Estados Unidos, descrito durante mucho tiempo como un país construido en gran parte por inmigrantes, proyecta tomar medidas drásticas contra los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo que ingresan al país, cuyo promedio fue de unos 2,4 millones en 2022-2023, según la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos, informa Thalif Deen (IPS) desde Naciones Unidas.
La administración del presidente electo, Donald Trump, está pidiendo ya, «deportaciones masivas» de extranjeros en su mayoría ilegales y trabajadores indocumentados».
Trump, quien tomará posesión de su cargo por segunda vez a partir del 20 de enero 2025, también ha prometido poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento para los niños nacidos en Estados Unidos, garantizada por la 14 enmienda de la Constitución estadounidense.
Trump también ha advertido a Canadá y México de que penalizará a ambos países con la imposición de aranceles de 25 por ciento sobre las mercancías- a menos que restrinjan el flujo de migrantes indocumentados y drogas hacia Estados Unidos.
Durante su primera presidencia (2017-2021), Trump provocó una reacción mundial cuando calificó a Haití y a las naciones africanas de «países de mierda», lo que provocó las protestas de los 55 miembros de la Unión Africana (UA).
Trump también fue objeto de críticas por sus insultantes declaraciones de que «todos los haitianos tienen sida» y los nigerianos que visitan Estados Unidos, «nunca volverían a sus chozas».
El aumento del número de refugiados y solicitantes de asilo en Estados Unidos ha sido provocado por el auge de la violencia política y el autoritarismo en Venezuela y la violencia de las bandas en Haití.
Gran choque migratorio
Joseph Chamie, demógrafo consultor y exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas, dijo a IPS que el mundo está en medio del Gran Choque Migratorio, que es una amarga lucha entre quienes «quieren salir» de sus países y quienes quieren que otros «no salgan» hacia ellos.
Más de mil millones de personas desearían trasladarse permanentemente a otro país y no menos de mil millones de personas opinan que debería permitirse la entrada de menos o ningún inmigrante en sus países, señaló.
«Fuerzas poderosas, como la demografía, el cambio climático, la pobreza, el hambre, la violencia y los conflictos armados, siguen alimentando la lucha migratoria mundial. La oferta de migrantes potenciales en los países en desarrollo supera con creces la demanda de migrantes en los países desarrollados», planteó Chamie.
Un número cada vez mayor de hombres, mujeres y niños que quieren salir de sus países recurren a la migración irregular, y muchos de ellos solicitan asilo a su llegada.
«Las poblaciones con mayores porcentajes que desean emigrar se encuentran generalmente en países pobres y asolados por la violencia. En muchas de esas naciones, la mitad o más de la población afirma que le gustaría emigrar permanentemente a otro país, normalmente a Europa y Norteamérica», dijo Chamie, autor de numerosas publicaciones sobre temas de población.
Según aseguró el canal informativo por cable CNN el 19 de diciembre, el «zar de la frontera» de Trump, Tom Homan, dijo que hay planes en marcha para deportar a inmigrantes indocumentados a gran escala y que necesitará financiación del Congreso para hacerlo.
En una entrevista con la CNN, Homan dijo que necesitará un mínimo de cien mil camas para detener a inmigrantes indocumentados -más del doble de las cuarenta mil camas de detención que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) tiene actualmente financiadas- y que necesita más agentes del ICE para llevar a cabo las promesas de deportación masiva de Trump.
Homan también dijo que la administración entrante planea construir nuevas instalaciones de deportación en grandes áreas metropolitanas y traer de vuelta las redadas masivas de inmigración en los lugares de trabajo, un desarrollo potencialmente significativo para algunas industrias que dependen de la mano de obra de inmigrantes indocumentados.
En una declaración el año pasado frente al Capitolio de Estados Unidos, la sede de Congreso legislativo, la representante Yvette D. Clarke, por Nueva York, se unió al defensor del pueblo de la ciudad, Jumaane D. Williams, a otros miembros de la delegación del Congreso de Nueva York y a activistas de la inmigración, para reclamar una acción federal que aborde de inmediato la crisis de los solicitantes de asilo, así como una reforma de la infraestructura de la política de inmigración a largo plazo.
