Cuando el 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón y su gente arribaron a Bahamas, la vida de los habitantes de América cambió “radicalmente”: de ser explotados por las clases pudientes de su tribu pasaron a serlo de los españoles. Dejaron de ser vasallos de sus reyes y señores de siempre, para ser esclavos de los nuevos. La diferencia, el color. Ellos oscuritos, sus nuevos amos blanquísimos.
Los españoles se emplearon a fondo para someterlos y, en esa labor, tuvieron la inestimable ayuda de muchos nativos, que vieron la oportunidad de mejorar su propia situación. Las consecuencias para el resto de la comunidad no importaban.
Murieron miles. Por enfermedades para las que no tenían defensas (un simple catarro les mataba), por los duros trabajos a los que fueron sometidos, y por las balas aquellos que se oponían a los intereses de los invasores.
El marinero español Gonzalo Guerrero (1470-1536) fue uno de los primeros europeos que se alzó contra la tiranía de los conquistadores y se alió con los conquistados de México. Llegó a ser un jefe maya durante la conquista de Yucatán. Posteriormente, una larga lista de compatriotas suyos, tanto religiosos como civiles, intentaron mejorar las condiciones de vida de los indígenas.
Con el tiempo, y con más o menos suerte, los nativos, ya hijos de españoles (criollos), fueron alcanzando parcelas de poder, y en 1810 se libraron de los españoles. Ya tenían todo para ellos. Es decir, el poder: el poder mandar, el poder enriquecerse, el poder hacer y deshacer sin dar explicaciones… Y a millones de compatriotas trabajando sin rechistar.
De 1810 hasta hoy, varias guerras y conflictos han dando el poder a unos u otros mexicanos, pero pocos han acabado en la miseria. Han sabido compadrear para no ser desbancados de las élites económicas, de los puestos estratégicos. Los títulos y prebendas siempre se han podido comprar. Y se sigue haciendo.
Hoy, la presidencia es del PRI, antes lo fue del PAN, y anteriormente del PRI. Pero en los Estados las jefaturas también están en manos de otros partidos, por lo que todos meten la cuchara en la misma cacerola: en la de la riqueza que producen los ciudadanos de a pie.
Año 2014
Actualmente, México tiene, oficialmente, 119,5 millones de habitantes. Cuenta con una gran riqueza histórica y cultural y una amplia diversidad de población. Según el último censo de Inegi (Instituto Nacional de Estadística), que data del año 2000, la población indígena de más de 5 años ascendía a 84.794.459 personas de 62 pueblos diferentes. Hay 662 municipios totalmente indígenas, y 1032 en los que hay presencia. Las regiones aborígenes (250) concentran casi el 80% de las que hay en todo el país.
De acuerdo con Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de Desarrollo Social), los pobres habían aumentado en dos años (2010 a 2012) de 52,8 a 53,3 millones. También se incrementó el número de pobres extremos, pasando de 22,2 a 23,5 millones, siendo Chiapas el primer lugar en las vergonzosas cifras de rezago educativo, carencias en servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos de vivienda y alimentación, que son los indicadores para las mediciones oficiales. El 74,7 de su gente pasa necesidad; sólo el 6,4% está considerada “no pobres y no vulnerables”. Guerrero y Oaxaca no están en mejores condiciones.
El problema mayor que tienen ahora estos pueblos es la ofensiva brutal que las concesiones mineras tienen establecidas en los últimos años. No hace mucho, Amnistía Internacional denunciaba que centrales hidroeléctricas, explotaciones mineras a cielo abierto, ductos y carreteras son algunos proyectos que los gobiernos siguen autorizando en territorios indígenas o sus proximidades sin tener consentimiento libre, previo e informado de estas comunidades. Y que se están realizando labores de extracción en la mayor parte del territorio wixárika (Jalisco) pese a no contar con su aprobación.
Por otro lado, cualquier infraestructura que se construya se lleva a cabo imponiendo su trazado a las comunidades, aunque éstas dispongan de títulos de propiedad o resoluciones que les amparan.
Así lo cuenta el Frente de Pueblos Indígenas, que se lamenta de que están sufriendo nuevamente actos de provocación, persecución, hostigamiento e intromisión ilegal en su territorio comunal por la empresa constructora Autovan, ayudada por la policía federal. Su comunidad está afectada por el proyecto de autopista Toluca-Naucalpan, en el Estado de México, muy próximo al Distrito Federal. Aseguran que el gobierno ha entrado por la fuerza, a pesar de que el juzgado decretó “la nulidad de todas las asambleas amañadas con las que intentaron imponer el paso de la autopista, dejando de lado hasta su corrupta legalidad”.
