financieras pueden burlar al fisco.
Lo dicho, que igual que si yo no puedo, que suele ser el caso del común de los mortales, pagar, no puedo ir al restaurante de lujo a comer, el restaurador de lujo o de medio pelo, tiene que cumplir religiosamente sus obligaciones fiscales. Así se cumpliría el dicho de que “Hacienda somos todos”.