La cineasta paraguaya Paz Encina ha presentado en Paris su segundo largometraje: “Ejercicios de memoria” en el marco de la 39 edición del Festival internacional de cine documental “Cinéma du Réel”.
Producida y rodada en Argentina, su película fue seleccionada antes en los festivales de Mar del Plata, y en la sección Zabaltegui , zona abierta del Festival de San Sebastián.
Paz Encina, tendiendo al renacimiento del cine paraguayo
Licenciada de la Universidad de cine de Buenos Aires (Argentina), y autora de varias instalaciones video y cortometrajes, Paz Encina fue la ganadora en 2006 del premio Fipresci (Federación de la critica internacional) en el festival de Cannes con su primer y excelente largometraje “Hamaca Paraguaya”, película rodada en guaraní y poética evocación de la guerra del Chaco.
En su trilogía de cortometrajes, con “Tristeza de una lucha” inició Paz Encina la investigación documental sobre la represión durante la dictadura de Alfredo Stroessner, consultando los archivos policiales del terror que fueron hechos públicos en 1992, tres años después del derrocamiento del dictador. Los archivos del ejercito en cambio aun no han sido desclasificados.
Ese trabajo documental y las entrevistas efectuadas por Paz Encina con la familia y los tres hijos de Agustín Goiburú, han sido la base para la realización de “Ejercicios de memoria” su segundo largometraje, en el que nos ofrece una vez mas su singular mirada y concepción del cinematógrafo, con un brillante ejercicio en el tratamiento de la imagen y el sonido.
Agustín Goiburú, un importante político paraguayo y opositor a la dictadura de Stroessner, desapareció en 1976 en Paraná, provincia de Entre Ríos, donde vivía exiliado en Argentina.
Su secuestro y asesinato fue organizado en el marco de la tristemente célebre Operación Cóndor, organizada por los dictadores latinoamericanos, con la complicidad de la CIA norteamericana, para aniquilar toda oposición política de izquierdas.
“Ejercicios de memoria” nos habla de la represión sufrida en Paraguay durante la dictadura, pero también del imposible duelo de los familiares de las victimas. Todavía hoy sus tres hijos ignoran el lugar en que yacen los restos de su padre desaparecido.
Como lo había probado ya en “Hamaca Paraguaya”, Paz Encina vuelve aquí con un esmerado trabajo cinematográfico, que se basa antes que nada en el guion sonoro de su relato.
“Yo estudié música siendo muy pequeña y a los cuatro años sabia leer la música, antes de saber escribir –explica Paz Encina- es la razón por la cual siempre empiezo mis películas con la construcción del guion sonoro, y luego voy en busca de las imágenes”.
La abstracción poética frente al realismo
La voz de la autora, los testimonios de las personas entrevistadas, Rogelio, Jazmín y Rolando, hijos de Goiburú, quienes hablan de su infancia cuando su padre era perseguido por el régimen, las declaraciones ante la policía de un delator, y otros sonidos recogidos en los archivos policiales, describen siempre fuera de campo el horror vivido durante largos años de represión en Paraguay, y se entremezclan con el sonido del viento, de los arboles o de los pájaros en la selva en una evocación de los lugares del exilio, siempre desde el punto de vista de la infancia.
Esos testimonios y sonidos que hablan de la obstinada memoria del pueblo paraguayo, contrastan con las imágenes poéticas de los lugares filmados, en donde vemos de forma recurrente a varios niños, junto a las imágenes de archivo y las fotografías de los desaparecidos en Paraguay.
Una única canción infantil, “Mi pequeño amor” de Ramón Ayala y una plegaria del viernes santo en guaraní, evocadora de su propia infancia, acompañan la esmerada banda sonora de la película.
Paz Encina muestra una vez más aquí su capacidad para filmar los silencios, las ausencias, la nostalgia de un pasado reflejado en la inocencia de los recuerdos de infancia. La directora paraguaya opta pues por la abstracción poética frente al realismo.
“Mi película la he querido filmar desde el punto de vista de la infancia, pues la infancia es el germen de todo, y va dirigida a las nuevas generaciones de mi país, Paraguay, que representan la esperanza”, afirma Paz Encina. “A pesar del derrocamiento de Stroessner, las cosas no han cambiado mucho en Paraguay –añade- yo pienso que ha habido un gran fracaso de mi generación”.
Su realización en el tratamiento de la imagen y el sonido escapa a todo realismo, prefiriendo la abstracción poética para incitarnos a un ejercicio de memoria colectiva sobre esa realidad ocultada y a menudo olvidada. A través de esa abstracción busca la autora una percepción sensorial, un denominador común para llegar a un amplio publico.
“A mi modo de ver – dice Paz Encina- la memoria se encuentra en la abstracción, como decía Proust; Yo he pensado mucho para hacer esta película en Brecht y su celebre obra teatral “ Terror y miseria del tercer Reich”.
A sus 45 años de edad, Paz Encina prosigue con empecinada coherencia su propia vía en la búsqueda del lenguaje cinematográfico. La tarea es ardua en un país como Paraguay, que carece de industria de cine, y en el que la negación del pasado se apoya en el miedo y en la permanencia en el poder de las mismas personas que sostuvieron antes los cimientos de la dictadura.
La película tuvo muchas dificultades para estrenarse en Paraguay, y su distribución no está siendo fácil: “En Paraguay tenemos menos años de democracia que de dictadura, que fue la mas larga de América Latina, y el poder económico sigue en manos de los stroessneristas” asevera Paz Encina.