«Vivimos en un país en el que todas las familias han optado, en algún momento, por venir a estas costas en busca de libertad o de una vida mejor. Por eso oímos a los políticos estadounidenses, e incluso a los propios estadounidenses, decir que son «una nación de inmigrantes», aseguró la congresista.
Para ella, «han pasado casi 250 años desde la fundación de nuestra nación y, aun así, Estados Unidos ha conseguido mantener esa imagen de sí mismo, ya sea mediante la migración forzada de millones de esclavos africanos, leyes de inmigración restrictivas basadas en temores injustos a razas «inferiores» y movimientos nativistas que animaban a los inmigrantes a asimilarse o marcharse».
Pero la verdadera realidad de la herencia inmigrante de Estados Unidos es mucho más complicada que el mito, afirmó.
Como integrante del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, copresidenta del Grupo de Trabajo sobre Asuntos Exteriores e Inmigración del Caucus Negro del Congreso y copresidenta fundadora de los Caucus del Caribe y de Haití de la Cámara de Representantes, «he sido testigo de las flagrantes desigualdades y violaciones de los derechos civiles que afectan a nuestros inmigrantes en esta nación».
«Permítanme ser muy clara: nuestro sistema de inmigración está roto, y no cejaré hasta que nuestro sistema de inmigración refleje un enfoque moderno y equitativo de esta cuestión. Ha llegado el momento de que los valores de nuestra nación se reflejen en nuestras políticas de inmigración», insistió Clarke.
A su juiicio, «necesitamos políticas innovadoras y el apoyo de la comunidad para reimaginar el sistema de inmigración de una manera humana, justa y equitativa. Estoy orgulloso de estar aquí con mis colegas para exigir ayuda federal adicional para hacer frente a la crisis de los solicitantes de asilo».
«Vinieron aquí huyendo de todo, desde conflictos políticos y económicos hasta desastres naturales y crisis sanitarias. Vinieron buscando una vida mejor. Vinieron e hicieron de esta nación un lugar mejor y más próspero. Somos una nación de inmigrantes, fundada por inmigrantes, así que debemos mejorar para nuestros inmigrantes», dijo Clarke.
En contraste con los países de origen de los inmigrantes, dijo Chamie, la vida en los países de destino de los inmigrantes es un país de ensueño comparativo, que ofrece un amplio abanico de oportunidades, libertades, derechos, salvaguardias y seguridad para los inmigrantes y sus hijos.
El llamado Gran Choque Migratorio se complica por la asimetría de los derechos humanos relacionados con la migración. Mientras que todo el mundo tiene el derecho humano básico a salir de su país y regresar, no tiene derecho a entrar en otro país, señaló.
La oposición a la inmigración se refleja en el aumento de la xenofobia, el racismo, la hostilidad y la violencia hacia los inmigrantes. Los líderes políticos de extrema derecha suelen describir a los inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo como invasores, infiltrados, delincuentes, violadores y terroristas, y piden que se vayan a casa y sean deportados.
Las Naciones Unidas, las agencias internacionales y los gobiernos, especialmente en los países de destino, han sido en gran medida ineficaces a la hora de abordar el Gran Choque Migratorio, que se espera que continúe durante todo el siglo veintiuno, advirtió Chamie.
En su discurso con motivo del Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que «este es un día para recordarnos los retos a los que pueden enfrentarse los migrantes, desde los prejuicios y la discriminación hasta la violencia y los abusos descarados, pasando por la crueldad inimaginable de la trata de seres humanos».
Y, en un llamamiento conjunto a la acción, la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) y los relatores especiales de la ONU sobre la trata de personas, junto con organizaciones humanitarias, pidieron a los Estados que protejan a los refugiados y migrantes en peligro en el mar.
«El llamamiento viene motivado por el aumento de víctimas del que hablamos a menudo aquí. Cada año, miles de refugiados y migrantes se arriesgan a viajes mortales en intentos desesperados por escapar de la violencia, la persecución y la pobreza», dijo Guterres.