“Delicada, entrañable, divertida y romántica”, el autor de la reseña de El amor es extraño (Love is Strange) en el New York Times ha encontrado una definición exacta para la sexta película del director estadounidense Ira Sachs (Keeps the light on), un drama tranquilo y emocionante, lleno de momentos de humor, que gira en torno a la larga relación entre dos hombres mayores, Ben y George, que llevan cuatro décadas juntos, se casan en la primera escena de la película y pierden su casa en la segunda, a causa de los “principios fosilizados” de los directores del colegio católico donde uno de ellos enseña música y canto; todos sabían que era gay pero no pueden tolerar que se haya casado. Las personas que les quieren –familiares y amigos- se desviven por ayudarles pero lo cierto es que en todas partes estorban.
Dos actores enormes, John Lithgow (El mundo según Garp, La fuerza del cariño) y Alfred Molina (Abrete de orejas, Boogie Nights, fue Diego Rivera en Frida), encarnan a la pareja protagonista de la historia. Marisa Tomei (Oscar por Mi primo Vinny) y Darren Burrows, son los sobrinos en la cuarentena de uno de ellos y el adolescente Charlie Tahan, el hijo de éstos, quien descubrirá el primer amor en la última escena. Según el realizador, es una película sobre las estaciones de la vida.
Recalcando una y otra vez que lo que parece trasgredir los “valores familiares” de las sociedades conservadoras es el aspecto sexual de la homosexualidad, el guión discurre por los momentos en que los personajes secundarios, muy a pesar suyo, se empeñan en disimular lo que les sale naturalmente a la hora de definir y enfocar la relación existente entre los dos tíos, pese a que está perfectamente aceptada e integrada en los rituales familiares… mientras viven en su casa y no sienten la obligación de tener “que cargar con ellos”. Situación que, para los interesados, se vuelve humillante: no puede ser fácil, con sesenta y más años, tener que dormir en el sofá de familiares y amigos.
Película madura y sensible, el mayor mérito de El amor es extraño –aparte la brillantísima interpretación de los protagonistas principales- es sin duda haber encontrado el tono justo para hacer que todo parezca auténtico, que sintamos que nos están contado una historia verdadera, de un amor verdadero, en una de esas escasas pareja de verdad que, pese a incidentes, infidelidades y tropezones del camino, es capaz de vivir unida toda la vida (una vida, su vida). Es una valiente película sobre el matrimonio gay, pero solo en parte; se trata mucho más del amor y de las cosas que realmente cuentan en la vida.
También cuentan, y mucho, los aspectos emocionales de los restantes personajes –la pareja de sobrinos, el adolescente, la pareja de amigos policías gays… – y la magnífica música, mayoritariamente de Chopin, que acompaña una narración muy curtida sobre el compromiso y, más específicamente, sobre el compromiso en tiempos adversos y que nos recuerda que los tiempos han cambiado definitivamente y ahora existen muchos, y muy diversos modelos de familia.