Los yaquis de Vicam, en el municipio de Guaymas (Estado de Sonora) protestan contra la construcción de un acueducto porque, de completarse la obra, que extraería agua del río Yaqui, pondría en riesgo la subsistencia y forma de vida de la comunidad. Para que dejen de protestar, para intimidar, el gobierno sonorense ha encarcelado a uno de sus dirigentes, Mario Luna. Cuando suceden estas detenciones, existe el riesgo de torturas y encarcelamientos durante años. Las protestas para que le liberen, no cesan.
Otra comunidad muy castigada son los triquis de Oaxaca, muchos de los cuales llevan años desplazados de sus tierras, malviviendo con la venta ambulante y las ayudas que pueden conseguir. La necesidad les convierte en moneda de cambio para todo aquel que busca lucrarse.
El robo, por sistema
Sin embargo, quienes administran los territorios suelen llevar unos trenes de vida de escándalo, y no tienen empacho alguno en robar cuanto pueden, aún a costa de dejar en la miseria a la mayoría de los ciudadanos. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha vuelto a señalar hace poco, que en la cuenta pública del 2012, último año del panista Felipe Calderón, anterior presidente del Gobierno, las irregularidades en varios Estados fueron considerables. El endeudamiento del país rebasó los 2,2 billones de pesos (casi 118 mil millones de euros) y no se sabe el paradero de otros 285.000 millones (16.775 millones en euros). Actualmene, Calderón vive un dorado retiro en EE UU bajo la tutela de la Universidad de Harvard. Tampoco deben de tener importancia los muertos que ocasionó con su “guerra”.
Cada año desde 2010, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detecta irregularidades en el programa del seguro popular (el que usan quienes no tienen donde caerse muertos) en la compra de medicamentos, que van de los 70 a los mil millones de pesos (entre cuatro y casi 59 millones de euros). En educación, las partidas robadas son de escándalo. El caso más grave es el de Veracruz: de 2009 a 2011 tuvo en sus arcas más de 716 millones de pesos (algo más de 42 millones de euros), pero no existe ninguna prueba fiscal de cómo gastó el 91 %.
Por Estados, Chihuahua se encuentra entre las entidades con mayor nivel de corrupción. Su Gobernador ha elevado la deuda de 2013 en un 79 % con respecto al año anterior; su patrimonio también se ha incrementado considerablemente.
El caso de Chiapas, el más pobre de entre los pobres, es de espanto: el anterior gobernador, Juan Sabines, está acusado de irregularidades por la nada despreciable cifra de más de mil millones de pesos entre 2008 y 2011. Hay quien cifra la deuda estatal en 40.000 millones (por encima de los 2.354 millones de euros). ¿Sabines? Nadie sabe dónde está. El 18 de enero de este año se encontraba en Acapulco, se supone, pues escribió en su cuenta de twitter “Hermosa ballena visita Acapulco; respetemos su estancia. Foto tomada hoy por mi hijo Jaime desde una tabla en el mar.” Su sucesor, Manuel Velasco, se montó una campaña de imagen nada más asumir la gubernatura que dejó las arcas con otros 130 millones menos (siete millones y medio de euros). Por supuesto, no ha dimitido. Esa palabra les resulta un tanto extraña. Hasta el gobernador de Guerrero se está haciendo el remolón a pesar de las voces que piden su renuncia.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó en su momento de que, en 2012, 10 de los 11 países de los que le había facilitado información registraron disminuciones en sus niveles de pobreza respecto a 2011. La única excepción, México.
El número de latinoamericanos en situación de pobreza en 2013 se situó en 164 millones, el 27,9% de la población. De ellos, 68 millones son indigentes (el 11,5%). Por supuesto, todos los ciudadanos contabilizados en ese apartado pertenecen al grupo de la “multiculturallidad racial”: los pueblos indígnas a los que hoy, 12 de octubre, se rinde homenaje.
Así de hermosa es la selva Lacandona, en Chiapas:
Excelente reportaje en el cual conocemos la riqueza de México, que genera millones y millones de Pesos. Pero desaparecen en las manos de políticos que se sabe sus nombres, que siguen en sus puestos y tan tranquilos, la Justicia brilla por su ausencia y al pueblo lo reprimen y lo desaparecen si se manifiestan en contra de tales robos y de la pobreza en que subsisten